Desde que Gerart, recibiera la noticia del cáncer que padecía y que le quedaban pocos meses de vida, tan solo habían transcurrido unos días , no dijo nada a nadie solo que quería dar un cambio drástico a su vida, quería dedicar el resto de sus días a recorrer todos aquellos lugares que siempre había querido visitar y que por falta de tiempo no había podido, sabía que su tiempo estaba terminando, entendía que su vida cada día que pasara sin tratamiento se vería limitada, pero había decidido dejarlo todo y marchar lejos ya les diria cuando llegara el momento , cuando no pudieran ver su estado, pero sobre todo quería que su hermana se quedará con la imgen que tenía de él, un hombre atractivo, varonil musculoso y para ello le pidió a su hermana Elena , se hiciera cargo de la academia de baile que tenía en Barcelona.
Elena había sido una bailarina profesional pero una lesión le aparto del valet y estaba encantada de poder ayudar a su hermano.
Elena no tardó en presentarse junto con una amiga en el ático que su hermano tenía en plenas ramblas.
Llegaron ya de noche casi las 11h., su hermano les esperaba con una suculenta cena, una mesa en la terraza donde no faltaba un detalle y una música de fondo para amenizar la velada.
Después de cenar y tras tomar una copa Elena se disculpó y se fue a dormir estaba agotada, el día para ella había sido largo e intenso, con los preparativos del viaje.
Gerart se quedó charlando con Patricia, se estaba bien en la terraza la vista era esplendida, la música sonaba suave invitando a bailar, Gerart se levantó al sonar una muy melódica bachata y la saco a bailar, Patricia se disculpó sentía mucha verguenza sus dos amigos eran unos fantásticos bailarines y ella tan solo había bailado un vals en la boda de un hermano, pero Gerart le insistió diciendo tu solo déjate llevar y así lo hizo. Comenzaron a bailar, por un instante sus cuerpos se rozaron y Patricia sintió un escalofrío que le recorrió la espalda, Gerart siguio bailando con unos movimientos lentos y cada vez más sensuales, Gerart tomo su cabeza y la atrajo hacia su pecho besándole el pelo, en la silueta que proyectaba la luz tenue de las velas solo se veía un cuerpo, cada vez estaban más pegados. un cuerpo que se contorsionaba provocando sensaciones y deseos escondidos.
Gerard la tomo en sus brazos ahora no bailaba, la beso despacio y apasionadamente, sus manos recorrían lentamente su espalda mientras sus labios se detenían en el cuello, el cuerpo de ella se estremecía entre sus brazos ambos deseaban poseerse , poco a poco sin prisas se fueron despojando el uno al otro de sus ropas.
Gerart la alzo en sus brazos y la depositó lentamente sobre uno de los divanes de la terraza, lentamente comenzó a besarla, sus manos recorrerían su cuerpo acariciandola, se detuvo en su pecho trazando suaves círculos alrededor de los pezones y mojándose un dedo en la boca jugueteó con ellos deleitándose al comprobar que se ponían erectos, entonces comenzó a lamerlos mientras deslizaba su mano muy lentamente por su terso estómago, siguió bajando hasta su vientre y así muy lento hasta llegar a sus piernas.
Notó la humedad de su sexo y ella advirtió en él un vertiginoso aumento de deseo al acariciar su pubis, explorando sus secretos, abriéndose paso dentro de ella con los dedos.
El se arrodilló y le acarició los pechos mientras abría con su lengua un sendero abrasador de sensaciones, de los pechos al estómago, deteniéndose en el exquisito ombligo, bajando luego hasta los muslos que besó y lamió por turnos, para acabar en el montículo donde se dio un banquete como si se tratara de un altar sagrado, despacio al principio, luego cada vez más voraz hasta que Patricia se retorció de placer, estremeciéndose cuando él la llevó con la lengua de una cumbre de sensaciones a otra.
Él levantó la cabeza y volvió a besarle la boca con más avidez que antes.
En un fugaz instante deslizó sus manos bajo sus nalgas y la sostuvo por unos segundos en el aire para después bajar su cuerpo y la penetró deslizándose poco a poco hasta el fondo , llenándola como nadie lo había hecho antes.
Por un instante Patricia se sintió abrumada por la indescriptible realidad de aquel pene, palpitante y abrasador dentro de ella. Luego arqueo las caderas hacia él para recibirlo. Abrió sus piernas hincándole los pies en las pantorrillas y el empezó a embestirla, con suavidad al principio, luego cada vez más deprisa y con fuerza, hasta que los dos se movieron a un ritmo endiabladamente frenético.
De pronto él aminoró el ritmo jadeando hasta casi retirarse del todo, deteniéndose con el glande palpitando dentro de ella para a continuación volverla a penetrar hasta el fondo. Lo hizo una y otra vez durante unos minutos casi insoportables, hasta que los dos se vieron arrastrados en un frenesí incontrolable, cada vez con más vehemencia, incapaces de darse por saciados.
Patricia lo miró a través de la parpadeante luz de las velas y vio el éxtasis reflejado en su cara, pronto se vio arrastrada en una marea incontrolable de sensaciones, emociones, empezó a contraerse y el calor que sentía dentro de ella estalló.
Oleada tras oleada de placer la recorrieron y no pudo contener un profundo gemido de placer.
Gerart la besó en la boca al tiempo que gritaba de placer. La embistió una ultima vez y de pronto se paró y se puso a temblar de una forma exquisita al tiempo que la inundaba con su flujo. Los espasmos producidos por un intenso orgasmo, se prolongaron dentro de ella durante unos momentos casi insoportables hasta que los dos se desplomaron jadeando.
Gerart se quedo tendido sobre ella, le cubrió la cara y el cuello de besos mientras ella le acariciaba su espalda.
Al cabo de unos minutos él se tendió a su lado, le pasó un brazo por los hombros y volviéndola hacia él, se miraron a los ojos, todavía sin aliento y permanecieron tumbados, agotados disfrutando del bienestar que siguió a su intimidad satisfechos del placer que se habían proporcionado mutuamente, recorriéndose con las manos, todavía tocando, palpando, buscando, incapaces aún de separarse, deseosos de explorar y experimentar con esa recién descubierta felicidad tan poderosa como irresistible.
Podría quedarme así toda la noche de hecho podría quedarme así toda la vida susurró Gerart yo también respondió Patricia acurrucándose en su pecho mientras gerart la rodeaba con sus brazos.
En ese mismo instante él comprendió a quien dedicaría el resto de su vida.

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