En los ojos de Mathias

En los ojos de Mathias

Maria Eugenia Cano

En los ojos de Mathias

A mis cuatro hijos con mucho amor.

Prologo

Hace unos 17 años que comencé con esta novela, y estuvo en mi mente dando vueltas por mucho tiempo, hasta que un día la comencé a escribir, no la pude terminar por falta de interés y motivación, hasta que, no hace mucho, un grupo de fanáticos de la serie Outlander de la escritora Diana Gabaldon crearon un grupo de lectura, y al ver que muchos escribían y dejaban sus obras para que todos la leyéramos, tome la decisión de escribir la mía.

Al ver que fue teniendo éxito entre los lectores, llegue a la conclusión de editarla y publicarla.

Quiero dar las gracias a ellos que fueron mis conejillos de india, a mi familia por acompañarme en este maravilloso mundo que tiene la literatura, aunque me falta mucho por recorrer.


C
apítulo I

“El muchacho”

Al llegar del colegio Lara entra corriendo y se dirige directo a su cuarto, se cambia de ropa, y vuelve a salir.

Lara es una adolescente de 17 años, vive en una pensión para estudiantes, esta, anteriormente era su casa, luego de haber fallecidos sus padres cuando ella era una niña, su tía Teresa queda a cargo de ella. Teresa es la hermana mayor de la madre de Lara, ella nunca tuvo familia y al recibir la tutela de la niña recibe también los bienes hasta que Lara cumpla su mayoría de edad.

Con la excusa de que no podía trabajar y cuidar de la niña, tuvo la idea de convertir la casa que al ser demasiada grande en una pensión para estudiantes que venían de los pueblos a estudiar a la ciudad.

Cierra la puerta y se dirige al encuentro con su amiga Sam. (Sam es el diminutivo de Samanta).

—Hola Sam—. Dice Lara

—Hola Lara—. Responde Sam— ¿cómo estás? No te he visto en toda la semana. ¿Estuviste enferma?—

—No, estuve estudiando, como este es el último año, no quisiera llevarme ninguna materia, y hasta ahora tengo impecables calificaciones—. Responde Lara, haciéndose una coleta con el cabello.

—Qué bien, mira este sábado tengo un cumpleaños, es en la casa de un amigo y me gustaría que vinieras. Quisiera presentártelos, ya que tú no sales mucho por causa de tu tía—. Dice Sam, leyendo unos mensajes del celular.

—Sí. Estaría buenísimo, mañana tengo este examen, y seguro mi tía no se opondrá, es bastante regañona la vieja pero como tú sabes es mi único pariente—. Dice Lara riéndose de esto último.

— ¡Dale! Nos encontramos en casa después que salga del trabajo. Suerte en el examen—. Se despide Sam saludándola con un beso.

— ¡Dale! Te llamo—. Y se despide Lara

Al llegar el sábado Lara comienza a prepararse para la fiesta, se prueba varios vestidos, jeans, shorts, blusas, etc., hasta que se decide por un jean y una hermosa blusa con mangas caídas, un maquillaje simple un peinado suelto y un rico perfume.

Sale de su casa en dirección a la casa de Sam, cuando hace una cuadra se golpea la cabeza con la palma de la mano haciendo el gesto de que se olvidó algo, gira en sus talones y al querer dar el primer paso, topa de frente a un hermoso muchacho de ojos verdes, alto y cabello rubio, Su corazón comenzó a palpitar tan deprisa que no pudo siquiera disculparse.

— ¡Oh cuánto lo siento! Dice Él, tomándola de los brazos.

—Emmm. No, soy yo la que se tiene que disculpar—. Dice Lara apartándose un mechón de su pelo que tenía pegado en la boca.

—No, fue mi culpa venía muy detrás de ti, es que tienes un perfume muy rico y venía olfateando caminando con los ojos cerrados y bueno tu sabes—. Dice Él dando un paso atrás atrapando el aire con las manos y oliéndolas, como quien huele una rosa.

Lara lo mira unos segundos fijamente a los ojos y se vuelve a quedar sin habla.

—Emmm no pasa nada, está todo bien. Disculpa tengo que seguir—. Y así Lara se retira dejando a tras a ese bello muchacho.

Minutos más tarde, le cuenta a su amiga lo sucedido en la calle, y juntas salen riéndose del departamento de Sam en dirección a la fiesta.


Capítulo II

“La fiesta”

A pocos metros de llegar a la casa Sam le pregunta a Lara si está bien vestida., a lo que ella le responde que está hermosa, no importa lo que vista nadie notaría lo que se ponga, ya que su belleza está por encima de todo. Sam sonríe y da las gracias por el cumplido.

Al llegar a la fiesta, Lara no conocía a nadie y es presentada por Sam a todos sus amigos y amigas, en especial al que cumplía años.

Gran fue su sorpresa cuando se lo presenta.

—Ian, te presento a Lara, mi mejor amiga—. Dice Sam tomándolos a ambos de las manos.

— ¿Oh, eres tú?—. Dice Lara sorprendida

—Qué casualidad, ¿pero esta vez puedo conocer tu nombre?—. Dice Ian mirándola fijamente a los ojos. —Esta tarde te fuiste muy rápido, y tenía intención de invitarte a tomar algo para disculparme por mi torpeza—.

— ¡Pero como! ¿Ustedes ya se conocen?—. Pregunta Sam sorprendida.

—Emmm Sam, él es el muchacho con el que tropecé esta tarde—. Dice Lara sonriéndole. Se le notaba el brillo en sus ojos, y aparentemente agradecida por el reencuentro.

— ¿Tropezaste? yo diría te abalanzaste a mis brazos, ja ja ja—. Dice Ian dando una carcajada.

—No, yo estoy segura de que tú la seguías para saber dónde vive y así poder pasar por su casa todos los días, te conozco Ian—. Dice Sam engañándolo.

—Bueno chicos los dejo charlando, ha llegado Toni٭, los espero para beber algo en un rato—. Dice Sam dejándolos solos a los dos.

— ¿Bueno, decime como conociste a Sam?—. Pregunta Ian.

—Somos amigas desde muy chicas, cursamos juntas la escuela primaria, la secundaria la hicimos en distintas escuelas—. Responde Lara.

—Ven sentémonos, ¿quieres beber algo?—. Dice Ian tomándola de una mano llevándola hacia un sofá. — ¿Dices que son amigas desde hace mucho tiempo? Yo hace como cinco años conozco a Sam y nunca me hablo de ti ni te he visto antes con ella, bueno sin contar esta tarde—.

—Es largo de contar, en otro momento te cuento, ahora quisiera tomar algo, aquí adentro hace calor—. Dice Lara un poco temerosa, en parte acalorada o mejor dicho avergonzada por esa pequeña situación de tener que dar explicación de su vida a un desconocido.

—Mejor salgamos, afuera hay mesas y menos ruido, estoy interesado en conocerte mejor—. Dice Ian tomándola de las manos para ayudarla a levantarse del sofá, luego toma dos refrescos de una mesa donde estaban servidos los tragos, refrescos y copas.

Se sentaron en una mesa lejos del ruido bullicioso de la música y los invitados. Entre charla y charla, Ian había olvidado de que él es el anfitrión y el que cumplía años, por lo tanto los invitados que iban llegando los interrumpían a cada momento, poniéndose incomoda la situación a la que Lara decide ir a buscar a Sam ya que Ian no podía abandonar a sus invitados para dedicarse a ella toda la noche.

Lara consciente de ello comienza a recorrer la casa, mirando cuadros y fotografías de Ian en su niñez, algunas muy graciosa, otras donde está toda la familia, varias de ellas en lugares muy paradisíacas, una muy hermosa donde estaba él solo, sentado sobre una roca tomándose de las rodillas mirando el horizonte del valle en un atardecer, hermoso lugar. —Que hermoso—. Dice Lara en voz alta.

— ¿Si, lo soy?—. Pregunta Ian sorprendiéndola

—Yo me refería al paisaje—. Responde ella abochornada.

Él sin dudarlo, la toma de su cintura con un brazo atrayéndola hacia él, sus ojos se posa en los de ella, y los de ella en los de él. Sus corazones laten tan fuertes que pueden sentir sus latidos el uno del otro. Ian deja su copa en el mueble a su lado, toma el refresco que ella sostenía y lo posa sobre el mismo, pasa su otro brazo por debajo del cabello posándolo en la nuca de Lara, sin apartar la mirada de los ojos de ella, se acerca lentamente y la besa apasionadamente.

٭Toni: es el apócope de Antonio


Capitulo III

“Mariposas en la panza”

Después del largo beso apasionado de Ian, Lara queda tiesa sin poder decir una sola palabra.

—Eres bellísima, quiero disculparme nuevamente por lo de esta tarde, realmente te vi pasar cuando estaba haciendo unos pedidos en la confitería, y quedé flasheado al verte, lo del perfume fue una excusa no pensé que giraras y tropezaras conmigo así como así de golpe, mientras te seguía pensaba en muchas cosas, como en hacerte un piropo, para que te voltees, seguirte para ver dónde vives, etc., lo que menos me imaginé es que voltearías y toparíamos, fue ahí que sentí tu aroma y puse como excusa lo del perfume—. Decía Ian mientras acaricia el rostro de Lara, mirándola recorriendo la mirada por sus ojos, sus labios, mirando por encima de su cabello acariciándolo sintiendo lo sedoso que era.

—No sé qué decir, yo no sé nada de ti, solo que eres él que cumple años—. Dice Lara sonriendo, sintiendo mariposas en la panza.

—No digas nada—. Dice Ian besándola nuevamente.

En medio del beso interrumpe Lupe (amiga de Ian). —Ian ven que te vamos a cantar el feliz cumpleaños—.

Ian le da un último beso a Lara la toma de la mano y la lleva junto a él. La torta tenía varias velas encendidas a las que Lara se pone a contarlas para saber la edad que cumple Ian. Contó unas 23 velas cuando Ian sopla apagándolas a todas de un solo soplido. Todos aplauden y unos cuantos fortachones hacen a un lado a Lara para tomar a Ian por los brazos unos, y otros de los pies, le cantan el hip hip hurra y lo arrojan a la pileta.

— ¿Lara donde te has metido? Te he buscado para decirte que me voy con Toni a casa, y si querías que te lleváramos a tu casa—. Dice Sam.

—Bueno me despido de Ian y nos vamos—. Dice Lara un poco sorprendida ya que a ella le hubiese gustado quedarse un rato más, como no conocía a nadie no quería quedarse y tener que volver sola a su casa.

Ian sale de la pileta y así todo empapado toma a Lara, la alza y la arroja a la pileta saltando a su lado, una vez adentro la toma de la cintura con ambas manos y la besa. Todos los invitados quedaron boquiabiertos anonadados, ya que todos o por lo menos la mayoría sabían que Ian tenía novia.

Sam furiosa por lo que estaba viendo, toma a Toni de la mano y decide irse de la fiesta sin despedirse, dejando a su amiga.

La fiesta continuó hasta muy llegada la madrugada, Ian le presta ropa de su hermana a Lara para que se cambiara la ropa mojada, tenían la misma talla. La mayoría de los invitados ya se habían retirado y unos pocos quedaron esparcidos por la gran casa, la mayoría estaban con un alto porcentaje de alcohol.

Ian pide un taxi y acompaña a Lara hasta el mismo.

—Lara, me gustaría volver a verte pero mañana viajo a Punta Cana, mi familia está vacacionando allí, yo me quede para festejar mi cumpleaños con mis amigos, pero a mi regreso nos reencontramos, ten este es mi teléfono—. Le da un papelito donde estaba anotado el teléfono y el dibujo de un corazón atravesado por una flecha, la besa apasionadamente antes de subirla al taxi.


Capítulo IV

“Un patán”

Ya pasadas las doce del mediodía Ian recibe un mensaje al celular, en el que dice: “que tengas un buen viaje, y que tengas unas excelentes vacaciones en familia. PD: me encantaron tus besos”, seguido de unos emoticones de corazones y un beso. Si, el mensaje era de Lara. Al terminar de leer el mensaje recibe un llamado.

— ¡Maldito patán hijo de la gran p… con ella no! Es mi mejor amiga y no dejaré que la hagas sufrir, ella nunca tuvo novio ni mucho menos alguien que le haya dado un beso, ¡jamás! y vos tenés novia, ¿qué le vas a decir a ella cuando te vea algún día con Stefhi? Espero que no haya pasado nada más que un beso y que no le hayas dicho para verse en otro momento—. Dice Sam enfadadísima con Ian.

—Sam, no sé lo que me paso te puedo asegurar que no la lastimaría, no sé, realmente fueron impulsos, desde que la vi ayer por la tarde no dejo de pensar en ella. Sí, es cierto no medí las consecuencias y mucho menos pensé en Stefhi, quedé deslumbrado por Lara, y por favor no le cuentes nada a Lara sobre Stefhi, yo le diré y asumiré mi responsabilidad—. Dice Ian cerrando el cierre de su maleta.

