Sinopsis:
La historia que comenzarán a leer a continuación, esta llena de momentos crueles y muy tristes.
Agnes era una joven de tan solo 17 años, cuando su padre la vendió, por necesidades. Desde ese comienzo, la vida de Agnes, se convierte en un martirio, pero, dentro de estas luchas por sobrevivir, en un mundo, donde la guerra a azotado fuerte, donde las enfermedades ya provocan estragos en las personas, en un mundo, donde la honestidad no tienen cabida, Agnes conocerá a un hombre muy misterioso, que «salva» de sus problemas, sin saber, que ese, será el principio de un problema, mayor.
Prologo .
La guerra fue declarada, entre las naciones del norte y la nación del sur, ambas potencias mundiales, que peleaban por una tierra, rica en oro, en medio de ellas, estaban los pequeños pueblos, que se vieron obligados a trabajar duro, para abastecer a los ejércitos y sus naciones.
El olor a pólvora, era habitual, los cielos, siempre estaban grises y pareciera, que nunca salía el sol, la gente, deambulando en las calles, esqueléticas y enfermas, era un panorama normal, el sonido de los cañones por las noches, tenían a las personas del pueblo, con traumas y problemas para conciliar el sueño, el miedo, de ser atacados por la noche no los dejaba dormir.
En medio de este mundo de muertes y dolor, surgió una leyenda, las damas de rojo, como las llamaban en el sur, las peonias en el norte, nadie había visto a tan solo una de ellas, otros aseguraban que eran hombres, que mataban por gusto. Nadie sabía con certeza quienes eran en realidad, pero, de lo que, si sabían, es que, si estabas en su lista, no había vuelta mas que ir a una muerte segura. Estos rumores tomaron fuerza por todo el mundo, el miedo a ser matados por aquellos, monstruos, les provocaba mas terror que la guerra misma.
Se habla que aquellas mujeres o hombres, habían realizado un trato con el diablo, para, que les diera comidas, riquezas y inmortalidad, pero, a cambio, debían matar a sus victimas de una forma cruel y despiadada, para, rendir los agradecimientos a aquel demonio que les había otorgado las riquezas y la vida eterna.
Nadie sabe con exactitud si, esta historia es real, o solo son inventos de una población atormentada, y psicótica producto a las muertes y hambrunas que existe.
Pero la historia de Agnes si lo es, su vida nunca fue fácil y tampoco lo será aho
U N O .
Salí como todos los días a trabajar por unas miseras monedas, para, ayudar a mi padre. Caminando por la calle del pueblo, me doy cuenta, de la miseria de las personas, a todos,nos afectó la guerra.
Mi trabajo consiste, en ordenar leña, siendo una mujer, eso se me hace demasiado difícil y mi pequeño cuerpo enfermo y delgado, apenas, puede soportar el arduo trabajo, pero, es la única forma que tengo de sobrevivir, ya que, no puedo esperar a que mi familia, vele por mi.
Todos los días llegan al trabajo, mujeres y niñas, pidiendo un puesto para poder ganar dinero, pero, no todas son capaces de soportar y terminan desistiendo o peor aun, muriendo.
Es lamentable, lo que la guerra a provocado y peor aun, es que los grandes, que dominan este mundo no les importamos en lo mas mínimo.
-¿En que piensas? -Preguntó Antonina una de las mujeres que trabaja conmigo, sacándome de esos pensamientos, que no me llevan a ningún lado.
-En nada -Respondí y rápidamente comencé mi labor.
El día paso increíblemente rápido, como nunca antes, así que, cuando llegó la hora de terminar la jornada, tome mi paga y me dispuse a irme a mi casa, en el trayecto volvía a tener ese paisaje desolado y triste, la gente enferma, tirada en la calle, eso me provocaba mucho dolor , pero, al mismo tiempo, rabia por no poder hacer algo mas, que solo observar.
De pronto sin darme cuenta choqué con una pareja, ambos se me quedaron viendo, pero, no le tome mucha importancia, me disculpe y continué mi camino. Al llegar a casa, sentí una sensación extraña, nunca, antes la había sentido, pero, como estaba tan emocionada, por llegar a mi hogar, no tome en cuenta .
Saque el palo que atajaba la puerta maltrecha y la abrí, hace bastante tiempo que la casa no olía a sopa de arroz, me alegré.
-¡Mmm, que rico! -Digo mientras me dirijo a la olla de arroz, pero, mi padre, me toma del brazo fuerte.
-Ve a saludar a tu madre -Ordenó seriamente, me parecía extraña su actitud, aun así, fui a saludar a mi madre.
