Entre Rojo y Negro

Siempre lo supe, desde el mismo instante en que entro en el aula y esos ojos negros voltearon a verme causándome un estremecimiento desde las plantas de mis pies hasta el infinito del cielo, leyendo en mi historias cosas de mí que ni yo era capaz de conocer, supe que sería para mí, como la gravedad lo es para todos los cuerpos que habitamos en la tierra, supe que nunca me podría alejar de ella, sin tener la más mínima idea de si traería felicidad o la más amarga de las desgracias, pero sin importarme ni un poco acepte mi destino y no cuestione nada.

Toda la etapa de la educación primaria fue simple, yo no podía apartar mi vista de esa niña odiosa de ojos negros y cabello rojo como el fuego, que no era capaz de despegar los labios para brinda el más simple de los saludos y aunque creía que la detestaba siempre seguía sus pasos, convirtiéndome en una sombra cocida a un elemento que no me correspondía.

Legamos al fin de la primaria, después de casi seis años yo aún no había podido ser capaz ni de dirigirle la palabra ni de alejarme de ella, hasta que un día sus ojos volvieron a voltear a donde estaba, me miro como la primera vez y de su boca salió una voz dulce y suave como si fuera la melodía más bella que jamás hubiera escuchado…

Ustedes pensaran: ¿Cómo un niño de primaria puede pensar de esa manera? Pues la verdad es que ni yo tengo la más mínima idea de cómo sucedió.

…y dijo:

-¿Quieres almorzar conmigo?

Y esa simple pregunta, tan insignificante como ninguna fue lo que me llevo a pasar de una simple sombra a ser su primer amigo, después su mejor amigo y finalmente su confidente, su amante, su esposo.

Tenía veinticinco años cuando por fin me arme de valor y le pedí matrimonio, ella se quedó observando a la nada sin decir palabra alguna. Aún recuerdo su imagen, como el color de sus cabellos se mezclaban con el color del atardecer mientras el viento lo hacía ondear – ¿Acaso esto no era la perfección?. Para mí lo fue, hasta que sus mejillas se empaparon con el llanto, no era el llanto de una mujer emocionada porque el amor de su vida le propone aquello que su corazón anhela, continuo llorando y comenzó a negar con la cabeza, de cierta manera yo sabía la respuesta desde antes de preguntárselo, por eso siempre lo pospuse, pero en esta ocasión solo había una respuesta que podría aceptar y en definitiva no era esa.

El día de la boda llego y sin duda fue el mejor día de mi vida, cuando ella apareció en la puerta luciendo como el ángel más glorioso de la existencia me compadecí de todos los otros seres miserables que habitaban el mundo, pues nunca lograrías conocer la verdadera felicidad por el simple hecho de no ser yo y presenciar y vivir ese momento.

El primer año y medio de nuestras vida de casados fue la más grande de las felicidades que podré experimentar, pero ella comenzó a descender a un infierno al que con gusto la hubiera seguido pero me era imposible, había días en que permanecía acostada sin probar alimento, sin abrir los ojos, sin emitir una sola palabra, con sus ojos inundados en lágrimas y lo único que podía hacer yo era abrazarme a ella, había días aún peores, días en que la acosaban demonio que yo no era capaz de ahuyentar pues no podía ni siquiera verlos.

Un día amaneció pintando de maravilla, ella despertó luciendo como el ser más encantador de la creación, tal y como siempre había sido, ella me abrazo y me insistió en que fuera a trabajar, que todo estaría bien, yo solo quería permanecer el día entero contemplando su resplandor, pero ente su insistencia y una que otra leves amenazas me persuadió y yo sin poder permitirme hacer otra cosa más que lo que ella quisiera obedecí y salí al trabajo

Todo el día goce del mejor humor que puedan imaginar rogando al tiempo que pasara más rápido para que yo pudiera regresar a lado de mi amada. Por fin llegó la hora de salida, yo camine lo más aprisa que pude para llegar a casa.

Abrí la puerta de la entrada y un fuerte aroma a gas golpeo mi rostro, subí las escaleras corriendo gritando su nombre, pero nadie respondió, abrí la puerta de la recamara y vi la cama al centro abandonada, rápidamente note el sonido del agua de la regadera corriendo en el baño, llegue ahí sin tener idea de cómo para ver hecho realidad la más terrible de mis pesadillas, la vi a ella sumergida en la tina, sus cabellos rojos permanecían suspendidos en el agua enmarcando la blancura de su piel y esos ojos negros, que supe que jamás me volverían ver, permanecían cerrados, sin mirar a este ser que se creyó el más feliz, el más afortunado de todos los seres que habitaron esta Tierra.

No fui capaz ni de tocarla, en su rostro pude ver que encontró toda esa paz que se le negó en los últimos meses. ¿Cómo podía interrumpir su descanso?

Algún ser extraño se apodero de mi cuerpo, pero cuando pude volver a controlarlo ya estaba a veinte metros de la casa, no supe como mi cuerpo encontró el valor para alejarse de ella, no tengo idea como pude bajar la escaleras o abrir la puerta. Solo recuerdo un fuerte ruido que me hizo voltear a la casa para ver cómo se consumía por el fuego.

Y cerré los ojos, deje que todo ardiera, que se borrara hasta el último rastro de sus existencia… como si no hubiera merecido existir y lo disfrute, goce cada momento que paso hasta que se borró por completo… mezclándose mi carcajada frenética de olvido y los gritos de agonía de todas las huellas que vivirán en mí.

Siempre lo supe, pero hasta ahora encuentro las palabras…

Siempre supe que entre rojo y negro estaría mi existencia.

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