—Eso espero, que tengas un buen viaje, adiós—. Dice Sam

—Estaremos en contacto, salúdame a Toni—. Se despide Ian y cuelga el teléfono.


Capítulo V

“Cumpleaños y graduación”

Lara por unos días deja de lado el estar pensando en Ian para dedicarse de pleno al estudio, está en la recta final y en unos días se gradúa, con suerte con el punto más alto entre todos los estudiantes. Lo que ella no recordaba es que el mismo día de su graduación también cumpliría su mayoría de edad, y recuerda de la promesa de su tía, que era que al cumplir sus dieciocho años ella heredaría las escrituras y el dinero que dejaron sus padres, así como también la tercer parte de las ganancias que haya obtenido su tía con los alquileres de las habitaciones.

Preparándose para asistir a la entrega de diplomas recibe un llamado, provenía de un número anónimo, a lo que ella no responde pensando que era de algún prestador de servicios ofreciendo alguna promoción. Minutos más tarde vuelve a recibir el mismo llamado anónimo, en este caso atiende.

—Hola—. Dice ella intrigada de la persona que pudiese estar del otro lado.

— ¿Hola, Lara Vellón?—. Dice una voz femenina del otro lado

.Si, con ella habla—. Dice Lara aún más intrigada de quién será esa mujer del otro lado del teléfono.

—Soy la Dra. Sara Gascón del estudio de abogados del Dr. Sasso, yo llevo su caso y como usted está cumpliendo la mayoría de edad hoy en día, quiero arreglar una cita para la semana próxima, si es en lo posible el día martes por la mañana. ¿Será posible?—. Dice la voz femenina al otro lado del teléfono.

—Sí, claro, con mucho gusto el martes estaré allí—. Dice Lara entusiasmadísima por saber qué le dirán en el estudio de abogados.

—Bueno será hasta el martes, que tenga un buen día y un feliz cumpleaños—. Se despide la Dra. Gascón.

—Hasta el martes—. Dice Lara pensativa, siendo ese el primer feliz cumpleaños que recibía y lo recibía de un extraño. Cuelga el teléfono, toma su birrete su toga y sale con prisa hacia el colegio.

En el colegio la esperaba Sam junto a Toni, ambos con unos paquetes de regalos.

—Hola Sam, hola Toni—. Dice Lara dándole un beso a cada uno.

—Hola Lara, y feliz cumpleaños—. Dice Sam entregándole su regalo. — ¿Vienes sola, Tú tía no viene, o llega más tarde?—

—No, ella viajó ayer nuevamente a su pueblo, dijo que su hermano menor está muy grave y necesitaba acompañarlo hasta que se mejore—. Dice Lara algo preocupada y cambiando el tono de su rostro de alegría a triste.

—Ten este es el mío—. Dice Toni dándole un paquete muy lindo. Y te confieso que dentro hay otro.

Lara da las gracias y cambia por completo su rostro, algo le decía que parte del regalo venía de parte de Ian.

Ian y Toni eran compañeros de la facultad y ambos trabajan en un estudio de abogados haciendo trámites y otros trabajos fáciles ya que ellos aún no tenían sus títulos de abogados y no podían ejercer la profesión, pero sí podían trabajar en el estudio para familiarizarse con la carrera.

Todos toman sus asientos y así van pasando alumno por alumno a recibir sus diplomas y medallas. Lara recibe dos diplomas, uno por haber terminado el secundario, y otro por mejor alumna con un promedio de 99,9 % y una beca para estudiar en el instituto que ella había elegido para hacer la carrera de profesora.

El rostro de Lara era de plena felicidad, su mundo giraba en torno a sus libros, y su única amiga, Sam. Lista para llegar a casa y abrir los regalos, intrigada en especial que habría dentro del de Toni.

Una vez finalizada la cena de los estudiantes Sam junto a Toni llevan a Lara a su casa. Al bajar del auto Lara da las gracias por su compañía y por los regalos.

Lara entra a su cuarto, y el primer regalo que abre es el de Toni, mira que hay dentro y ve que hay un sobre y un estuche.

Abre el estuche y era una hermosa cadenita con una medalla en forma de alas de ángel, también había una pequeña carta que decía: “porque eres el ángel de la tierra más bello, nunca te olvides de volar. Con cariño Sam y Toni.”

Como era de esperar el sobre era de parte de Ian. Este tenía una carta.

Querida Lara:

Antes que nada, feliz cumpleaños y felicidades por tu graduación. No quiero que pienses que te he olvidado, porque lo único que hice en todo este tiempo es pensar en esa hermosa muchacha que tropezó conmigo, y en esos ricos besos que me distes. Hace una semana que he llegado de mis vacaciones en familia, y he tenido una recaída y caí en cama, lamento no poder estar contigo en este día tan importante. Pero habrá tiempo por delante para vernos y tener citas, charlar y conocernos mejor. Te deseo lo mejor en tu vida y que este camino por el que estás a punto de encaminarte no existan obstáculos ni imprevistos que no te permitan terminar con lo que te propones. Con amor Ian. Eres mi ángel.

Lara apoya la carta sobre su pecho lanzando un gran suspiro. —Como deseo verte y volver a sentir tu aroma, tus besos y caricias—. Dice Lara anhelando un reencuentro, arrojándose sobre la cama.


Capítulo VI

“Maldita hija de perra”

Finalmente llega el martes, y Lara asiste al despacho de la Dra. Gascón. Se anuncia y espera a ser llamada.

—Señorita Vellón, entre por favor—. Dice la Dra. Gascón sosteniendo unas carpetas en la mano. —Cierre la puerta y tome asiento—.

Lara se sienta, toma asiento y pregunta. — Bueno ya estoy aquí, ¿qué es lo que tiene para decirme?— Dice Lara cruzándose de piernas.

—Bueno Lara las cosas están así, la semana pasada llegan a mi estudio estos papeles, son las escrituras de tu casa, y un poder que dice que todos tus bienes pasan a formar parte de la señora Teresa Guess, a partir de la fecha de—. La Dra. Gascón mira a Lara, da un suspiro y retoma la lectura. En el momento de terminar de decirle la fecha, Lara pega un salto y grita.

— ¡¿No entiendo, eso fue la semana pasada, un poder, de qué?!— Pregunta Lara asombrada agarrada de la silla indicándoles las uñas al cojín.

—Déjame terminar, ¿sí? —Dice la Dra. Gascón.— Lara, lo que dice en estos documentos, es que todo lo que te han dejado tus padres, pasan a mano de tu tía, ¿esta es tu firma?—.

—Sí—. Responde Lara asombrada, sin saber cómo rayos está su firma allí.

— ¿Nunca le firmaste algo a tu tía? Por ejemplo estos documentos—. La Dra. Gascón coloca sobre el escritorio unos papeles.

— ¡Oh Mierda! ¡Pero, maldita hija de perra! —Lara reconoce unos de esos documentos. —Si esas son mis firmas—. Agacha la cabeza y estalla en llanto, maldiciendo a su tía.

—Dra., no sé como pero me ha estafado, me engañó, y apuesto a que unos de los muchachos que alquila una de las habitaciones en la casa es su cómplice; yo sé porque lo digo—.

La Dra. Gascón saca una foto del cajón del escritorio y le pregunta si reconoce algunos de ellos en la foto.

Lara observa con atención y asiente con la cabeza señalando al cómplice.

—Mira Lara, lo único que tienes es tu casa, y por lo que sé, lleva muchos años sin pagar impuestos, a lo que te recomiendo que pongas en venta la casa y te mudes a un apartamento. El cómplice es un abogado muy bueno y tú tía se las ingenió para quedarse con tu dinero y todo lo que te han dejado tus padres, excepto la casa, aparentemente era algo que no podía llevarse; ¿sabes algo de donde se encuentra ella?—. Pregunta la Dra. Gascón guardando los documentos en un sobre.

—No Dra., ella me dijo que iba a su pueblo a cuidar de un hermano enfermo—. Responde Lara secándose las lágrimas.

— ¿Tienes más familiares? —pregunta la Dra. Gascón sorprendida. —En los expedientes dice que tú mamá tenía una sola hermana y tu papá no tenía a nadie, ya que fue adoptado y sus padres eran personas mayores que no podían hacerse cargo de Ti. Eso está en los expedientes. Lara, lo siento mucho, pero no se puede hacer nada, puedes consultar con otro abogado y hacerle juicio por estafa, pero eso lleva tiempo y mucho dinero—.

—Está bien Dra., me quedaré con la casa, ya pensaré en algo, gracias por todo—. Se despide Lara, toma los documentos del escritorio y sale del despacho con los ojos sollozos

—Adiós Lara, suerte con lo que te propongas—. Y con esas palabras se despide la Dra. Aunque Lara ya no la oyese.


Capitulo VII

“¡Solo una caja!”

Furiosa Lara entra a la casa y nota que muchos de los cuartos ya estaban vacíos, en otros había maletas en las puertas de cada habitación. Era la época que todos volvían a sus pueblos para pasar las fiestas con sus familias y retomar las clases a fines de febrero.

De una sola patada tira la puerta del cuarto de su tía, y en ella solo había quedado una cama vacía, sin sábanas, un placar vacío, una cómoda con unos que otros atados de lavanda para aromatizar las prendas guardadas en sus cajones.

Lara se sienta en la cama, triste con lágrimas en sus ojos, y mirando a su alrededor lo vacío y oscura que estaba esa habitación, pues sentía que así debía de ser su tía una mujer vacía y oscura. Nunca le brindo amor, una caricia, un abrazo, ni siquiera un beso.

Cuando era pequeña su tía la llevaba a guarderías donde estaba todo el día, para cuando empezó la escuela primaria la mandó a una escuela con doble jornada, bueno ya en la secundaria Lara encontró una escuela donde estaría todo el día ya que a ella le gustaba mucho estudiar. Se había acostumbrado a estar fuera de su “casa”, claro, si se lo podía llamar así, ya que ella vivía en su cuarto, en la cocina siempre habían estudiantes que para ella eran desconocidos, y siempre tuvieron una persona de limpieza, pero nunca una que durara más de tres meses, nunca vio a su tía limpiar o cocinar, algo que hasta ahora le parece extraño, ¿si ella no trabajaba donde es que iba todo el día? Y cuándo decía que iba a cuidar de su mamá al principio, o de su hermano en estos últimos tiempos. Algo que para ella ya no tenía mucha importancia. Solo existía una duda en su interior, ¿porque no se quedó con la casa?, si después de todo, se llevó todo el dinero que fue haciendo con el cobro de las pensiones, el dinero que dejaron sus padres, que no era mucho pero el padre tenía acciones de una marca muy reconocida a nivel mundial, eso sí era cierto lo que decía su tía. Entre tanto pensar y pensar, nota algo que dejó, olvidado muy arriba y al fondo del placar, era una caja, Ella la bajó, soplo el polvo que había sobre ella, y al abrir ve un montón de cosas que pertenecían a sus padres, eran fotos, alguna que otra cadenitas barata, anillos y algo muy importante para Lara, una foto de sus padres con ella del día que ella nació.

—Ok. Por lo menos no se llevó todo, algo me dejo la perra—. Dijo Lara secándose las lágrimas.


Capitulo VIII

“Una sorpresa inesperada”

Cuando Lara le cuenta a Sam lo que su tía ha hecho con ella, Sam explota de ira y alienta a Lara a hablar con Toni para que la asesore y así hacerle juicio. Lara se niega pues después de pensarlo unos días, al fin y al cabo su tía fuese lo que fuese, no la dejó desamparada, ella tenía la casa y podía seguir cobrando el alquiler a los estudiantes durante la época de clases y en el verano a turistas extranjeros como lo hacía su tía. El dinero no la preocupaba, aún.

Lara era consciente de que nunca le faltó nada, tuvo una buena educación y tuvo mucho afecto por parte de sus docentes, compañeros de escuela y de Sam. Pero faltaba el afecto de alguien en especial.

Después de pasar todo el día con Sam organizando y adornando toda la casa para pasar la fiesta de navidad, lo celebrarían en la casa de Lara junto a unos estudiantes y turistas que habían llegado esa mañana. Sam se despide de su amiga quedando para verse al día siguiente en vísperas.

No era muy tarde cuando tocan a la puerta, Lara aún no se había acostado, estaba dando los últimos retoques a los preparativos, pero en la casa ya todos estaban en sus cuartos.

— ¿Quién será a esta hora?—. Se pregunta Lara viendo que eran pasadas la medianoche.

Abre la puerta, y queda asombrada, sin habla pero con una gran sonrisa en su cara.

— ¡Ian!—. Dice Lara muy sorprendida.

Ian sin mediar palabra la toma por la cintura, la alza y la besa apasionadamente arrinconándola sobre la pared del pasillo.

—Te extrañe demasiado y no podía pasar ningún día más sin verte. Lara estoy locamente enamorado de ti, desde que te conocí no dejo de pensar en tus besos en tus ojos, o, maldición como me tienes, no puedo dejar de pensar en lo bella que eres, me tienes loco, y quiero hacerte mía—. Dice Ian dándole besos entre palabra y palabra.

—Oh Ian, cuanto te extrañe—. Dice Lara rodeando con sus piernas las caderas de Ian.

—Lara, ¿cuál es tu habitación?—. Pregunta Ian mirando de reojo el pasillo mientras Lara le mordía apasionada el labio inferior.

—El primer cuarto está vacío—. Dice Lara

Sosteniéndola aún patea la puerta, deja a Lara sobre la cama, cierra la puerta, la vuelve a tomar pero esta vez, acaricia sus senos, sintiéndolos por primera vez. Ella a pesar de que Ian era el primero en tocarla y que era una sanción deseosa, algo le decía que no siguiese y que debería esperar a conocerlo mejor, pues ella quería que su primera vez sea realmente especial.

—No Ian, espera—. Dice Lara acomodándose su blusa— no puedo. No es que no quiera porque si lo deseo, es que quiero que sea especial, ¿entiendes?—.

—Lara—.dice Ian haciendo una pausa acariciándole el rostro —claro que entiendo, y lo siento mucho, me deje llevar—.

Ambos se acomodan la ropa y salen del cuarto en dirección al patio que se encontraba al final del pasillo. Se sientan en un sillón mecedor tomados de las manos.

Ella le ofrece algo para beber, a lo que él asiente y así pasaron varias horas charlando. Lara le contó todo sobre su tía, y por qué no quería hacerle juicio, el entendió y concordó con la Dra. Gascón sobre que un juicio llevaría mucho tiempo y sobretodo mucho dinero.

—Lara, mañana es víspera de navidad, ¿con quién lo vas a pasar?—. Le pregunta Ian tomándole las dos manos juntas mirándola fijamente a los ojos.

—Viene Sam, los chicos de la pensión y uno que otro turista que está aquí por estos días. ¿Porque preguntas?—. Dice Lara muy sorprendida.

—Entonces vendré a pasarla contigo—. Dice Ian dándole un beso despidiéndose de ella.— nos vemos mañana Lara—.

—Nos vemos mañana—. Dice Lara saludándolo con un beso muy apasionado.


Capitulo IX

“Una navidad no tan sola”

Ya estaba todo listo en la mesa, unos turistas provenientes de Suiza no hablaban ni un poquito el castellano, pero se hacían entender lo bastante bien, ellos se sentaron en un rincón de la mesa junto a una pareja de estudiantes que no pudieron volver a su pueblo, la muchacha hablaba muy bien el inglés por lo que uno recurría a ella para traducir a los suizos.

Sam llegó temprano y ayudó con los preparativos del cóctel, y de los piononos. Toni como siempre acostumbraba a llegar he ir al patio a dormir en la hamaca paraguaya, la noche estaba agradable, no hacía mucho calor como acostumbra hacer en las noches de verano, lo mejor de la noche era la ausencia de mosquitos, eso estaba fabuloso.

Lara no le había comentado a Sam sobre la visita de Ian la noche anterior, ni mucho menos que hoy volvería, quería que fuera una sorpresa cuando él llegara.

Ya estaba todo listo y sólo faltaba que Toni se sentara a la mesa, cuando tocan a la puerta.

— ¿Lara eso fue la puerta?—. Preguntó Sam intrigada — ¿Quién podrá ser a esta hora y un 24 a la noche?—.

Lara se levanta de la mesa camina por el pasillo largo y abre la puerta.

—Hola hermosa mía—. Dice Ian dándole un beso un poco atrevido, para el gusto de los comensales.

Sam sorprendida por la inesperada vista, queda boquiabierta.

— ¿Toni tú sabías que Ian vendría? Le pregunta Sam al oído en voz baja.

—No que vendría esta noche, pero me estuvo preguntando cómo llegar—. Responde Toni también intrigado al ver a su amigo allí.

Ian llegó con una caja llena de regalos, un champagne y varias cosas dulces para compartir en el brindis de medianoche, saluda respetuosamente a todos los comensales y se sienta junto a Lara, ella estaba a su derecha y a su izquierda estaba sentada Sam.

— ¿Ian, qué rayos haces aquí?—. Le susurra Sam al oído.

—Luego hablamos, no hagas una escena ahora—. Dice Ian entre dientes para que Lara no lo escuchase.

La cena fue muy cálida, se habló de todo, los suizos contaron anécdotas que les había pasado en otros lugares del mundo, “dichoso de ellos que podían darse el gusto de viajar”, fue un comentario que hizo Sam entre dientes.

Cuando todos terminaron de cenar salieron al patio para tomar unas copas esperando que se den las 12.

Sam aprovecha que Lara queda levantando la mesa, para increpar a Ian.

— ¿Bueno ahora dime qué haces aquí?—. Pregunta Sam. Enojada.

—Sam, no quiero discutir, pero, mira las cosas con Stefhi no iban bien, y decidí terminar con la relación hace una semana—. Le responde Ian muy interesado en que le quede claro que no engañaría a su amiga.

— ¡Chicos faltan 10 para las 12!— Dice Lara saliendo al patio con varias copas de champagne.

Comenzando la cuenta regresiva, 10, 9, 8…3, 2, 1. — ¡Feliz Navidad!— Gritan todos alzando sus copas. Lara saluda a Sam con un fuerte abrazo.

—Feliz navidad, amiga, gracias por estar siempre a mi lado—. Dice Lara un tanto emocionada.

—Amiga, tú sabes que siempre estaré a tu lado para lo que necesites… Le dice Sam secándole una lágrima que comenzaba a desplazarse.

El abrazo fue muy cálido, pero no duró mucho ya que Ian espera detrás de Sam, él le toca el hombro con el dedo índice y le dice al oído –bueno creo que es mi turno de abrazar a esta muchacha—.

Sí, sí. Aquí la tienes, maldito canalla. Sam se aparta dándole un topetón con el hombro, dejándole el lugar a Ian.

—Feliz navidad mi reina—. Dice Ian tomándola por el cuello, acercándose lentamente, frente con frente.

Ella le dice —feliz navidad, mi príncipe encantador— y ambos sellaron esa linda escena con un hermoso beso muy apasionado.


Capitulo X

“La Madre”

Ian estaba sentado en su asiento en el estudio de su casa, mirando fijamente y muy pensativo la ventana. La madre de Ian golpea la puerta que estaba entreabierta pero él no la escucha y ella entra.

— ¿Ian, te encuentras bien?—. Dice la madre —te he llamado varias veces para que bajes a almorzar. ¿Te sucede algo?—. Ella se acerca lo toma de los hombre y le da un beso en la cabeza.

—He, no mamá. Estoy bien, es que tengo muchas cosas en mi cabeza y necesito pensar un poco—. Le dice Ian tomándole una mano.

— ¿Es por lo de Stefhi?—. Pregunta la madre girando el asiento de Ian para poder verlo a los ojos.

—No mamá, es otra cosa. Este año me recibo, por suerte tengo un estudio donde empezar a ejercer de abogado, he estudiado tanto y la verdad me gusta mucho la abogacía, es algo que me nace, pero en este último tiempo quiero más que nunca obtener mi título he irme de casa—. Dice Ian levantándose de su asiento.

— ¡Ian! ¿Pero, porque quieres irte de casa? ¿Acaso paso algo con tu padre?—. Dice la madre preocupada por la decisión que tomó Ian.

—Mamá sé que quieres mucho a Stefhi, pero nuestra relación iba en lados opuestos. Stefhi es hermosa pero muy vanidosa y a pesar de tener un buen pasar económico, es muy vacía de alma, tiene cosas que no me gusta, y lo he descubierto en estos últimos meses, no sé lo que ha cambiado en ella para que se vuelva así, o yo nunca note nada de eso, hasta…

— ¡Hasta que!—. Interrumpe la madre de Ian.

—Mamá, no espero que entiendas, pero que aceptes la decisión que estoy tomando—. Dice Ian preocupado por la reacción que está tomando su madre.

—Ian, todavía no respondiste, ¿hasta qué?—. Vuelve a preguntar la madre de Ian, esta vez un poco subido de tono.

—Hasta que conocí a una muchacha—. Dijo Ian levantando la voz.

— ¿Una muchacha?—. Dijo la madre. — ¡Espero que no sea la misma muchacha que vino a tu fiesta de cumpleaños?—. Concluyó muy exasperada.

¡Sí, es ella! ¿Cómo lo sabes?—. Pregunta Ian intrigado.

—Me lo contó Lupe, me crucé con ella en el shopping y me dijo que los vio besándose en la sala, y luego estuviste con ella toda la noche, también me dijo que era algo vulgar, que no parecía de nuestro entorno. Ian, dime que no dejaste a Stefhi por una simple muchachita de barrio—. Dijo la madre acariciándolo en la mejilla mirándolo fijamente esperando que Ian le diga lo contrario.

— ¡Mamá! Lara aparte de ser muy hermosa, es dulce, comprensiva, es una excelente persona, estudia para ser profesora, y es muy inteligente—. Le dice Ian con los ojos sollozos apartando las manos de su madre del rostro

—Ian, ¿estás llorando?—. Pregunta la madre.

—Mamá me enamore de Lara. Y sé que no la aceptaran por eso quiero irme, para poder ser feliz con ella—.

La madre se sienta en el sillón pensando en que decir, tratando de no herir los sentimientos de Ian, he hacer lo posible a que su hijo no se fuere de la casa.

—Ian, hijo, si tanto la amas invítala a cenar quiero conocer la mujer por la que mi hijo está pensando dejar la familia—. Esto último la madre de Ian lo digo con una leve sonrisa para que Ian no dude de su amabilidad.

— ¿Enserio mamá, quieres conocerla?—. Pregunta Ian dudando de las palabras de su madre.

—Sí hijo, hablaré con tu padre—. Y ambos son interrumpidos al entrar el padre de Ian.

—Lamento interrumpir esta linda y conmovedora charla; hijo, tienes toda mi aprobación si realmente quieres irte—. Dice el padre de Ian, mirando fijamente el rostro de su esposa.

— ¡Arthur! ¿Cómo vas a permitir que tu hijo se vaya?—. Le grita la madre de Ian a su esposo.

— ¡Vamos Elena, si tu no quieres a nadie, más que a ti misma, si tu hijo está enamorado de esa muchacha déjalo ir, si esa muchacha viene aquí tú le harás la vida imposible!—. Le dice Arthur a Elena.

—.No quiero hablar más de la muchacha ahora, no quiero hablar más de esto, ya lo haremos más adelante, pero Ian no se va a ir de la casa—. Dice Elena con un nudo en la garganta casi a punto de llorar.

—Ok, está bien mamá, bajemos a almorzar que se enfría la comida—. Dice Ian tomando a su madre por los hombros guiándole el camino.

Ian y su padre intercambian miradas de complicidad. Ian le brinda una sonrisa a su padre, y este le hace un guiño de ojos. Todos bajan al comedor para tener un lindo almuerzo en familia.


Capitulo XI

“La otra”

El primero en conocer a Lara fue el padre de Ian, no fue algo planeado, fue pura coincidencia.

Ian pasa a buscar a Lara por el instituto y la invita a tomar algo a un restaurante muy cerca de donde él estudia.

Ian tenía muy poco tiempo para ver en el día a Lara, ya que por la mañana él trabaja y por la tarde va a la facultad de derecho y como le falta muy poco para recibirse se pasa todo el tiempo estudiando así como también Lara; solo se ven los fines de semana o como en este momento un rato antes de que entre a la facultad.

Sentados muy acaramelados, disfrutando del momento que están pasando, Ian observa su reloj y ve que ya es hora de entrar a la facultad.

Paga la cuenta y se dirigen a la puerta, cuando ellos están abriendo la puerta, el padre de Ian estaba a punto de entrar al mismo restaurante, grande fue el asombro de Ian al ver a su padre allí, y no es porque fuese que no quisiera presentarle a Lara, porque sería algo muy grato para él presentarle a la mujer que ama.

El asombro fue, por qué su padre no venía solo, estaba acompañado de una mujer, y la llevaba de la mano. Pero su sorpresa no concluye ahí,

La mujer con la que estaba su padre era Stefhi.

Su padre quiso dar una explicación, pero Ian estalló de ira dándole un fuerte empujón a su padre, gritándole lo miserable que es., Lara sin entender nada intenta separarlos y terminar con el show que se estaba produciendo.

Stefhi avergonzada se escabulle entre el público, a lo que Ian la ve correr, y le grita –“si corre maldita trepadora”—.

Su padre se levanta del suelo, intenta decir algo, pero Ian lo interrumpe— como te atreviste— tomándolo de la solapa del traje —millones de mujerzuelas, y la escogiste a ella—

Ian suelta a su padre se toma de la cabeza y piensa un instante, — claro ahora entiendo, por eso cuando le conté a mamá que me iría de casa por elegir a Lara antes que a Stefhi, tú no te opusiste—.

—No Ian, no ha pasado nada con Stefhi—. Dice el padre.

Ian no creía las palabras de su padre, y lo mejor que sintió en ese momento fue en tomar a Lara del brazo he irse de allí.

El padre decía cosas pero Ian no escuchaba nada, el solo quería irse.

Suben al auto de Ian, y en todo el trayecto del restaurante a la casa de Lara Ian solo maldecía a su padre y a Stefhi.

Una vez llegado a la casa, Lara baja del auto sin despedirse de Ian, cierra la puerta con furia, entra a la casa a toda prisa sin escuchar lo que Ian le gritaba.

El da un par de vueltas y vuelve a la casa de Lara para conversar con ella. Toca a la puerta del cuarto de Lara, pero ella no deseaba abrirle, le pide que se fuera, él le pide disculpas y que abra para conversar, no quería marcharse estando peleados. Lara le dice, que cuando ella sienta ganas de hablar con él ella lo llamaría, pero en ese momento estaba muy dolida y confundida por la escena que presenció, y sobre todo por descubrir que Ian le ocultó la existencia de Stefhi.

Ian se marcha diciéndole –Lara lo siento mucho, yo te amo— Ese “te amo” fue con un nudo en la garganta.


Capitulo XII

“El viaje, su primera vez”

Sam sorprende a Lara invitándole a unas minis vacaciones en una casa con vista al mar.

Lara acepta entusiasmadísima, era la primera vez que conocería el mar.

El viaje fue planeado por Ian para sorprender a Lara y así reconciliarse, desde el desafortunado encuentro con el padre de Ian y su pelea, ellos no volvieron a verse, aunque Ian la llamaba todo los días, Lara necesitaba su tiempo.

Toni y Sam pasan a buscar a Lara muy temprano, ella toma asiento coloca su bolso a un lado y se relaja, el viaje sería largo.

Estacionaron el auto en la cochera de la casa, entran y lo primero que ven a través de sus grandes ventanales es la vista espectacular que tiene, el sol estaba asomando por el horizonte, a lo que del mar brotaba bellas olas doradas rompiéndose en la costra dejando doradas espumas.

Al atardecer, ellas salen a caminar por la playa, para Lara todo era por primera vez, la primera vez en la playa, la primera caracola que encuentra, la primera vez que sentía plena gratitud por la amistad que tiene a su lado.

Mientras ellas caminaban a sus espaldas se acerca Toni manejando un cuatriciclo, invitándoles a ir a tomar unos tragos, Sam acepta de inmediato, mientras que Lara, decide quedarse y descansar en la casa.

Lara entra a la casa, va al baño y abre el grifo de la tina para darse un baño relajador y luego descansar en su cuarto.

En el tiempo que ella se relaja en la tina, Ian había organizado una sorpresa a su amada, arrojaron pétalos de rosas desde el baño hasta el cuarto de Lara, en el cuarto se prendió varias velas para darle un toque cálido al ambiente, en una mesita una botella de champaña enfriándose con una copa y una rosa en un pequeño florero, sobre la cama un ramo grande de rosas rojas con varios pétalos dispersos por todos lados y un sobre.

Al salir del baño Lara se asombra al ver el camino de rosas, de inmediato pensó en Ian, en el trayecto del baño al cuarto su corazón latía tan fuerte que en el silencio de la casa se lo podía oír. Para cuando entra al cuarto estaba tan emocionada que sus ojos se llenaron de lágrimas, ese gesto de Ian, en sorprenderla con todo eso, también era la primera vez para Lara.

Ella se sienta en la cama y secándose las lágrimas toma el sobre y lo lee.

Lara.

Si estás leyendo esto es porque recibiste las rosas y el champagne, me hubiera gustado tanto ver tu expresión al recibir esta sorpresa, pero bueno, la cosa es que… se cerró la puerta y quedé afuera en el balcón. Sal te estoy esperando…

Lara se levanta de prisa, abre la puerta del balcón arrojándose en los brazos de Ian. Él la besa con mucha pasión la toma entre sus brazos la levanta y la lleva al cuarto al lado de la cama, con un brazo sacude la cama y arrojando las rosas al piso, lentamente le quita el nudo de la bata de baño dejándola abierta, pone sus manos sobre los hombros de ella por debajo de la bata y se la suelta. Ella con un nerviosismo solo puede desabotonar dos de los botone de la camisa, él hace el reto, se saca los zapatos y se desprende el pantalón, quedándose así ambos en ropa interior.

Oh Dios mío, eres bellísima. Dice Ian mirando de arriba abajo el hermoso cuerpo de Lara, pálido delgado con una perfecta forma de reloj de arena.

Lara ruborizada se tapa con los brazos. Él le dice que no debería de sentir temor, que él no le haría nada que ella no quisiera. Lara no sentía miedo pero hacer el amor era otra de las cosas que haría por primera vez.

Ian se acerca a ella poniendo sus manos en el cuello de ella, la mira fijamente y le dice –no sabes cuánto te deseo— la besa, la acuesta quedando arriba de ella, le toma las manos y se las sostiene por encima de su cabeza, besándola desciende lentamente por el cuello, con la otra mano desprende el brasier dejando descubierto sus senos, ella respira hondo en cada beso que él le propina entrando en un éxtasis de sensaciones. Ian acaricia los senos de Lara besándolos, pero no se detuvo allí, siguió bajando, ahora con ambas manos le desliza la vedetina hasta quitárselas por completo, le toma un pie la mira fijamente y comienza a darles pequeños besos deslizándose muy despacio hasta llegar a ese pequeño monte de venus recién rasurado.

Lara comenzó a hacer pequeños sonidos de placer que hicieron que Ian se excitara tanto que quiso penetrarla, ella dio un pequeño alarido, que Ian tuvo que detenerse he ir más despacio, una vez adentro, solo restaba el punto máximo de ese vaivén que se genera con gran excitación.


Capitulo XIII

“Una maldición”

Lara estaba acostada en su hamaca paraguaya, leyendo un libro cuando sonó el teléfono. Sin ganas se baja de ella y atiende. Era Toni, no se entendía mucho lo que él decía, solo se escuchaba su llanto muy angustioso, Lara trataba de entender sus palabras y lo único que escuchó fue “ese hijo de puta la mato”.

Por unos segundos la mente de Lara quedó en blanco repitiendo esas últimas palabras, “la mato”.

Lara suelta el teléfono y sin dudarlo corre hasta el departamento de su amiga. A metros antes de llegar un tumulto de gente entre policías, a medida que se acercaba reconoció a Ian consolando a su amigo que estaba sentado en el suelo.

Más allá un bulto tapado con una sábana blanca, se acerca hasta los muchachos y sin comprender la escena debido al shock pregunta, — ¿Ian que sucede, Sam dónde está?—.

Ian la mira, se levanta, la abraza con fuerza. –Lara, cariño, Sam fue asaltada y el malviviente le dio un tiro en la cara, ella murió—. Dijo Ian.

La escena posterior a esas palabras fue desoladora, Lara estallando en llanto, suplicando a Dios por la vida de su amiga.

El reporte policial decía que Sam fue sorprendida en la entrada de su departamento por un masculino con intención de robo, este portaba un arma, y ante la negativa de Sam de ser asaltada y perder sus pertenencias, este le propina un disparo en el rostro. El disparo pudo ser intencional o haberse escapado por el forcejeo causado por la víctima. El delincuente se dio a la fuga sin llevarse el botín.

Fue muy duro para ellos haber perdido a Sam, Toni y Sam estaban juntos desde que ella tenía 16 años, se conocieron cuando ella iba a la escuela secundaria, y un tiempo más tarde ella abandonaría la escuela porque había quedado embaraza. Sam fue criada por su abuela, y ella al enterarse de su embarazo hizo que Toni y Sam se fueran a vivir juntos, ella perdió a su bebé a pocas semanas antes de la fecha de parto, Pre eclampsia dijo el doctor. Su pérdida causó mucho dolor en aquel entonces para ambos, pero pudieron salir adelante gracias al amor que se tenían el uno al otro. Hoy Toni necesita más fuerza que nunca eran las palabras de los allegados.

El velatorio de Sam fue muy íntimo, Lara escribió una carta de despedida a su amiga del alma.

Querida Sam:

Fuimos más que amigas, fuiste mi hermana, hoy no existe peor dolor que el haberte perdido, no supe lo que es recibir el amor de un padre o una madre, solo tu amor incondicional de hermana que me brindaste, solo eso me queda, un recuerdo. Jamás te perdonaré haberme dejado. Jamás entenderé el valor de un bolso, una billetera o un maldito celular, ¡jamás! Tu vida era más valiosa. Si existe un consuelo hoy en día, es saber que tu bebé se reencontró con su madre, te extrañare por siempre.

Tú hermana fiel Lara.


Capitulo XIV

“Tener suegra, es toda una maldición”

Ha pasado ya unos meses después de la muerte de Sam. Su partida provocó en Lara un gran vacío que se le era difícil de pensar en estar a solas con Ian. En cambio Ian a pesar de que la amaba sabía que Lara necesitaba tiempo, y mientras este pasaba él dedicaba su tiempo a sus estudios y así terminar su carrera.

Ian llama a Lara para comunicarle que se graduará la semana próxima y que a él le gustaría mucho que ella estuviera presente.

Por el contrario ella no sentía ganas de asistir aunque si estar con él. Le agradece por la invitación y le dice que lo iba a pensar.

Al llegar el día de la graduación en la casa de Ian se organizaba una fiesta.

Un día antes recibe la confirmación de Lara a su fiesta, Ian pasa a buscarla por la tarde para conversar un rato antes de ir a la casa.

Entra a la casa se dirige al cuarto de Lara golpea la puerta y ella le grita desde adentro que entre, el entra y nota un par de vestidos muy lindos sobre la cama, Lara sale del baño en ropa interior, Ian quedo boquiabierto a verla así. Ese conjunto de hermoso encaje negro y rojo con diminutas tiras al costado de la cadera lo dejaron flashado, los ojos de Ian iban de arriba abajo pensando por dónde empezar a mordisquear esa hermosa y deliciosa fruta de la pasión.

— ¿Qué sucede Ian, no te gusta lo que ves?—. Dice Lara dando una vuelta en sí.

—Disculpe señorita, ¿se podría fijar allí adentro si no está mi novia? Ella es una chica muy parecía a ti—. Dice Ian acercándose hasta ella tomándola de la cintura, besándola muy apasionado acariciando todo el cuerpo semidesnudo de Lara.

—Lara si no me pides que me detenga ahora, tendré que quitarme toda la ropa—. Dice Ian besándole el cuello.

—Quien te detiene—. Dice Lara acariciando sus partes pudendas.

—Oh…. —. Dijo él y la hace suya sobre la cama.

Una hora más tarde, llama la madre de Ian al celular, el atiende y le dice que en unos minutos estarían llegando… rápidamente se visten y salen.

Cuando llegaron a la casa había mucha gente, muchos de ellos amigos de Ian, ellos entraron tomados de las manos, Ian saluda y presenta a Lara como su novia a sus amigos.

De la puerta de calle hasta la galería de la casa hay una lindo sendero de piedras, la galería tiene al menos 6 escalones y en cuanto Elena ve entrar a Ian ella baja esos escalones con mucha elegancia, con ambos brazos abiertos como si estuviera haciendo una alabanza, y a voz alzada dice —oh ahí entra mi hijo, un aplauso para el nuevo abogado de una larga lista de abogados en la familia Prestton— todos aplauden, y ella abraza a Ian obligándolo a soltar la mano a Lara. Se pone en medio de ambos dándole la espalda a Lara.

—Felicidades cariño— fueron sus palabras dándole dos besos.

—Gracias mamá, quiero presentarte a alguien—. Dice Ian tomando las manos de su madre dando un paso atrás.

—Hay hijo, primero lo primero ven que quiero mostrarte una sorpresa—. Dijo Elena llevándose a Ian hacia adentro de la casa.

Ian mira a Lara y en silencio le dice— ya vuelvo, espérame, te amo—

Lara con la mano le hace el gesto de “ve, ve”. Sonriendo.

Una vez dentro de la casa, Ian sermonea a su madre por ser descortés con Lara.

—Hay, hijo ya tendré tiempo de conocer a la muchacha, ahora tengo una sorpresa—. Y Elena lleva a Ian a presentarle a la hija de una amiga, que en la infancia eran muy amigos.

—Te presento a Rebeca, ¿te acuerdas de ella?—

— ¿Rebeca? ¡Oh cuánto has crecido!—. Fueron las palabras de Ian muy sorprendido de la bella mujer que tenía enfrente.

—Hola Ian, felicitaciones—. Dice Rebeca, muy atractiva se acerca a Ian dándole un beso muy cerca de la boca.

Ian muy feliz de volver a ver a Rebeca olvidado a Lara en el jardín.

Lara no se preocupó de que Ian tardara en volver por ella. Le habían ofrecido una copa de vino blanco, y unos canapés, y caminando por el jardín, ve que Toni también estaba y fue a conversar con él.

Toni ya no era el mismo, su voz estaba muy apagada y no podía dejar de recordar a Sam, todo le traía recuerdos. La conversación se interrumpe con la presencia de Elena.

