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«Nuestro plan triunfará, papá»
Era un día nublado. Jessica estaba en su nuevo departamento. Como aún no terminaba de desempacar sus cosas, se hallaba sentada en el piso mientras leía para descansar un poco, el irse de casa a mitad de semestre no le ha sido muy grato, esforzándose el doble en el instituto y en su trabajo de medio tiempo, merecía un pequeño descanso. De pronto, una luz se enciende y se escucha música proveniente del mismo lugar, era su celular, el cual le indicaba que tenía un nuevo mensaje.
Max:
Hola Jessica. ¿Cómo estás?
Jessica estiró su mano para tomar su móvil, iba a responder, pero algo lo impide, la puerta se abre abruptamente, provocando que la chica salte por la sorpresa y suelte el teléfono que se estrella contra el suelo.
– ¡Alex! -dijo Jessica luego de recuperarse del susto-. Me sorprendiste, pensé que llegarías más tarde.
– Así era, pero surgió un problema con la banda, ya sabes cómo son los chicos -dice Alex cambiándose la ropa formal por la que usaba comúnmente.
– Sí, sé cómo son los chicos, pero ¿Es tan grave como para dejar el trabajo?
– Sí, así de grave es -dice tomando las llaves para salir-. Te amo Jessica Brown -añadió para después darle un beso a su novia.
– Yo… También te amo Alex O’Ryan -responde Jessica siguiéndole el juego a su novio.
Alex se marchó, pero Jessica quedó con una extraña sensación, nunca le había costado decirle a su novio que lo amaba «Porque es verdad, lo amo… ¿No?» pensaba. Se dejó llevar tanto por sus pensamientos, que olvidó completamente a Max. Miró hacia la calle a través del ventanal y vio el cielo, el cual era tapado por nubes que amenazaban peligrosamente inundar todo con sus lágrimas, era lo único que faltaba para hacer la noche perfecta, lluvia, café y su libro favorito que había dejado en un lugar que no recordaba. Al buscarlo encontró su celular, recordando que tenía una conversación pendiente. Ahora sí, recoge su celular, revisa si tiene alguna clase de daño y, luego de confirmar que no hay ninguno, responde.
Hola Max, yo estoy bien, ¿Y tú?
Se levantó para prepararse su tan anhelado café mientras esperaba que Max respondiera. Al cabo de unas horas llega Alex, encontrando a Jessica tirada en el piso, al verla se asusta y se acerca rápidamente «¿Le habrá pasado algo? ¿Se desmayó? ¿Se habrá golpeado? ¿Habrá… llegado él?» Miles de cosas pasaron por su mente hasta que notó que sólo estaba durmiendo. La tomó en sus brazos para acostarla en el dormitorio de la chica, el único lugar de la casa que habían terminado de ordenar.
– La misma perezosa de siempre -dice Alex sentándose en el borde de la cama, contemplando a su novia con una cálida sonrisa.
– ¡Concéntrate Alex! ¡No tenemos tiempo para esto! -le dijo su viejo amigo, un loro parlante que siempre le ha acompañado. Al escuchar a su mascota, salió de la habitación rumbo a la suya.
Mientras iba caminando, recordó que aún faltaba desempacar y aprovechó de ordenar todo para sorprender y ayudar a su novia. Fue a la sala donde estaban la mayoría de cajas y encontró el celular de Jessica, que estaba encendido y vibrando como loco.
– ¿Por qué hace tantos ruidos molestos? -dice acercándose para apagarlo.
Max:
¿Jessica?
¿Estás?
¡Alo, Jessica!
¡Tierra llamando a Jess!
¿Qué pasó? ¿Acaso has muerto?
– ¿Quién será este tipejo? -dijo Alex enojado- ¿Me está engañando?
Soltó el celular lleno de furia y se fue a su cuarto. «¿Cómo es capaz de engañarme? Yo, Alex O’Ryan, estoy siendo engañado por mi novia. ¿Por qué? ¿Acaso la hago infeliz?» pensaba completamente destrozado. «Da igual, así es mejor, nuestro plan triunfará, papá»
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