La empanda sin nombre

6 de Pollo y Roquefort, son les que te mandan a matar para ganar esa guerra, ese negocio o dinero para ellos. Dos son les de Verduras que te aprietan el cerebro cuando estás ahí, sentado en tu sillón de terciopelo. 3 les de Humita que se encargan de mandar a los pibes a buscar celulares y luego piden la imputabilidad. Los que quedan son dos, Pollo con salsa blanco y Napolitana, estos son los humanoides, grises, que caminan por las calles. Esos que están en el último escalón, pero en realidad asomándose al primero, tal vez el más importante, ya que están menos manipulados que los demás, que siguen dormidos.

Para despertar, ¿Hay que soñar?, ¿Qué hay que sentir? ¿Duele? ¿Me transformo en otra empanada?

Por momentos siento que estoy totalmente alejada de mi naturaleza. Tanto que mi cuerpo olvida del contacto con la energía que lo rodea. La falta de sensación o no reacción de la caricia que da mi mano, y como lee, siente, percibe con su tacto ese otre ser natural, lo percibo como un ente, cuando tendría que percibir aspectos vivos, de pura energía en ebullición, que te hagan erizar, movilizar los pelos, la cabeza, el fuego de tu cuerpo.

Tras horas de tocar mi vagina, me doy cuenta que me conozco un poco más, y así encontré la salida menos dañina de la búsqueda de mi propio significado interior, para poder ser luz, para poder creer más en mi misma, cegada en su momento por toda la basura “científicopatriarcatecnoloimperialista”.

La oscuridad de este ómnibus que me conduce a eso que me hace sentir menos ajena a mí, que me vuelve a convertir en una materialidad sin corporalidad, que renace, que vuelve a querer, que empieza a creer en el túnel energético del tiempo que te une a ese sujete desconocido, la noche que enciende, que prende y que te hace feliz.

Aprendí a cuidarme de otra forma, a comer otros alimentos, a amar la tierra tanto como a mi clítoris. Aprendí a amarme a mí sobre todas las cosas.Y a su vez al poder compartir esa aventura de amor con mi yo, les otorgo a las personas que están a mi alrededor, el amor más sano que puede rodear a un sujete del planeta del ojete.

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