—Así que tú eres Lara—. Dijo la madre de Ian mirándola de arriba abajo tragando saliva un poco amarga.

—Hola, si soy Lara, mucho gusto en conocerla Elena—. Dice Lara ofreciendo un saludo de manos.

Elena estira la mano y la saluda con tres dedos haciendo que el saludo fuese un poco desagradable para Elena.

— ¿No has visto a Ian? Hace unos minutos lo vi charlando con una mujer muy hermosa en la casa, pero ahora lo estoy buscando y no lo encuentro. Tu Toni ¿no viste al sinvergonzón de tu amigo?—. Dijo la madre de Ian un poco reacia.

—No señora—. Respondieron ambos.

A Lara no le gusto escuchar que Ian estuviera acompañado de otra mujer, pidió disculpas a Toni y fue a buscar a su amado ya que él parece haberse olvidado por completo de que Lara estaba en la fiesta.

Cuando Lara encuentra a Ian, este seguía conversando con Rebeca, ella se acerca por detrás de él, y en cuanto Rebeca nota la presencia de Lara a pocos metros de ellos, Rebeca se acerca a Ian y lo besa. Lara en su asombro solo dice “Ian” y se marcha, él empuja a Rebeca diciéndole cómo se atrevió, y corre tras ella, Rebeca lo toma de un brazo impidiendo que él se fuera, —Ian es solo una muchachita, ya se le pasará— dice ella. Ian hace caso omiso a sus palabras y le quita la mano del brazo.

Doña Elena vio que Lara bajaba los escalones de la galería con mucha prisa y la increpa.

—Hay muchachita ¿ya te vas?— dice Elena muy soberbia. —Fue un gusto en conocerte—. Le grita, pero para entonces Lara estaba llegando a la puerta de salida.

—Ian querido, ¿dónde piensas ir? No creo que ir ahora tras ella sea una buena idea—. Dijo Elena tomándolo del brazo a Ian cuando intentaba ir detrás de Lara.

—Mamá espero que esto no sea idea tuya—. Dice Ian mirando cómo se alejaba Lara.

Por la mañana Ian va a la casa de Lara entra y golpea la puerta de su cuarto.

—Lara, soy Ian, lamento lo de anoche no fue mi intención, ella me besó—. Dice Ian apoyando la cabeza sobre la puerta.

—Vete Ian, vuelve con tu gente—. Dice Lara sentada tras la puerta.

—Lara, mi gente y mi mundo eres tú, esto fue planeado por mi madre—.

— ¡Tu madre! ¿Y el beso también?—. Dice Lara abriendo la puerta.

—Oh Lara, lamento…

—Lamentas ¡que! Dejarme afuera mientras tú te pasabas charlando con esa…

—Lara, Rebeca es una simple amiga de la infancia, vino a la fiesta invitada por mi madre—.

— ¡Y por qué! si era tu amiga ¿Por qué te besó?—. Dice Lara muy enfadada.

—No lo sé—. Dice Ian abrazando a Lara.

—Ella no significa nada para mí—. Ian la besa diciéndole lo mucho que la ama.

Se reconciliaron tres veces ese día.

Por la tarde mientras Ian se daba una ducha, Lara ve que el celular de Ian sonaba y sonaba, hasta que toma el celular y atiende. Del otro lado estaba Rebeca.

—Hola cariño gracias por atender,¿ quieres que nos veamos para tomar algo y así recordar viejos tiempos?

— ¿Perdón quién habla?—. Dice Lara muy enfadada.

— ¡Oh lo siento!—. Y cuelga Rebeca.

En ese momento sale Ian del baño y Lara con mucha furia le tira el celular por la cabeza, él por suerte lo esquiva.

— ¡Estás loca Lara!—. Dice Ian sorprendido.

— ¿Eran solo amigos, no….? ¿Con que no pasa nada con ella?—. Lara toma la ropa de Ian sale con prisa hacia la puerta de calle y arroja la ropa a la vereda.

Ian la sigue pidiendo que le dé una explicación del porqué se había enfadado.

Ella lo empuja y entra a la casa, dejándolo afuera parado tan solo con una toalla cubriéndolo en la cintura. Antes de cerrar la puerta le dice – no quiero verte nunca más maldito patán—.


Capitulo XV

“Una visita al doctor”

Una mañana mientras tomaba el desayuno, Lara siente un malestar en el estómago, no le dio mucha importancia, y sale camino al instituto, faltaba unos meses para terminar el primer año.

Por la tarde de ese mismo día mientras pasaba por una confitería sintió el deseo de comer lemon pie. Entra a compra uno pequeño y continua el regreso a casa.

La relación con Ian siguió de mal a peor, por lo que decidieron terminar a pesar del amor que se tenían.

Ya en su casa Lara se prepara un café, corta una rebanada de pie y sale al patio a disfrutar de la hermosa tarde primaveral.

No alcanzó a comer el primer bocado, que las náuseas hacen que arroje todo el contenido del estómago en un bello macetón de Prímulas azules. El asombro de Lara hizo que mire de inmediato el calendario que estaba en la puerta del refrigerador. — ¡ mierda, y más mierda!— fueron sus palabras de gran sorpresa, — 1, 2, 3, 4…20,21…34,35… ¡45 Días! ¡Oh, no puede ser! ¡No pude ser! — se agarra la cabeza y estalla en llantos, se sienta en el piso— ¿qué voy hacer ahora? Fue lo que dijo metiendo la cabeza entre las piernas.

Pasó media hora llorando en el piso con la cabeza entre las piernas con los brazos cruzados, cuando llega del mercado Martha.

Martha era la nueva empleada que había contratado Lara para los quehaceres domésticos, como limpiar la cocina hacer compras y mantener limpio el patio y la habitación de ella, Lara le brindaba un sueldo y un techo para vivir.

Martha venía de un pueblo lejano a trabajar a la ciudad, y así poder ayudar a su madre que quedó sola en el pueblo.

—Oh, muchacha, ¿qué tienes?—. Dice Martha arrodillándose frente a ella acariciándole la cabeza.

Lara se pone de pie, se seca las lágrimas, y le cuenta las buenas nuevas.

Martha se levanta, corre una silla la hace sentar y junto a ella también se sienta tomándole las manos.

—Mira corazón, el tener un hijo es una bendición, no tienes que estar llorando… Dice Martha acariciándole el rostro.

—Lo sé Martha, es que no estaba en mis planes un hijo, no ahora, en un par de semana termino mi primer año y el próximo tendría prácticas en las escuelas, y un hijo frenaría mi carrera—. Dice Lara muy desahuciada.

—Puedes continuar estudiando estando embarazada—. Dice Martha acariciándole una mejilla

—Sí pero después que nazca, tendré que cuidar de él y ya no podría seguir con la carrera—. Dice Lara sonándose los mocos.

—Un paso a la vez cariño, un paso a la vez. Dios pone piedras en el camino, no muros, ya veraz que todo se solucionara—. Le dice Martha dándole un abrazo confortable.

—Si tienes razón, dios me puso muchas piedras, y esta, es otra—. Dijo Lara secándose las lágrimas con el dorso de su mano.

—Bien, así me gusta que pienses, bueno ve a tu cuarto que te preparare un rico caldito de pollo, “el caldo de pollo es bueno para curar el alma” dice mi mama cuando estoy triste, y me prepara uno—. Dijo Martha dándole un beso en la frente, levantándose de la silla.

—Gracias Martha, eres muy gentil—. Dice Lara levantándose de la mesa.

Por la mañana Lara hace una visita al doctor, éste le confirma su embarazo y le programa otra visita. Lara se va muy contenta, pero sintiendo una gran duda. — ¿Debería de llamar a Ian y contarle del bebé?— se pregunta por dentro Lara.

Al salir del consultorio ella pasa muy distraída por delante de Elena y no nota de su presencia.

Elena se acerca al mostrador y le pregunta a la recepcionista —¿A quién vino a ver la señorita Vellón?— pasándole un billete muy considerado por debajo de la ventanilla.

Ésta lo agarra mirando por ambos lados muy discreta y busca en la pantalla a qué médico vino a ver.

—Vino a ver al doctor Mc Tavis—. Dice la recepcionista

— ¿Al doctor Mc Tavis? Pero él es obstetra… ¡oh por Dios está embarazada la desgraciada!—. Concluye Elena y sale con mucha prisa en busca de Lara.

A pesar de llevar tacos, Elena caminó muy deprisa hasta lograr alcanzar a Lara justo antes de que tome un taxi.

—Hola querida Lara, que grato es volver a verte—. Dice Elena muy cínica.

—Lamento no tener el mismo gusto señora—. Dijo Lara muy osada.

—Mira muchacha, las cosas están así, he visto que viniste a ver al doctor, y gran fue mi sorpresa al enterarme que estas embarazada, y supongo que Ian es el padre, ¿no?—. Dice Elena mirándola como si estuviera viendo al diablo en persona.

Lara la mira con mucho enfado, y asiente a su pregunta.

Elena saca de la cartera una chequera, y con mucho descaro pregunta — ¿Cuánto precisas para desacerté del bebé?—

— ¡¿Cómo?! ¡¿Usted está loca?! Yo jamás haría algo así. ¡Por Dios! ¿Cómo se atreve? hágame el favor de guardar su dinero—. Dice Lara dando un paso atrás.

—Mira muchacha, ese niño será un estorbo para mi hijo, afectaría en su trabajo y aún más con la relación que está llevando con Rebeca, ellos están muy bien y ese pequeño y tú nunca encajarían en nuestras vidas. ¿Entendiste?—. Dice Elena ofreciéndole nuevamente el cheque.

Lara se queda muy sorprendida al escuchar que Ian está saliendo con Rebeca, aguantó las ganas de llorar para que Elena no disfrute del deseo de verla sufrir y que sus palabras causaron el efecto que ella quería.

—Escucha muchacha, toma el dinero y deshazte de ese niño o vete lejos con él por qué no responderé de mis actos, tu serias una mancha muy grande en la familia, y podría deshacerme muy rápido de una mancha—. Dijo Elena colocándole el cheque en el bolso de Lara.

—Quédese tranquila Señora, su hijo jamás se enterara de este hijo—. Dice Lara mientras detiene un taxi.


Capítulo XVI

“Un pueblo lejano”

Las últimas palabras que Elena le dijo a Lara le han quedado sonando días tras días en su cabeza y luego de haber terminado los estudios tomó la decisión de buscar donde mudarse.

Sentada en la cocina Lara busca en su laptop alguna ciudad bien alejada donde vivir y seguir con su carrera.

Martha estaba detrás de ella cocinando para el almuerzo.

—Martha, ¿de qué pueblos eres?—. Preguntó Lara

—Vengo de un pueblo muy al sur de la Argentina. ¿Porque lo preguntas?—. Dice Martha mientras arroja las cebollas a la cacerola.

—Sabes Martha la señora Elena me hizo una amenaza y temo que la cumpla, yo prometí que Ian nunca sabría de este hijo—. Le dice Lara mirándola a Martha como cocinaba.

—Oh cariño, si ella te amenazo tú debes denunciarla—. Dijo Martha dejando a un lado el cuchillo y las verduras.

—No puedo, ella es una mujer muy poderosa y su esposo es un juez y no conseguiría nada, es más, no quiero nada, pero no quisiera cruzarme nuevamente con ella o con su hijo—. Dice Lara acariciando su vientre.

— ¿Y qué estás buscando? ¿Dónde mudarte?—. Pregunta Martha ojeando la laptop.

—Sí, quisiera irme lo más lejos posible—. Dijo Lara retomando su búsqueda. —Dime como se llama tu pueblo—. Pregunta Lara.

—Rospentek Aike—. Dice Martha

Lara busca en el buscador el pueblo y cuando lo encuentra nota lo pequeño que es. –Es realmente pequeño el pueblo— dice Lara asombrada

—Si la verdad que sí, pero mi casa no queda ahí precisamente, mi casa está a unos 10 kilómetros de ahí, sobre un hermoso cerro lleno de pinos un estilo a la casa del abuelo de Heidi. Pero si tienes intención de mudarte, ¿Qué vas hacer con esta casa?—. Pregunta Martha

—He pensado mucho en eso y voy a venderla ahora que los estudiantes vuelven a sus casas. Es el momento de vender, he irme a alguna ciudad o pueblo bien lejano—. Dice Lara mirando el google maps.

Martha con mucha angustia vuelve a tomar su cuchillo y cortar las verduras.

Lara cierra la laptop se acerca a Martha y le pregunta – ¿Martha quieres volver a tu pueblo?—

—Solo si me das empleo en la casa que vayas a comprar—. Dice Martha con los ojos sollozos

— ¡¿Comprar una casa?! Yo tenía pensado ir a vivir en la casita de Heidi junto a ti—. Dice Lara sonriéndole y dándole un afectuoso abrazo.

—Hay pequeña sería un placer para mí y mi madre que vinieras a vivir con nosotras—. Dice Martha sonriendo y secándose las lágrimas.

