Corazon sobre la mesa

No lo entendía, no captaba sus enojos, no lograba desenroscar las ideas que daban vueltas y vueltas dentro de mi cabeza. No podía entender su calor que jamas terminaba, su bondad que superaba a la de millones de personas juntas, y tarde lo entendí. Ella había nacido para algo que yo no podía imaginar, y dolió no verlo antes…

Vivíamos juntos y discutíamos como viejos, nos amábamos como niños y jugábamos como adolescentes, teníamos mucho y poco al mismo tiempo, pero preferí enredarme en mis ideas, dar vueltas sobre un mismo asunto y me despisté, la vida continuaba.

No lo entendía, iba y volvía siempre sonriente, y no lo entendía. Llegué a creer que me estaba siendo infiel, y las peleas se hacían frecuentes, cada día mas prolongadas y yo empezaba a ahogarme en mis cables. No entendía como ella podía sonreír, mientras yo me sentía morir por dentro.

Yo preparaba el almuerzo, charlábamos y ella volvía a lo suyo, sonriente y feliz como si todo lo que necesitase lo tuviese allí, entre ella, yo y los platos con el almuerzo, dentro de nuestra humilde casa en Marcos Paz.

Un lunes de calor infernal, me encontré limpiando los platos mientras ella se preparaba para partir, sonriente y hermosa como el primer día que la conocí, tierna y perfecta. Al darme la vuelta vi que, con mucha ternura, se las había arreglado para poner un “I love U” en la mesa, usando los cubiertos sucios que aun no había levantado. La miré, sonriente y preocupado, le dí un beso y se fue.Yo terminaría de limpiar el resto mas tarde, luego del trabajo y dejé el “I love you” allí. Ojalá nunca nos hubiésemos ido.

Me preocupaba no volver a verla, que se vaya y que cuando vuelva, ya no sonría nunca mas. Ese lunes cuando llego al trabajo, veo de reojo en el noticiero una noticia sobre un incendio. Todo parecía un caos allí y ante mis ojos vi caer el edificio, y reducirse a cenizas. Mi corazón se apretó y sentí que algo no iba bien, que tenía que llamarla, pero no contestó y no contestaría nunca mas.

Ya de noche, y repleto de pánico llegué a mi casa, y había un hombre llorando sentado en la entrada. Estacioné, bajé del auto y no pude emitir una palabra. El pobre hombre se levantó, me miró con la mirada mas triste que había visto en mi vida y me dijo “Lo siento…” y volvió a romper en llanto. Ella iba a pasar la noche dentro de aquel edificio reducido a cenizas, y no sonreiría nunca mas.

No lo entendí hasta ese día. Ella había nacido para morir por alguien, y yo no lo entendía. Pensaba “¿Por que mierda morir por esa gente?” poniendo mi mayor deseo adelante de la vida de cualquier humano. Mi deseo de llegar a viejos juntos, y lo veía desaparecer sin yo poder hacer algo para detenerlo. Ella, bombera voluntaria, dió su vida por un bebé de 6 meses pues su cuerpo lo salvó del fuego, pero ella no lo resistió. Su vida quedó allí, aferrada a los escombros que la acompañarian hasta el hospital de quemados al día siguiente, solo para dar el diagnostico de que falleció la noche anterior.

Tras el “Lo siento” del hombre, entré en mi casa y vi los cubiertos como los había dejado ella hacia unas horas atrás… Enojado, furioso con la vida, le di vueltas al reloj y lo llevé a las 14:00 pm, horario en el que ella aun vivía, como si eso la pudiese hacer volver a mis brazos una vez mas. Me arrodillé, y solo pude llorar. Desperté tarde, en el mismo lugar donde había caido abatido la noche anterior y todo seguía intacto en aquella casa, salvo ella. Desearía haberlo entendido antes, y evitar todas las peleas absurdas que teníamos… Desearía volver a discutir con ella una vez mas, solo para escucharla y pedirle perdón.

Hoy escribo esto y ya han pasado 5 años desde su partida. Aquel bebé de 6 meses es un niño hermoso adoptado por la mejor familia, y en sus ojos puedo ver su reflejo, una parte de su alma se quedó allí. Ella dió su vida por aquel niño, y dejó su corazón sobre la mesa, pidiendo que lo cuide, como la predicción mas desafortunada del mundo. Se fue dejándome un regalo, camuflado de un adiós…

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS