capítulo 8
Esa noche en los lavabos
Un pequeño escalofrio recorrio el cuerpo de Sofía, ante la idea de que una mujer le chupara con su boca su vagina, ella no había experimentado algo parecido, ni siquiera un recuerdo de haberse imagino un momento así, en su vida, pero ante la idea de las habladurías que harían en la vecindad, la idea era peor, de perder el poco estatus que aún le quedaba por venir de una sociedad privilegiada, y los futuros comentarios que tendría que escuchar de no ceder a tal chantaje.
Sofia pensó entonces, si cerraba los ojos, no pasaría nada, bastaría con imaginar que estaba con cualquier otro hombre, ya que ella no tendría que hacer nada, más que quitarse las bragas y la joven que tenía en frente tocará con su labios su entrepierna. En su cuello sentía como tragaba su último orgullo antes de decirle a Rocío -esta bien, pero despues me dejas en paz pinche chola-. El rostro de Rocío dejó ver una pequeña sonrisa de felicidad al escuchar que ella había aceptado dejarse tocar -si, no te apures-.
Sofía recogió su pelo con su mano y lo hizo hacia atrás, dio unos cuantos pasos hacia uno de los lavaderos para recargarse, mientras sus manos aún trataban de tapar sus senos con el saco que traía puesto, tomó una bocanada de aire, y le volvió a decir -esta bien ¿que quieres que haga?-, Rocio le dijo -subete la falda-, en ese momento con mano temblorosa, Sofia soltó su saco y con una de sus manos levantó la tela de su falta que llegaba casi hasta las rodillas, al levantarla poco a poco, Rocio pudo ver al fin la ropa interior de ella, una elegante tanga de encaje negro, que Sofía había comprado como sorpresa para Esteban en su primer aniversario, la ropa dejaba ver el pequeño bulto donde se encontraba su vagina y una delgada capa de tela que cubría sus nalgas y que se metía entre ellas ocultando la mitad de su redondo culo, sus piernas eran gruesas y sus muslos se tocan, solo dejando una pequeño orificio entre su entrepierna y la curvatura de sus muslos, dibujando la imagen de un triángulo, sus medias que ella había escogido especialmente en la tienda, haciendo una elegante imagen entre la oscuridad de ellas y lo claro de su piel.
Rocio acercó su rostro debajo de su cintura para apreciar primero aquella imagen, con uno de sus dedos roza la tela de su ropa interior, justo por encima de su vagina y adivinando la línea por donde desciende la unión de sus labios vaginales, después Rocio voltea la yema de sus dedos, para tocarla aun mas y siente con el roce de sus dedos como los labios se abren por sí mismos.
Después de frotar suavemente los dedos entre la entrepierna de Sofía, comienza a notar que su ropa se humedece, Sofia trata de ocultar el pequeño placer de tal acción, pero no pude evitar que su garganta deje soltar un leve glutido -¡ugh!-, las manos de Rocío se levantan para tomar los cordones de su tanga y siente cómo sus uñas la raspan un poco sobre su piel en la cadera, mientras jalan de los cordones hacia abajo, la ropa va bajando dejando ver el vello de ella, la imagen de un triángulo que había dibujado tras depilarse ella misma cada vez al bañarse y quitarse los pelos sobrantes con unas pinzas, un pequeña gota pareciera aferrarse a la tela, como si no quisiera que pasara tal acto, pero es inútil, Rocio ahora podía ver completamente la linea de su vagina, ella acerca su rostro con los ojos cerrados dejando salir de su boca su lengua y con la punta de ella alcanza a tocarla al fin, su lengua toca la parte superior de sus labios y separándose solo de ella solo para tocarla de nuevo esta vez empezando desde abajo recorriendo la línea de su labios con la húmeda punta de su lengua.
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