—Bueno no se hable más a fin de año nos iremos, por el dinero no te preocupes, los gastos corre por mi cuenta—. Concluye Lara dándole un beso.


Capítulo XVII

“Un varón dijo la partera”

Eran comienzos de enero y Lara ya tenía todo listo para emprender el viaje hacia el sur.

La casa se vendió en un dos por tres, los compradores son un matrimonio con varios hijos adoptados y al ver en venta una propiedad con varias habitaciones con un bello patio no dudaron en consultar por el valor. Para su suerte estaba muy accesible. Lara lo único que quería era el dinero suficiente para empezar una nueva vida muy lejos de aquellos malos recuerdos, y sobre todo no volver a cruzarse con doña Elena. Ella temía mucho por la amenaza que le hizo, no temía por cruzarse con Ian, ya que podía decir cualquier excusa de quien es el padre, aunque a Lara le hubiese gustado que su hijo crezca sabiendo quien es su padre, esté o no con ella.

—Ok, Martha solo nos queda pedir un taxi hasta el aeropuerto, ¿tienes todo listo?—. Pregunta Lara dejando las valijas en el pasillo.

—Si corazón, déjame cerrar las llave de paso del gas y del agua. ¿Estas segura que no te olvidas de nada?—. Dijo Martha revisando una y otra vez su bolso.

—No Martha todo lo que no me cabía en esta maleta lo envié por encomienda… Dijo Lara con una agradable sonrisa.

A pesar de llevar casi cuatro meses de embarazo su vientre no se notaba aún, pero sus senos eran más grandes por lo que recibía muchas miradas de los caballeros.

Una vez en el avión ella sintió que todo lo que dejaba atrás era nada más que cosas materiales, lo que más le importaba en la vida lo llevaba con ella.

En el avión iba preguntándole a Martha como era el lugar, sus características.

Martha entró en un monólogo muy admirable de escuchar… —mira el pueblo es muy chico, el paisaje es más bien de pura estepa, en el invierno suele haber nieve más alta que una casa, eso es maravilloso. Mi abuelo cuando se instaló allí construyó su cabaña en la cima de un cerro y plantó alrededor de la cabaña muchos pinos para leña, y con el tiempo plató más pinos y más pinos hasta que se pobló casi naturalmente de pinares muy frondosos, y la cabaña quedó en medio de todo eso, y lo lindo de tener la cabaña en la sima, es la vista, ya verás cuando lleguen las primeras nevadas. Martha hablo y hablo que no se percató de que Lara se había quedado dormida en medio de su relato. –descuida cariño, en pocas horas estarás disfrutando de lo bello que es Rospentek. Concluyó Martha tomando una manta y posándola sobre ella.

Los meses siguientes fueron bellísimos para Lara; para cuando tenía que comenzar las clases Martha y ella alquilaron un pequeño departamento en la ciudad de Río Turbio a unos 16 Km. Allí Lara podía continuar con sus estudios y llevar un control de su embarazo en el hospital.

Lara se había encariñado mucho con Martha y Martha con ella. Lara entendió porque su tía siempre cambiaba de empleada, y la razón era para que Lara no se encariñe con nadie y que nadie le pueda decir algo o hacer que ella habrá los ojos sobre lo que hacía su tía.

Martha le brindaba ese amor de madre que ella esperaba y que nunca tuvo. Martha no tenía hijos, pero tuvo un esposo, este falleció, él era marino en una flota pesquera, un día de mucho viento en alta mar con olas de hasta 7 metros hizo que perdiera el equilibrio y el vaivén del barco hizo que el cayera al mar, su cuerpo nunca fue encontrado. La madre de Martha era una mujer hermosa, muy cariñosa y agradecida de que su hija esté de vuelta en casa, Lara para ella era esa nieta que nunca tuvo, y una vez que Lara se instaló en el nuevo departamento, la madre de Martha fue a vivir con ellas. Hasta el fin de curso. Pero lo que más deseaba era la llegada de un nuevo nieto, así lo llamaba doña Filomena.

Esa mañana hacía mucho frío unos de los días más fríos, la temperatura era de —7°, y las primeras nevadas habían caído hace una semana, pero esa mañana era imposible salir de la casa. Las clases se habían suspendido por la gran ola de frío. Era pasado el mediodía cuando Lara comenzó con los primeros dolores, los rezos de doña Filomena no sirvieron, ella quería que nazca un día no tan frío como ese día.

Martha llamó al centro de emergencia y dijeron que en una hora estarían los paramédicos en el lugar. La casa estaba muy cálida, pero Martha no dejaba de colocar leños al hogar y Doña Filomena, por las dudas preparo algunas sabanas y mantas por si habría que recibir al niño en casa.

Lara se encontraba tranquila aunque las contracciones eran cada vez más fuertes y lo único que quería era que llegaran los paramédicos.

Le habían dicho una hora pero ya habían pasado dos horas, Martha llamó reiteradas veces, y siempre le decían en una hora estarán ahí. Lara había llamado a su doctor un joven muy apuesto, este le dijo que iría en cuanto pare un poco la terrible ventisca que se levantó.

El niño no se hacías de esperar, y Filomena se puso un delantal, se esterilizó las manos y le dijo a Lara que se acostara en la cama, porque los médicos llegaran cuando el bebé haya nacido.

Los dolores eran muy fuertes así que hizo caso a los dichos de su nana, así la empezó a llamar ella.

Lara comenzó a pujar, y para el cuarto puje, su cabecita comenzó a asomarse.

—Vamos Lara un puje más y tu bebé ya sale—. Le dijo Martha que estaba al lado de su madre esperando el nacimiento del niño para tomarlo con una manta.

No se hizo esperar más cuando por fin Lara dio a luz.

¡Es un varón! dijo la partera, En este caso doña Filomena.


Capitulo XVIII

“Lo llamaré Mathias”

Como lo predijo Doña Filomena, los médicos llegaron segundos antes del nacimiento, ellos dejaron que Doña Filomena termine con el parto de Lara, ya que ella estaba haciéndolo muy bien el papel de partera.

Un minuto más tarde llegó el doctor de Lara.

¡Dr. Osvaldo! ¿Pudo llegar?—. Dijo Lara acostada en la cama.

— ¿Cómo te sientes Lara?—. Pregunta el Dr. Ayudándola a colocar una almohada detrás de ella para que se sienta más cómoda.

—Me siento bien Dr. Gracias por venir—. Dice Lara tomándole las manos con mucho afecto.

—No hay muchas paciente que visitar aquí, como ya has visto este es un pueblo muy chico, y las mujeres mayormente eligen el verano para dar a luz…— El Dr. Se ríe al ver el rostro de Lara entrar en asombro. —No, no es cierto, ya termine mi turno en el hospital y tu casa queda camino a la mía. Bueno iré a ver al pequeño, los médicos se están tardando un poco ya vuelvo con él.

Cinco minutos más tarde vuelve el Dr. Y con un rostro de preocupación se sienta al lado de Lara y le dice.

—Lara tu bebé es hermoso, está bien al parecer es un niño sano pero…

— ¿Dr. que tiene el niño?—. Interrumpe Lara muy alarmada.

—No tiene nada tu hijo, te aseguro que tiene dos manos y dos pies y en cada uno de ellos cinco dedos—.

— ¿Entonces Dr. Cuál es el problema, no entiendo?—. Dice Lara tratando de ver por encima de él lo que pasaba en la habitación enfrente de esta.

—No pasa nada, es solo que no sé cómo lo vas a tomar pero el niño nació con síndrome de Down—. Le dijo el Dr. Tomándole las dos manos.

Lara se tomó unos minutos pensando.

— ¿Lara estás bien?—. Pregunta el Dr.

—Sí, sí, Dr. Podría traerme a mi hijo, quiero tenerlo en mis brazos—. Dijo Lara acomodándose bien la manta para recibir a su hijo en sus brazos.

En la habitación entran Doña Filomena cargando al pequeño y Martha, los médicos se quedaron en la cocina tomando un café bien caliente para retomar su trabajo luego.

Filomena se lo entrega a Lara y ella lo tomó en sus brazos lo besa y con lágrimas en los ojos dijo —nunca me había sentido así, he conocido al amor de mi vida—.

A todos conmovió esa hermosa imagen de madre e hijo.

—Lara, ¿Cómo llamarás al pequeño?—. Preguntó Martha.

—Lo llamaré…— Se toma unos segundos sosteniendo su manito. —Lo llamaré Mathias como mi padre—. Dijo Lara dándole un beso en esa pequeña manito.


Capitulo XIX

“Otra visita al médico”

El verano llegó muy pronto, Mathias crecía muy rápido. Siempre tenía una sonrisa en su rostro y su Nana (Doña Filomena) se derretía con cada una de ellas.

Lara pudo graduarse como profesora de literatura y consiguió un puesto de trabajo en Rospentek, dejando así el lugar donde alquilaba en Río Turbio para volver a la casa de Martha en el cerro.

Ni bien se derritió toda la nieve Lara había mandado a construir una nueva habitación para ella y su hijo, Nana estaba feliz de tenerlos en la casa, Lara representaba la nieta que nunca tuvo y el pequeño era ese ser que llenaba ese vacío que sentía de no poder tener en brazos otro niño después de Martha.

Martha adoraba a Lara y ni hablar de Mathias, sus ojos eran azules como el cielo y su cabello rubio y sedoso tan fino que se podía ver esas pequeñas venitas en su cabecita. Se había formado una familia perfecta, tres madres, una del corazón, y un pequeño adorable que ya se hacía respetar en la casa como el Rey de ella.

Los años pasaron tan rápido, que Mathias ya tenía tres y era hora de comenzar el jardín de infantes, las tres mujeres fueron a acompañar al niño a su primer día.

Él entró al jardín y se escabulló entre sus pares como uno más. Muchos notaron de inmediato que el niño era Down mientras que otros no notaron ya que no tenía esa particular fisonomía de la mayoría de los niños Down. Pero eso a él no le impedía hacer su vida cotidiana como cualquier otro niño normal.

Mathias hizo amiguitos muy rápido, y todos los días deseaba llegar al jardín para jugar con ellos.

Un día por casualidad Lara se encuentra con el Dr. Osvaldo en el hospital cuando fue a hacerse ver por un malestar que venía teniendo hace un tiempo.

Ellos conversaron un largo tiempo mientras que ella esperaba a ser atendida.

Cuando llamaron a Lara para que entre al consultorio, el Dr. Osvaldo se despide diciendo — ¿algún día me darías la oportunidad de poder invitarte a cenar?—.

Ella lo mira asombrada, y le dice que sí.

Por orden médica Lara debería de volver al hospital para hacerse más estudios.

Una semana más tarde Lara vuelve para hacerse los análisis que su doctor le había mandado a realizarse.

Cuando Lara estaba caminando hacia la parada del colectivo un auto se estaciona junto a ella dando unas bocinadas para que esta se voltee.

— ¡Dr. Osvaldo! Me ha asustado—. Dijo Lara pegándose un buen susto.

—Lo siento Lara ¿quieres que te alcance hasta Rospentek?—. Dijo el Dr. Osvaldo asomándose por la ventana del auto.

Lara lo pensó por unos segundos, y al parecer no era una mala idea, el trayecto de Río Turbio a Rospentek era de unos 17 Km y unos 10 hasta el cerro, no se negó al ofrecimiento.

Mientras ellos iban camino a Rospentek ella le comentaba por qué visita al médico. Él al escuchar los síntomas y los estudios que debió hacerse, se ofreció a traerles los resultados en persona para que ella no tuviera que perder el día laboral. Lara quedó encantada por la generosidad del Dr. Osvaldo.

Al llegar a unos 5 km del cerro él hace a un lado el auto estacionando en la banquina del camino.

— ¿Lara existe la posibilidad de que algún día pueda llegar a tener algo contigo?—. Pregunto Osvaldo, mirándola fijamente a los ojos, y con una mano acariciando la barbilla de ella.

Lara, quedó asombrada ya que volvió a sentir esas mariposas revoloteando en su estómago. – Dr. Usted me parece un hombre muy interesante, es un hombre muy lindo, pero yo dedico todo mi tiempo a los niños del colegio y a mi hijo cuando no estoy educando—.

— ¿Entonces tengo que desistir en cortejarte?—. Dijo Osvaldo poniendo el rostro triste.

—No quiero herir sus sentimientos, usted me parece un hombre muy apuesto, pero no vería el momento en que pueda compartir con usted—. Dijo Lara mirándolo fijamente.

—Por eso no hay problema, tenemos toda una vida por delante—. Dijo Osvaldo acercándose a Lara para besarla.

El beso duro mucho más que unos segundos.

Pasare por ti el sábado para irnos a un bello lugar, puedes traer a Mathias él se divertirá mucho allí.


Capítulo XX

“Las malas noticias vuelan”

Veinte días más tarde el Dr. Osvaldo, con autorización de Lara, pasa por el laboratorio para retirar los estudios de ella.

En la ventanilla le comunican que se debería acercar al consultorio del Dr. Cooper, este hablaría con el Dr. Osvaldo sobre los resultados de Lara.

