Carta a mi hijo

Como empezar esta carta sin que los ojos se me llenen de lagrimas, sin que se me enreden los dedos, sin que algo de dolor me azote y la nostalgia se apodere de mi cuerpo.

Me pregunto que podría haber hecho diferente, todos me dicen que hice lo que más pude, pero siento que podría haber hecho más. Las pesadillas me persiguen y tus recuerdos aún duelen a veces, me dan ganas de gritar, llorar y tirar todo a la mierda, pero no puedo. Dicen que con el tiempo se hace más soportable, espero que sea así porque no soporto este dolor.

Pero a pesar de todo este dolor, ni por un segundo pienso que hubiera sido mejor no tenerte, fuiste mi luz, mi alegría, mi mayor orgullo. Aún recuerdo tus primeros pasos, tus primeras palabras, sobre todo ese primer mamá, te amo.

Recuerdo la primera vez que te vi, y me felicitaron por tener un niño saludable, y pensé que eras lo más hermoso del mundo y que nadie te haría daño mientras estuviera ahí para evitarlo. Mire a tu padre y le pregunte, como nosotros fuimos capaces de hacer algo tan hermoso.

Recuerdo para tu cuarto cumpleaños, comprando los regalos y escondiéndolos en lo más alto del armario solo para encontrar al día siguiente que los estabas abriendo. O ese día que le robaste las pinturas a mi hermana y te pintaste la cara, corriste por toda la casa gritando que eras una princesa.

Recuerdo cuando veíamos las estrellas y siempre me pedías una de regalo, yo te decía que vos eras la estrella más brillante. También la primera vez que te pusiste a tocar piano y te fascino.

Recuerdo pequeñas cosas, como tu sonrisa, tus ojos esmeralda, tu risa risueña, recuerdo todo.

Entonces me doy cuenta que a pesar del dolor insoportable de que ya no estés acá a mi lado, todo valió la pena, y tu recuerdo siempre vivirá conmigo y con los que te conocieron. Te quiere y extraña tu madre, que jamás dejara de recordarte y amarte.