Y de repente me di cuenta que ya no tenía a nadie caminando tomado de mi mano. Observe mi alrededor con personas aparentemente conocidas, pero distantes al final del día.
Un día desperté y me di cuenta que ya no había más un «tú y yo contra el mundo». Las promesas se extinguieron, se acabaron las ganas de «estar a pesar de todos».
Cuando menos me di cuenta el plan se derrumbó en mi cara; se destruyó la esperanza. Realmente quería que esto funcionara.
Hoy, todo aquello que fue, ya no lo es más. Me perdí en la inmensidad de recuerdos.
Recuerdo cada palabra, buena y mala. Cada una de las maneras en las que se hizo y se despedazó el amor, cada caricia y cada golpe en la cara.
Sabía que todo acabaría, que sería desastroso y radical. No sabía el alcance del dolor de separarte de un agresor.
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