8 de agosto de 2009

Esto es una carta a cualquier persona que le pueda interesar, no fui yo. Nunca lo he sido.

Tengo un monstruo adentro de mi, no me puedo deshacer de él. Es increíblemente fuerte, pues forma parte de quien soy, si acaso el monstruo no soy yo.

Este monstruo que me atormenta, es mi mente, resulta que nunca se calla, nunca se calla, nunca se calla.

Siento que ni siquiera puedo estar seguro de si soy yo en este momento escribiendo esta carta de auxilio, o es el monstruo que habita dentro de mi tratando de justificar lo que ha hecho.

Esto no… no es nuevo, esto pasa y pasa mucho en mi vida; desde muy pequeño tengo estas urgencias, estos arrebatos que no puedo controlar. No puedo. No puedo.

Siempre es una sugerencia sutil que yace en mi mente; Ponte la fedora roja que tanto me gusta, te hace ver interesante y me gusta que te perciban así.

¿Parece inofensivo no? Bastante fácil. Pero no me puedo resistir a esa sugerencia, no puedo ir hacia otro lugar, no puedo escapar. No hay salida. No hay donde respirar.

Una de las peores sensaciones para un humano ( si así me puedo considerar todavía) es no tener un lugar seguro, no me siento cómodo en ningún lugar, es imposible, si estos urgimientos que no puedo controlar nunca me dejan; Ve al café de la esquina y comete un croissant con un expresso doble, te lo mereces.

Discúlpenme, represento una amenaza para cada una de las personas que he conocido. Pues ya no valgo nada, ya no soy yo, yo vengo y voy, el que siempre está ahí atento de cada detalle es él, pues él parece una versión mejorada de mí, no duda va a donde tiene que ir, y hace lo que tiene que hacer para estar feliz y aunque yacemos en la misma persona, tenemos necesidades muy distintas; Hoy tenemos el día libre, ¿por qué no vamos al parque a dar una vuelta?

Siento que en cualquier momento esta entidad de mi mente tomará el control total de este cuerpo que compartimos, tal vez esta sea una de las últimas veces que pueda tener el control de algún aspecto de mi vida, por eso esta carta es tan importante, para recordarle a él quien éramos en algún punto. No tenemos nada que hacer, me apetece dormir toda la tarde, hoy es un buen día.

Que buena siesta. Tengo miedo, tengo mucho miedo de perderme a mí mismo de nuevo, la última vez no fue nada bonito, creo que gracias al doctor Álvarez estoy escribiendo esta carta, he progresado mucho.

Pero esto está mal, no controlo mi cuerpo ante estos impulsos, pareciese que fuese un simple espectador VIP para el gran espectáculo que es mi vida, un sábado por la noche. Vamos al bar, nos veremos con Alejandra.

Alejandra siempre me ha gustado, es una de las pocas personas que me entiende, espero que la parte de mi que esta controlando mi cuerpo se porte a la altura de las circunstancias.

12 de la noche

Todo salió mucho mejor de lo que pensaba, resulta que él es mucho mejor que yo en todo esto de las relaciones, pues no tiene miedo y es rebelde. Un detalle que me gustó es que trajo a Alejandra a mi casa, la tiene en mi cama, pero me dejó disfrutar del placer de estar con ella a mi solo, se apago, una especie de recompensa, supongo que por haberme portado tan bien. Como a un niño al que se le deja salir a jugar después de haber hecho tarea. Es muy linda, es una lastima que seamos de esta manera.

No estamos diseñados para compartir nuestra, intimidad con nadie, me dejé llevar por tus impulsos tontos, no tenemos que dudar, mátala. Esta chica no puede compartir algo tan lindo con un fenómeno como nosotros. Mátala.

No puedo hacerlo.

Yo cumplí dándote lo que más añoras, ahora es mi turno. Mátala.

No sé qué día es, he perdido. No he podido recobrar la cordura desde hace unas cuantas tardes, no puedo entrar a mi cuarto, mi cama esta llena de culpa y desamor, me prometí a mi mismo que no lo haría, no de nuevo. Pero lo vi a él haciéndolo, a través de mis ojos, vi como el amor de mi vida se me iba, como no podía hacer nada, como no podía controlarme, lo vi disfrutarlo, lo disfrutaba. ¡Debes estar muy satisfecho ahora! Me has arruinado la vida. ¡Eres una maldición! Quisiera que no existieras.

No se como puedes hablar de mi, como si fuese un agente externo a ti, tu y yo Ignacio somos la misma persona, ¿no lo entiendes? Yo soy tu y tu eres yo. No te puedes deshacer de mi yo soy lo que de verdad eres y no esa máscara de víctima que te pones cada vez que te sientes culpable de que me sienta satisfecho, si tanto te molesto, te reto, a deshacerte de mí. No puedes, solo eres mi forma de sentir algún tipo de empatía humana, eres mi herramienta no tienes poder sobre mi. ¡Insecto!

*NOTA DEL TENIENTE MARCANO*

Esta carta se encontró en la escena del crimen del asesinato de Alejandra Valentina González y el suicidio de Ignacio José Figueroa, trátese con cuidado, gran fuente de evidencia.

Tnt. José Marcano.

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