Como parte del trabajo investigativo, llega la immersion aun mundo desconocido y…
!Acepto! -Dije a mi jefe.
Mi jornada inicia muy temprano. Primero, hago un recorrido de 500 metros aproximadamente desde la calle principal hasta el filtro número uno de la clínica. allí, los guardas de seguridad hacen una revisión detallada de cada una de las pertenencias a ingresar.
Seguí caminando y como si fuera una telenovela, cuyos detalles se tratan con minuciosidad, en este fantasmagórico psiquiátrico, no cambiaban las cosas. yo, estaba muy agitado. Frente a mi hay un árbol frondoso y una construcción paupérrima que guarda con recelo innumerables historias.
Por fin estaba dentro de la clínica, me indican las ropas a vestir y al estar casi listo, pero nunca preparado, se acercó la directora del hospital a mencionar con altivez las recomendaciones.
-Recuerde, no puede administrar ningún tipo de bebida, comida o elemento a los pacientes, también debe tener cuidado y guardar distancia con la mayoría de ellos-
Asentí con un ligero gesto de cabeza.
Ahora yo estaba a merced de una escuálida enfermera quien sería mi guía durante toda la jornada. Ella, hace una fugaz descripción de algunos pacientes, me cuenta que hay internos con muchos años de estar ahí y que algunos son peligrosos, y yo, aún no había visto un solo paciente y ya memoria de miedo.
Las escaleras nos llevan al pabellón de hombres cuyas edades oscilan entre los 18 y 60 años, un enfermero abre la puerta, ingresamos y esperamos junto a esta a que sea cerrada, luego abren una segunda y frente a mí la sala de televisión donde esperaban cinco internos a ser llevados al comedor. Entonces, mi mirada se encuentra con la del primer paciente, un sujeto corpulento muy barbado, mucho mas grande que yo, su mirada perdida, me atemoriza.
Al vernos se acercó corriendo, seguramente pensó que había llegado un nuevo paciente, no espere, corrí a una oficina cercana para resguardarme. Las enfermeras disfrutaban mi aterrado rostro, el hombre se planto junto a la puerta como guarda de seguridad, y grito.
-¡Tengo hambre!
La enfermera lo saludo y pregunto si todos estaban listos para bajar a desayunar pero David, uno más de los enfermeros les informó, que aún faltaban algunos por bañarse. entonces, este individuo sujeta los barrotes y empieza a golpearlos, gritando que tenía hambre, ellas me piden que les ayude, a lo que pregunte.
¿Qué quieren que yo haga?
En realidad quería salir corriendo de allí, todo me resultaba enfermizo.
Me acerque a él sin separarme de la blanca enfermera, lo salude, me miro y no respondió. Se escuchó la voz de otro hombre que lo llamaba “Pilón” sin decir una sola palabra, pero, sin dejar de observarme se alejó y segundos después, nuevamente corrió hacia mi. y dijo
– Hola-
No respondí
Pero yo ya estaba escudándome con la enfermera, ahora si me sentí avergonzado, mire a mi escudo protector y estaba muerta de la risa la muy descarada. La hora de desayunar llegó, mire mi reloj y solo habían transcurrido 35 minutos.
Durante el desayuno se mezclan hombres y mujeres, tienen relaciones establecidas de amistad incluso una supuesta pareja, según me contó Yolanda algunos días son novios y al siguiente ni se conocen. Al terminar de comer pueden salir a los prados y la iglesia.
En otro pabellón se encuentran los menores de edad. Para la fecha contaban con 7 pacientes, 4 hombres y 3 mujeres, para ellos hay tiempos distintos de esparcimiento, nunca están en contacto con los pacientes mayores de edad.
Yo me preguntaba ¿por qué no me enviaron con los niños o las mujeres? deben ser menos peligrosos.
Con los internos fuera del edificio o eso era lo que parecía, decidí caminar un poco, tome uno de los corredores y llegue a un sector donde ubican a las personas que se encuentran muy mal
¿A qué llamo mal?
Personas que están atadas de manos y pies porque se hacen daño físicamente, son sedados y su aspecto fisco es impactante, pude observar una joven en cuyos dedos de las manos no tenía uñas, algo calva, la alopecia pronto reinaría en su cuero cabelludo. los gritos de los pacientes en esta zona ensordecen. Entonces otra vez, hace su entrada triunfal la directora y pide que la acompañe al pabellón de los hombres en una actividad al aire libre.
¡ Esta vieja quiere hacerme la vida imposible! -Volví a decirme.
El grupo creció con relación al de la mañana, ahora tenían 22 hombres, me cuentan que son pacientes con problemas de drogadicción, y ellos se encuentran en un edificio adjunto. Físicamente se ven bien pero en reiteradas ocasiones los han internado al no presentar mejoría con el problema.
Terminada la actividad, cada paciente regresa a su cuarto, deben preparase para la visita de sus familiares. Llegado el momento, todos salen y se aglomeran en la reja a esperar sus familias. otros se quedan perdidos en el espacio infinito de sus mentes.
Frank, tiene 25 años le han dado de alta dos veces y regresa, dice que no ha podido adaptarse al mundo de afuera, que es muy distinto y cuando sale siente que nada le pertenece.
En mi visita y recorrido por la clínica vi una mujer muy bonita, alta con un cuerpo que muchas pueden envidiar, vestía muy elegante, bolso de cuero, tacones altos que hacían juego con su collar, una blusa negra, se sentaba con su espalda recta, el mentón levantado, no ocupaba toda la silla, y ligeramente entrecruzaba la pierna.
La vi tomar café varias veces, platique con ella, hablo sobre su cargo como psicóloga de la clínica y tiempo de trabajar, con sus cosméticos se maquillo suave y delicadamente, fumó un cigarrillo y se fue. Entonces, me levante y camine en dirección contraria a ella, justo al taller de manualidades; replegado en una esquina observe a “ Pilón” y advertí que lloraba, no decía nada, su mirada siempre fue confusa, me sentí un poco triste porque al igual que él no supe que decir para animarlo, entonces me retire.
El ocaso llegaba, mi jornada estaba por terminar y mientras caminaba junto a mi escudero del día, nuevamente la mujer elegante pasó cerca, solo que en esta ocasión ni me miro, hizo como si no existiera. y decidí preguntar a Yolanda
¿Ella por qué es así? Su respuesta lejos de aliviarme me dejo aturdido.
“Es una paciente muy querida de muy buena familia, lleva muchos años interna, su mundo es ausente de la realidad, suele permanecer bien pero, en ocasiones es sedada por varios días para evitar que se haga daño. según la psiquiatra es bueno para su recuperación que pueda sentirse libre”.
Mi partida fue presurosa, dentro de las paredes del tétrico lugar llegue a poner en duda mi nivel de cordura y que tal si…
¿El loco soy yo ?
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