«Crudo» (2016) de Julia Ducournau

«Crudo» (2016) de Julia Ducournau

Javier Caviedes

21/03/2017

El reto de “reseñar el cine” consiste en escribir “deprisa” tras ver la película por primera vez. Todo lo que escribo aquí es después de un primer visionado. Mientras escribo surgen dudas que sólo podría solucionar volviendo a ver la película y esto no es viable por la falta de tiempo y la cantidad cruel de películas que se estrenan a la vez algunas semanas. Por esta razón son más las cuestiones que se quedan fuera que las que puedo analizar. Algunas veces ocurre que cuando retomo la película en DVD, las cosas han cambiado con respecto a lo que escribí en su momento: crecemos con las películas y a veces, al hacernos mayores dentro las unas de los otros, resulta que las pelis son mejores y otras veces son peores de lo que dije. Ver cine es un ejercicio digestivo a largo plazo que no siempre termina bien. A mi cada vez me da más pudor el juicio implacable del tiempo sobre lo que escribo. Por eso no tengo ni puta idea de por dónde pillar “Crudo”, la ópera prima de Julia Ducournau.

«Crudo” (2016), cuyo título original es “Grave”, es una película que se mueve por demasiados géneros conocidos, pero con una técnica extraordinariamente original. Podría ser perfectamente una film sobre universidades americanas de no ser porque es una película francesa sobre gente que muerde. Podría ser una película de terror de no ser porque la exageración, medida hasta la obsesión “Kubrickiana”, nos lleva más por los caminos de la comedia seria sobre adolescentes.

En la película se habla de la familia, del despertar sexual , de la comida, de la pubertad yde la autoafirmación rebelde que te conduce a reconocerte en lo que odias, de sexo, de incesto y por supuesto de canibalismo. La presencia insistente del órgano (hammond o no) y del clavicordio en la banda sonora me hace pensar en la misa católica, que es el lugar donde se celebra con mayor regocijo el acto de comer cuerpos.

Lo más asombroso es que todos estos ingredientes se confunden unos con otros, en vez de mezclarse entre ellos, como ocurre en la mayoría de las películas. Ante el horror de lo que se ve, no se sabe si es gastronomía, sexo o masturbación incestuosa. La directora sabe moverse con soltura sorprendente, gracias en gran medida a la impagable banda sonora, por terrenos jodidamente confusos que dan lugar a una propuesta de una claridad incuestionable. Las imágenes podrán crear rechazo y hasta desmayos, como ha ocurrido en el festival de Toronto, pero nadie podrá decir que la película no se entiende.

Técnicamente recuerda al estilo del gran Stanley Kubrick en los rojos y en los virados a rojo de los subrayados ocasionales. También en las miradas a cámara y en la gestualización estática de la protagonista en los mementos de mayor dramatismo. Pero en realidad es como una de Shyamalan solo que a lo muy bestia. Se pude plantear con un film de terror, pero no lo es, ya que prescinde del estiramiento de tiempo propio del suspense previo al susto. Las escenas truculentas aparecen sin avisar y cuando menos te los esperas. Las situaciones no se muestran con el típico “in crescendo” del género, sino que son como una hostia que te cae y no sabes por dónde te ha venido.

Lo único que chirría en la película es su pudor para enseñar genitales. Hay dos escenas: una de ellas es en la que un personaje se masturba y lo hace debajo del calzoncillo. Los aficionados sabemos que el roce del glande con dicha prenda puede ser muy molesto y hasta doloroso en según qué etapas. La otra es una depilación a la cera de pubis femenino, a lo Bigas Luna, pero con las bragas de rayas puestas. Es muy raro que enseñando lo que enseña, luego tenga ese pudor “cuaresmal” para enseñar una vulva, un pene, un coño, una polla o como se llame. Son escenas además muy importantes en el desarrollo del film, pero que quedan muy raras dentro del conjunto.

Es una película con un ritmo digestivo en la que todo entra muy bien, por horrendo que sea. Avanza muy lentamente desde abajo hasta muy arriba. Consigue hacer pasar por normales situaciones irreversiblemente imposibles. La dirección de arte está muy lograda y muestra con efectividad sorprendente ambientes muy siniestros en los que transcurre la vida con total normalidad.

Aquí todo está exagerado pero no se cae nunca en la caricatura. Esto habla muy bien del pulso narrativo de su directora. Todo entra bien en la medida en que la debutante francesa deja gotear los argumentos. A este nivel es muy original. Es un film exigente porque te obliga a enfrentarte a la historia con escenas bestias. Pero al final está hablando de canalizar las emociones y los apetitos, que son dos de los factores determinantes para la correcta maduración humana. También habla de gozar de las cosas que te gustan pero en el grado justo para que no te maten. Una película más que interesante con grados brutales de perversidad. Es una comedia que no tiene ni puta gracia pero muy inteligentemente divertida. Tengo mucha curiosidad por ver cómo me crece dentro y por ver más cosas de esta directora. Merece suerte.

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