Disparo en el tren. La bala me busca y se abre paso con su fuerza lineal entre los vagones. Hay poca gente, algunos se miran, aburridos; algunos leen, otros duermen.
La chispa sigue volando montada en la gravedad. Ningúno la ve. Solo yo. Antes de que pueda escuchar los gritos de la gente, me traspasará el pectoral y se asentará en el pulmón.
¿Es extraño no hay dolor?
Desde que nací muchas veces me he salvado de tí: muerte, pero al fin te conoceré. Ahora que solo puedo pronunciar quejidos, quisiera hablarte una vez más(pero solo pienso): que te amo más que nunca, siendo quién eres: mi esposa, jamás compartiría contigo una bala y un casquillo.
OPINIONES Y COMENTARIOS