Después de que el Dr. Cooper le revelara los resultados del laboratorio más otros estudios que tenía ella hechos, el Dr. Osvaldo viaja hasta la casa de Lara, y la espera allí hasta su regreso.

Una hora más tarde Lara regresa junto al pequeño Mathias, y gran fue su asombro al ver a Osvaldo esperándola a unos metros del portón de entrada.

—Hola Lara, ¿cómo te encuentras?—. Dijo el Dr. Osvaldo dándole un beso a Lara y otro al pequeño.

—Un poco cansada, cada día estoy más cansada…— Mathias sale corriendo en dirección a la casa, su nana lo estaba esperando en el porche. —Yo no sé de dónde saca tanta energía este pequeño—. Dijo Lara poniendo sus manos en la cadera y estirando la espalda.

—Los niños son así, ellos nunca paran, hay que extrañarse cuando no quieren tener actividad—. Dijo el Dr. Osvaldo.

—Si lo se Dr. —. Dijo Lara dando un gran suspiro mirando desde lejos a Mathias, que abrazaba con mucha añoranza a sus abuelas del corazón.

—Lara, pase por tus resultados, y no pude traerlos, el Dr. Cooper quiere hablar contigo, vamos te llevaré—. Dijo el Dr. Osvaldo haciendo con la cabeza el gesto de que lo siga hasta donde él dejó el auto.

—Dr. No me asuste ¿es algo grave?—. Dijo Lara poniendo una mano en el corazón. —Espere que le avise a Martha—.

—Ya les dije que te llevaría conmigo hasta el hospital, ven sube—. Concluyó Osvaldo abriéndole la puerta del auto.

En el trayecto del cerro hasta el hospital no hablaron mucho, pero el Osvaldo quería saber sobre el padre de Mathias y porque ellos no están juntos. Lara le contó con lujo de detalles para que no se volviera a tocar ese tema, aunque el Dr. Insistió en que Ian debería de conocer a su hijo. Lara voltea clavándole la mirada –jamás lo sabrá, ¿entiendes?—. Dijo Lara elevando la voz. Siguieron el viaje sin decir una palabra.

Una vez en el hospital el Dr. Cooper hace pasar a Lara a su consultorio, y hace esperar al Dr. Osvaldo afuera.

Lara se sienta mientras el Dr. Cooper busca los estudios en su gaveta.

—Señorita Vellón lamento decirle que usted padece de cáncer pulmonar—.

Lara ante tan repentina noticia se toma unos minutos en silencio, luego se pone de pie y camina hacia la ventana y mirando hacia fuera pregunta. — ¿Tengo cura?—.

—Con suerte sí, pero está muy avanzado, haremos todo lo posible y podríamos empezar con la quimioterapia este lunes—. Dijo el Dr. Cooper buscando un lugar en su agenda.

— ¿Quimioterapia? No quisiera pasar por eso, y que luego se me caiga el cabello y ver que mi hijo no me reconozca, lo traumaría mucho—. Dijo Lara secándose las lágrimas de sus ojos mirando al Dr.

—Las quimio serán muy agresivas, pero no a todos los pacientes se les cae el cabello—. Dijo el Dr. Dando una esperanza a Lara.

— ¿No existe otra alternativa?—. Pregunta Lara.

—Por el momento no, te daremos medicación y calmantes pero lo que podría funcionar sería la quimioterapia—. Dijo el Dr.

—Dijo, ¿podría? ¿Ósea usted no está seguro de que vaya a funcionar?., Pregunta Lara afligida

—Lo lamento señorita vellón pero le vuelvo a repetir está muy avanzado—. Dijo el Dr. Buscando otra respuesta que decir echando un suspiro.

— ¿Cuánto me queda? Pregunta Lara con lágrimas en sus ojos

Cuatro, seis un año. Eso solo Dios lo sabe. Lara podríamos ayudarte a sobrellevar esta enfermedad pero no quiero esperanzarte, podríamos empezar con la quimio y no podría funcionar—. Dijo el Dr.

—Podría consultar con otro especialista, quizás en buenos aires…—

—Lara puedes consultar con quien vos quieras pero estarías perdiendo tiempo valiosos buscando otra respuestas, y todos te dirán lo mismo. — Le dijo el Dr. Interrumpiendo

—Está bien Dr. Iré a casa y pensaré en lo que are y como llevaré mi vida en lo que me quede por vivir—. Dijo Lara saliendo del consultorio.

Osvaldo lleva a Lara hasta el cerro y en todo ese trayecto ninguno habló. Lara se despide de él solo con un beso en la mejilla.

Se dijeron hasta luego sin quedar en volverse a ver.

Osvaldo en lo profundo de su corazón se le rompía el alma ver a Lara tan joven y llena de vida. Estaba enamorándose de ella y lo que más le dolía era saber que perdería a Lara tan pronto como la había conocido.


Capitulo XXI

“una carta inesperada”

Después de pensarlo y hablar con Martha y doña Filomena y sabiendo que no le quedaba mucho tiempo, decide llamar a Ian y hablarle sobre la existencia de Mathias.

Para Lara fue el golpe más duro que el destino le daba, y saber que Mathias quedaría solo, eso la desahuciada aún más.

Ella creció sin sus padres y sabe cómo es crecer sin ellos por eso decidió hablar con Ian.

Para Martha y doña Filomena el saber que perderán a Lara les ha causado un dolor muy profundo, amaban a Lara como si fuera de su propia sangre y cuando Lara partiese, perderían al pequeño también.

El amor que sentían por ese pequeño las desahuciaban el saber que no son familiares directos, y sabían que la justicia lo destituye al padre.

Lara llama a la casa de Ian, atiende su madre, al no querer hablar con ella, cuelga.

Un par de horas más tarde vuelve a llamar, y nuevamente atiende Elena, y vuelve a colgar.

Lara decide buscarlo por el buscador si tiene algún despacho donde llamarlo, lo encuentra, llama y atiende su secretaria, pregunta por él y la secretaria le dice que en ese momento no se encontraba, pero que podría dejar un recado. Lara le dice que luego lo llamaría que era importante y de suma urgencia, que tenía que hablar con él solamente.

La secretaria dice que si era muy importante podría decírselo a ella, que era su esposa. Ella se presenta como Rebeca.

Lara cuelga de inmediato.

Entre llantos y mucho dolor por cuán duro la estaba golpeando la vida, Lara piensa si en algún momento lograría hablarle a Ian.

Un día en la escuela Susana, compañera de trabajo de Lara, le había comentado que viajaría a Buenos Aires para conocer y vacacionar. Entonces Lara escribe una carta y le pide si le hacía el favor de entregarle personalmente a Ian esa carta.

Susana acepta a llevarle la carta a Ian.

Cuando Susana viaja a Buenos Aires, encuentra el despacho de Ian, pero no a él. Rebeca le dijo que estaría en la casa de la madre.

Lara le había dado la dirección de la madre por si no lo encontraba a Ian en su despacho.

Para Susana hacerle llegar la carta de Lara era muy importante, y más sabiendo las palabras que contenía ella.

Susana baja del auto y se para enfrente de la casa de Elena, espera afuera hasta ver salir a Ian.

Cuando ve salir a Ian ella se acerca y pregunta. — ¿Hola usted es Ian?—.

—Mmm hola—. Responde el muchacho, joven, apuesto, alto, rubio, ojos claros. Pero no era Ian. Era Fran, actual novio de doña Elena 25 años más joven. Después de que Arthur la haya dejado por Stefhi, ella rehízo su vida, comenzó a salir a asistir a fiestas y conocer a numerosos candidatos, Fran era uno de ellos. —Para una linda mujer como vos seria quien quiera que usted fuere— concluye Fran mirándola deseoso de tenerla.

—Mi nombre es Susana soy amiga de Lara, ella le escribió esta carta para usted—. Dijo Susana entregando la carta.

—Oh, bueno gracias—. Fran toma la carta sorprendido, por quien sería Lara pero no le dio mucha importancia y vuelve a entrar a la casa de Elena

Susana se marcha diciendo, pobre Lara enamorase de un sujeto así, tan baboso.

Fran entra y le pregunta a Elena si conoce a una tal Lara.

— ¡¿Lara?! Ella piensa por unos segundos. –Sí, ¿por qué preguntas?——Por qué dejó una carta para tu hijo—. Dice Fran entregando la carta a Elena.

Elena toma la carta y la guarda en la gaveta del escritorio de su cuarto, para leerla más tarde.

Una vez que Elena se sintió segura de que nadie la interrumpiera, decide en violar la intimidad de esa carta dirigida a su hijo.

Cuando abre el sobre se le cae una pequeña foto, era la imagen de Mathias sonriendo, fue tomada una tarde en que Osvaldo los había llevado a conocer un hermoso lago con pequeñas caídas de agua del deshielo de las montañas, se lo veía muy feliz en esa imagen.

La reacción de Elena al ver a su nieto no fue la reacción de una abuela. Toma la foto y la guarda en lo más profundo de su gaveta, y procede a leer la carta.

Querido Ian.

Sé que ha pasado un largo tiempo.

Quiero contarte que tengo un hermoso hijo de tres años, es muy parecido a ti, tiene tus mismos ojos, y hasta cuando sonríe se le hace ese hoyuelo en una sola mejilla, como a ti.

Te preguntarás porqué digo que se parece a ti, y es porque es tu hijo. SI, él es tu hijo y la razón en que nunca te lo dije fue porque tu madre amenazó contra la vida de él y la mía si algún día te enterabas de su existencia, y por tal razón tomé la decisión de marcharme y mudarme hacia un lugar muy lejano.

Sé que tu reacción ahora debe de ser impactante, y que debes de estar negando esta realidad, pero mi intención de hacerte conocer la existencia de tu hijo, no es porque quiera una manutención para él.

Con todo mi dolor y sufrimiento tengo que decirte que no me queda mucho tiempo de vida. Y Mathias quedara solo y terminará en algún hogar transitorio hasta que alguien quiera adoptarlo, y antes que pase algo como eso quiero que lo sepas, entenderé si no deseas tener a Mathias contigo por su discapacidad.

Tratare de que Mathias quede bajo la tutela de sus abuelas del corazón (así la llama él), ellas lo aman demasiado y le darán todo el amor que yo no tuve. Pero tú sabes que en estos casos un juez buscará algún familiar directo que quiera hacerse cargo o algún matrimonio que desee adoptarlo, ¿pero quién querría adoptar a un niño así? pasaría mucho tiempo y estaría de un lugar a otro hasta encontrar un hogar.

Ian sea cual fuese tu decisión quiero que sepas que aun te amo y con todo el dolor de mi ser, quiero que Mathias sea feliz, y crezca teniendo a su padre.

Sin más que decir espero una pronta respuesta.

Con cariño Lara.

Elena queda impactada al leer esas palabras, pero su maldad contra Lara no tiene fin, y decide esconder la carta junto con la foto de su nieto.

—Ian nunca sabrá de la existencia de su hijo, un niño así sería una mancha más grande que la de su madre en la familia—. Dice Elena cerrando la gaveta con llave.


Capítulo XXII

“Un Abedul en su memoria”

Después de la partida de Lara, Martha y Filomena quedaron devastadas, perdieron una hija y una nieta, ellas quedaron a cuidado del pequeño Mathias, el juez aceptó la petición de Lara en que sean Martha y Filomena quienes deban de cuidar del pequeño hasta que Ian decida acercarse al pequeño.

Un tiempo antes a su muerte Lara contrata un buen abogado para que le haga los trámites para que Martha sea la tutora legal, siempre y cuando el padre aparezca, pero este no podía llevárselo de un momento a otro, tenía que acercarse al niño de a poco, y cuando Mathias esté listo para irse con su padre, él podía marcharse. Martha y Filomena podrían visitarlo cuando ellas quisieran y el tiempo que ellas quisieran.

El Dr. Osvaldo estuvo con Lara acompañándola en todo momento, él realmente estaba enamorado de ella, pero Lara nunca pudo olvidarse de Ian, y Osvaldo lo sabía.

Unos días antes de que Lara cayera en coma, ella le agradece a Osvaldo por todo lo que él le brindó tanto a ella como al pequeño Mathias, le pidió disculpas por no corresponder a su sentimientos, aunque sí se sentía muy cuidada y querida. A Lara le hubiese gustado que el que le de todo ese amor y cuidado sea Ian, pero ella creía que él una vez más la había abandonado y no solo a ella sino a su hijo también.

Osvaldo se había enamorado de Lara desde el primer día que ella entró a su consultorio, nunca sintió algo igual con ninguna mujer de todo el pueblo, y no es que en Río Turbio no existan mujeres bellas, pero Lara tenía algo que enamoraba, él nunca supo que era pero cuando ella sonreía, él sentía deseos de besarla, y su mirada, esos ojos cafés brillosos que hipnotizaba. El aroma en su piel, la suavidad que sentía al tocarla, aunque nunca pasó más de acariciarle el cuello, o la panza cuando ella estaba embarazada. Él se volvía loco de amor al verla con el cabello recogido y ver esos pequeños mechones que ella se dejaba detrás de las orejas, se les hacían unos pequeños bucles, y él sentía unos locos deseos de besar ese cuello.

