Le respondía la mirada y sabía que había atracción mutua, era más joven que él, eso era evidente pero notaba el deseo con el que de reojo lo miraba porque estaba con sus padres que parecían festejar algo , esperaban más gente pues la mesa era para al menos otras cuatro personas más, él por su parte iba con su esposa, era su aniversario, ella le pidió ir a ese lugar, la verdad es que no le importaba donde lo celebrarían, no le ilusionaba, pero quería ser cortés con ella pues el problema era suyo; Raquel, su mujer, era dulce y muy bella, a pesar de sus ya cuarenta y un años lucía de menos de treinta, por su parte él a pesar de mantenerse delgado y en forma tenía un aspecto maduro que le asentaba bien, incluso consideraba que era su mejor momento, la personalidad madura iba con su estilo conservador de vestir. Aún no les llevaban la cena, Raquel platicaba acerca de los eventos del día, él trataba de mostrar un rostro interesado y cuestionaba cosas banales de vez en vez, el lugar era bohemio aunque con un toque familiar, bebían vino tinto cosecha del 68, el sabor amargo era delicioso mientras comían un pastel de chocolate, era una especie de tradición entre ellos antes de cenar en cada aniversario, quizás les recordaba algo, eso ya le era poco importante y en cada ocasión cuando ella tomaba el celular para responder mensajes, no perdía oportunidad y miraba seductoramente, sabía lo que provocaba porque estaba siendo bien correspondido aunque lo hacían disimuladamente pues la gente a su alrededor era ya bastante, los coqueteos iban subiendo de tono, entonces él guiño el ojo y sonrió, la respuesta fue mejor de lo que esperaba, no dejó de observar como lamía su labio sin dejar de verlo, ambos estaban ya encendidos, Raquel sólo vió como su esposo se levanto y le dijo, – voy al baño -, ella asintió y siguió escribiendo, de reojo observó la sombra de alguien que casi enseguida de su marido camino a la misma dirección, volteo al baño y comenzó a marcar, parecía que sabía lo que ocurriría, pero no le importó; en el baño estaba adentro de un W.C. con la puerta cerrada pero sin cerrojo, la otra persona entró y miró alrededor, alcanzó a ver los pies y sabía dónde estaba, abrió la puerta y se miraron, estaban cerca, sus cuerpos nerviosos, húmedos y ansiosos, la madurez ó quizás la práctica de aquel hombre maduro hicieron que tomará la iniciativa, le tomó de la cintura y cerró la puerta, susurró en su oído – hola, ¿cómo te llamas? -, la respuesta fue inmediata, – Daniel… me dicen Dani -.
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