Incesante galopar se oye pulverizar
con implacable furia las rocas inocentes
testigos eternos del origen del mundo
y futuras sobrevivientes de su fin.
La luz encandila cualquier mal pensamiento
y aturde todo intento por recobrar la realidad,
realidad a la que se tiene que volver
de vez en cuando para no tentar a la locura.
Tiempos ruines esperan ansioso que se acabe
la única oportunidad de saborear la felicidad
esa a que es fácil acostumbrarse
y difícil de renunciar.
pero desconfiamos de todas formas
porque somos como las rocas
y ésta es el mar
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