Osvaldo odiaba a Ian, no por haberla dejado, sino por no haberla amado como se merecía.

Lara era amada por todos en el pueblo, sus alumnos le brindaron un homenaje y plantaron un Abedul en su memoria. Plantaron ese tipo de árbol ya que tiene un significado para sus estudiantes y es que el Abedul significa la inspiración, y ella era una persona vivaz, atractiva, elegante, amistosa, no pretenciosa, modesta, no le gustaban los excesos, amaba la vida en la naturaleza y la calma, era apasionada por su trabajo, llena de imaginación, y crear un atmósfera de calma y satisfacción a donde ella iba.

A pesar de que todos los que la amaban la extrañaban y lamentaban mucho su partida, el pequeño Mathias era el único que no demostraba extrañar a su madre, aunque él guardaba debajo de su almohada una remera de Lara y así sentir el aroma a ella.

Martha creía que era debido a su condición, que el pequeño no extrañara la ausencia de Lara, y es que el pequeño recibía mucho cariño y amor por parte de todos en el pueblo. Doña Filomena lo llevaba todos los días después del jardín a la plaza a jugar al columpio, y al arenero como lo hacían antes de la partida de Lara.

Unos meses más tarde Martha decide guardar todas las cosas de Lara, para que Mathias no pregunte por ella y no tener que lidiar con una respuesta triste para el pequeño.

Ella coloca todas sus pertenencias en un baúl para guardarlo en el ático y cuando el día de mañana Mathias entienda él tuviese a su disposición las pertenencias de su madre.

Cuando abre la gaveta del escritorio había una caja forrada con un papel metalizado dorado muy bello, y tuvo curiosidad por ver que tenía dentro. No había mucho, una carta de Ian, unas fotos de ella y sus padres, y un recorte del periódico donde decía que una mujer fue hallada muerta en una casa dentro de un lujoso country, y que los investigadores creían que el autor del hecho fue su pareja, un reconocido abogado 20 años más joven, involucrado en varias estafas, pero nunca fue hallado culpable de tales acusaciones. La mujer era Teresa Guess.


Capítulo XXIII

“En los ojos de Mathias”

Era pasada la madrugada cuando suena el teléfono de Ian. Era Jenni, su hermana.

Lo llama llorando diciendo que su madre había tenido un accidente con el auto y que se encontraba grave en el hospital.

Él se viste rápidamente, toma la llave del auto y sale rumbo al sanatorio.

Elena estaba muy grave, había salido con unas amigas, y bebió de más.

Elena acostumbraba a salir y disfrutar de las noches y siempre bebía con sus amigas o algún amante. Elena es una mujer muy bella y en buena forma física, tenía muchos candidatos de varios rangos de edad, pero ella optaba por los más jóvenes.

Esa noche tenía una terrible borrachera, no debía de conducir, pero ella hizo caso omiso a los consejos de sus amigas y tomó el volante.

Ian entra a la habitación donde se encontraba su madre. Estaba toda vendada, solo se le podía ver un ojo, tenía muchas fracturas y estaba muy comprometido el vaso. Ella había dado de lleno con unas rejas de una propiedad, insertándose unos de los hierros en el pecho y otro en el estómago, el pilar que sostenía las rejas habían caído sobre el vehículo aplastándola causándole una fractura de cráneo.

Ian y Jenni se sentaron junto a su madre por si ella despertaba. Los médicos dijeron que habría que esperar 72 horas para dar un pronóstico alentador, aunque todo pareciese que estaba empeorando.

Elena despierta y Ian estaba a su lado tomándole la mano, ella a pesar de no poder hablar, quería decirle algo a Ian, entonces él se acerca a ella para poder escuchar lo que su madre quería decirle.

—Mathias, tu hijo—. Fueron las únicas palabras que dijo Elena, luego de decir eso, falleció.

Ian no comprendió lo que ella le dijo, pero sus palabras fueron muy claras.

De nada sirvió volverle a preguntar a su madre que quiso decir con eso, Ian le gritaba que repitiera las palabras que le explicara porque dijo eso, pero todo era en vano.

Dos días después del entierro, Ian le cuenta a Jenni sobre lo que su madre le dijo.

—Mamá guardaba muchos secretos Ian—. Le dijo Jenni observando el escritorio en el despacho de su padre.

Jenni se levanta del sillón y sube velozmente al cuarto de su madre. Busca en todos sus cajones algo que le pueda responder a la pregunta de Ian.

En lo que Jenni revisa los cajones de toda la habitación entra Ian.

— ¿Jeni que haces?—. Pregunta Ian asombrado al ver a su hermana sacar todo de los cajones.

—Una vez Fran me contó algo sobre una carta de una amiga de mamá llamada Lara. Ahora entiendo, no era una amiga, sino Lara, tu novia—. Dijo Jenni intentando abrir la gaveta del escritorio.

— ¿Estás segura?—. Pregunta Ian tomándole del antebrazo.

— ¡Suéltame estúpido! siempre que mamá bebía la escuchaba decir muchas barbaridades, entre ellas que ese pequeño era una mancha y luego ella estallaba en llanto—. Dice Jenni, intentando romper el cerrojo de la gaveta con un abrecartas.

—Con eso nunca lo vas a abrir, intenta con esto—. Le dice Ian pasándole una navaja.

Logra abrir la gaveta y busca entre todo lo que su madre guardaba alguna carta.

En el fondo de todo estaba la carta, Ian la toma y al abrirla se le cae la foto del pequeño Mathias.

Cuando termina de leer la carta, se sienta en el piso y estalla en llanto, sujetando la carta sobre su pecho. Había pasado un año en que su madre había recibido esa carta.

Ian le pasa la carta a su hermana y toma la foto, no le quedaba dudas de que el pequeño fuese su hijo.

Buscaron en el dorso de la carta si estaba la dirección de donde poder encontrar al pequeño, pero no había nada en ella. Buscaron el sobre donde estaba la carta, pero tampoco pudieron encontrarlo, Elena se había asegurado de romper en pedazos el sobre y luego botarlo al cesto.

Pero había algo que no se deshizo y era la foto del pequeño. En ella se podía leer a trasluz la localidad donde fue revelada la fotografía, y en un pueblo chico no había muchos locales de revelación.

Unos días más tarde Ian vuela hacia Río Gallegos, y una vez allí, toma un auto de alquiler y emprende viaje por la ruta 40.

Cuando Ian llega a Rospentek Aike era mediado de primavera, por lo que aún hacía frío y el clima era muy ventoso. Llegó casi anocheciendo, por lo que tuvo que alquilar una habitación en un pequeño bungalow en 28 de noviembre, un pueblo más arriba sobre la misma ruta.

Una vez que ya había amanecido Ian regresa a Rospentek Aike y no había mucho por donde buscar, había una guarnición militar, una iglesia, una escuela primaria, una secundaria, y un jardines de infantes. Ian sabía que su hijo estaría en el jardín, entonces esperó afuera del mismo todo el día para ver salir al pequeño.

Al ver que todos los niños ya se habían marchado hacia sus hogares, Ian se acercó a consultar con la autoridad del establecimiento sobre la asistencia del pequeño Mathias.

La directora al conocer quién era Ian le comunico que en los últimos días el niño no estaba asistiendo a clases debido a una pequeña gripe. La directora le da la dirección de la casa donde estaba viviendo el pequeño, y Ian conduce hacia allí de inmediato.

Cuando llega al cerro, golpea la puerta y sale doña Filomena, Ian se presenta, le explica lo sucedido con la carta y el motivo del porqué de su tardanza en llegar hasta ahí para conocer al pequeño.

Doña Filomena con esa dulzura de abuela comprende a Ian. —Nadie viajaría un año más tarde para conocer a un hijo si realmente no tuviera buenas intenciones—. Dijo Filomena.

—Martha, mi hija lo llevo al parque a jugar en el arenero y los columpios. Él se pasa un buen rato allí todos los días, ve que allí lo vas a encontrar—. Le dijo Doña Filomena señalándole el camino.

Ian, saluda a Doña Filomena con un abrazo y un cariñoso beso dándole las gracias, él vuelve al pueblo lo más rápido y prudente que puede hasta el parque. Al bajar del auto nota que solo un pequeño estaba jugando en el arenero, se acerca despacio y cuando está frente a él se arrodilla sobre una sola pierna lo mira;

El pequeño estaba jugando con unos camioncitos y al notar que alguien se había acercado a él, levanta la mirada y ambos se quedan unos segundos mirándose el uno al otro, ambos un una ligera sonrisa.

Para Ian ese fue el mejor momento de su vida, su corazón latía tan fuerte que parecía querer salirse por la garganta, entre un mar de sensaciones y con ganas de estallar en llanto de alegría, toma al pequeño en sus brazos y al ponerlo contra su pecho, miró al cielo, pidió disculpas a Lara por haberle fallado como hombre y le agradeció por el hijo que le dio.

Ian levanta al pequeño un poco más para poder mirarlo bien a los ojos. Y al ver esos ojos tan azules y brillosos, que se vio reflejado en ellos.

Ian no cesecito preguntarle a Martha que estaba sentada en el borde del arenero si él era Mathias, lo reconoció de inmediato.

Y Martha reconoció a Ian cuando éste se iba acercando al pequeño, no le cavia ninguna duda a ella que él era su padre, sus parecidos eran inconfundibles, aunque el pequeño tenía los ojos más hermoso que pudiera ver en otra persona.

Los ojos de Martha se llenaron de lágrimas al verlos a los dos reunidos, tanto así que decide dejarlos solos para que se conociesen, supo de inmediato que pronto el pequeño las dejaría, y eso por un lado le causaba felicidad porque el niño estaría con su padre como quería Lara y por otro lado ya estaba sufriendo porque perdería al niño, ya que Mathias debía de vivir con Ian.

Ian al ver que Martha se estaba yendo, él le dice más tarde llevaría al niño devuelta al cerro.

Ian paso toda la tarde junto a su hijo jugando en el parque y entre abrazos y muchos besos ellos realmente se veían felices.

Para cuando el sol se iba ocultando detrás de las lejanas montañas en el horizonte Ian regresa al cerro, golpea a la puerta para que Martha le abra, él niño se había quedado dormido en el camino por lo que Ian debió entrar con él para acostarlo en su cama.

­­­­­­­­­— ¿Quiere tomar un café caliente señor?— Pregunto Doña Filomena colocando la cafetera al fuego.

—No, le agradezco ya es tarde y no quiero causarles molestias, volveré mañana para visitar a Mathias—. Dijo Ian colocándose el saco con el que había tapado al pequeño para que sintiera frio al bajar del auto.

—No es ninguna molestia—. Dijo Martha ofreciéndole asiento en un pequeño sofá junto a la chimenea, donde estaban ardiendo unos pequeños leños, las noches eran frías aun.

Estuvieron un largo rato charlando, Ian les conto todo sobre la maldad despiadada de su madre contra Lara, y debido a su reciente muerte es que él conoció de la existencia de Mathias.

Unos días más tarde Ian seguía en Rospentek, por lo que decide visitar la tumba de Lara. Junto al pequeño Ian lleva un lindo ramo de flores y al ponerse frente a la tumba, él se arrodilla y con las lágrimas que caían por sus mejillas, Ian le dice a Lara.

—Lara, mi amor, sé que es tarde para pedirte perdón por todo el daño que te he causado, eso no te traerá de regreso, pero quiero que lo sepas, jamás te hubiese dejado si sabría de que estabas esperando un hijo mío, te doy las gracias por el hermoso hijo que me distes, es un niño muy amoroso y por lo que veo ama mucho a sus abuelas, él las ama a ellas y ellas a él, quiero que seas la primera en saberlo, y espero que me estés escuchando donde queras que te encuentres en este momento, lo he pensado mucho en estos días y me quedare a vivir aquí, no apartare nunca a este pequeño de esas mujeres ni de ti, acá es donde tu descansas y es acá donde Mathias crecerá. Sigues siendo mi ángel—.

Una vez en la casa Ian les comunica a Martha y a Filomena su decisión, ellas de tanta emoción lo abrazaron, lo besaron y le ofrecieron un lugar en la casa para él, Ian les agradeció por el buen gesto pero prefirió comprar una linda casa en el pueblo para poner su despacho allí.

Ian siempre estaba con el niño, y siempre que podía le decía —Hijo tienes unos ojos hermosos, son tan bellos que cualquiera se perdería en ellos, y a través de ellos siento que puedo ver a tu madre, ella era dulce, bella y tenía un alma muy generosa, como tú eres—.

Y así fueron pasando los años, Ian se divorció de Rebeca, puso su despacho en Rospentek, y sobre su escritorio coloco dos porta retrato, uno con la foto de Mathias y otro con imagen de Lara y una leyenda en ella que dice “siempre que necesite reencontrarte, te encontrare en los ojos de Mathias”.


Fin

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