Déficit (ambientado en Cuba, 2019)
Hace dos o tres días la trajo Andrés. El martes por la tarde, me parece. Al verla, pensé que era comida. Estaba en su estuche brillante y, como puedes ver, esas ranuras parecen porcionar el contenido, como para que se vaya consumiendo gradualmente, a medida que sea necesario. No sé. Lo primero que pensé es que podía comerse. «No es comida», me respondió Andrés, «pero tiene que ver con lo que se come». Traté de leer el rótulo, pero Andrés lo cubrió con una mano. Apenas alcancé a ver unos caracteres que parecían ideogramas japoneses o coreanos. «A ver, ¿cómo es eso?» Traté de sonsacarlo. «Mira…» Y, como sabía que estaba intrigado, puso una cara enigmática y envolvió el envase en un periódico Granma que estaba por ahí, por esa esquina. «Cuando vas a la panadería y no hay pan, probablemente, falte esto…». «Harina, por supuesto». No lo dejé terminar. «No, no. Puede ser que no haya harina, pero es muy probable que no haya esto que traigo aquí».
«Grasa, levadura…»
«No, no. Es posible que falte todo eso, pero es casi seguro que también haya problemas con esto».
«No sé. Yo no conozco mucho de cómo se hace el pan».
«Sin embargo, lo del pan es solo un caso. Si vas a la farmacia y falta el captopril, por ejemplo, eso seguramente guarda relación con el déficit agravado de este producto».
«Ajá. ¿Será entonces algún compuesto químico esencial o alguna fórmula?».
«De que es esencial, puedes estar seguro, pero es una fórmula muy simple».
«A ver, si compras un electrodoméstico y cuando se vence la garantía, se rompe…, vas al taller de reparaciones, ¿y qué? A ver, ¿qué pasa?»
«Lo más probable es que digan que no lo pueden arreglar»
«¿Ves?»
«Te confieso que no me imagino «qué» puedas traer en ese estuche…»
«Vas al mercado de la esquina y no hay boniato ni plátano, la jamonada de la carnicería tiene mal olor…»
«Mira, Andrés, te estás burlando de mí, no puede ser que un mismo producto esté relacionado con tantas cosas diferentes y…»
«Pues, te aseguro que sí. Es más, hace muchos años, aquí hubo un partido político que hizo un emblema de este producto»
«¡No me digas!»
«Pues, sí te digo». Andrés parecía muy divertido y yo, honestamente, cada vez más intrigado.
«Déjame ver»
«De acuerdo». Desenvolvió el envase que había cubierto con el Granma, y me dejó leer, por fin, la información impresa. Está en varios idiomas, porque el producto es indispensable en cualquier cultura.
«Ah, sí, claro. Lo que dice es, míralo tú mismo:
Vergüenza descremada. Peso neto: 1 Kg. Producto frágil.
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