Ella estaba muy enferma, así que la mayoría del tiempo estaba en cama.
-Hola mamá -Digo dándole un cariñoso beso, mi madre comenzó a llorar desconsolada, la abrace fuerte, sin saber el motivo de su tristeza, llamaron a la puerta y mi madre me agarró con fuerza.
-¡Perdón! -Susurró en mi oído , fruncí el ceño al no entender y dejé de abrazarla, la puerta se abrió y dos hombres bien fornidos, entraron, me escondí detrás de las cortinas que separaban la pieza de mi madre con el comedor.
-¿Dónde está? -Preguntó uno de ellos a mi padre, un escalofrió recorrió todo mi cuerpo.
-¡Agnes! -Gritó mi padre, tímidamente, asome mi cabeza, para luego comenzar a caminar hacía donde estaba mi padre.
-¿Edad? -Preguntó uno de ellos, su rostro me provocó repulsión, miré a mi padre, pero, este estaba indiferente y muy frío.
-Cumplirá pronto los dieciocho años -Le respondió mi padre a los hombres, estos sonrieron maliciosamente.
-¡Eres nuestra, mocosa! -Dijo uno de ellos, soltando carcajadas, mientras me pescaba de un brazo.
Confundida comencé a gritarle a mi padre, mientras aquellos, hombres me arrastraban, afuera de mi hogar, pero, por mas, que le gritaba a mi padre, que me ayudara, este permaneció inmóvil.
-¡Papá! -Grité desde la garganta, mientras veía alejarme cada vez mas de él.
-¡Quédate quieta perra! – Dijo uno de ellos, propinándome un fuerte golpe en el rostro, dejándome aturdida.
-¡No seas idiota, no queremos dañar su hermoso rostro! -Dijo él otro, mientras me tomaba de la cara con sus manos, sentí repulsión al oler su aliento apestoso.
Luego me tomaron y me ataron de los pies, como si fuera un animal y en un dos por tres, me tiraron adentro de una jaula, empujada por bueyes, me negaba rotundamente a ser llevada por ellos.
-¡Mamá, ayúdame! ¡Que alguien me ayude! -Gritaba a todo pulmón, pero, nadie salía a mi rescate. ¿Cómo pudieron hacerme esto?.
Las fuerzas se me estaban acabando, el dolor en mi pecho comenzaba a ser tan agudo que no me dejaba respirar, estaba comenzando a entrar en pánico, mis ojos estaban llenos de lagrimas, que no me dejaban ver bien, la carreta, comenzó a avanzar y mis esperanzas con ella, comenzaron a desaparecer.
-¡Agnes! -Escuche gritar, levante la mirada, divise a mi madre, que se arrastraba por el lodo, nombrando mi nombre, sentí como si mis energías volvían y agarrando con fuerzas los barrotes de la jaula, comencé a empujarlos.
-¡Madre! -Gritaba con fuerzas, mientras trataba de mover los abarrotes, pero, cada vez, nos alejábamos mas y mas, hasta que deje de ver a mi madre.
¿Qué fue lo que hice mal?.
No dejaba de preguntarme que había hecho, para ser vendida así, miré a mi alrededor, habrían unas tres como yo, se podía ver en su rostro, la desesperanza, el dolor. ¿También las abran vendido?
Pero, eso no era lo mas importante. ¿A dónde vamos? ¿Quienes son ellos? ¿Que harán conmigo?
¡Oh, oh!, la carreta se detuvo, en una ciudad que no conocía, llevábamos viajando alrededor de tres días o mas , mi sentido de la orientación, ya no estaba funcionando.
-¡Despierten, estúpidas! -Dijo uno de ellos, clavándonos las costillas con el palo que usaba para sus bueyes.
Habían muchas personas alrededor, de nosotros, me sentí como aquellos animales de circo, observada por tantas personas, baje la mirada para, no tener que verles, el rostro.
-¡Pasen! directo desde las islas griegas, jóvenes, vírgenes, listas para lo que sea, pasen, compren a la preferida, elijan, rubias, morenas, pelirrojas, ustedes eligen -Gritaba él, el del aliento apestoso.
La gente comenzó a acercar hacía nosotros, no podía creer, lo que me estaba sucediendo, nos estaban vendiendo, como un pedazo de carne.
Desde que la guerra estallo, las cosas, se volvieron cada vez mas complicadas, la desesperación de las personas, por tener algo de comida, las volvió insensibles y primitivas. Comenzaron a vender personas, a cambio de comidas, pero, jamás pensé que me pasaría a mi.
-Quiero a la castaña, la delgada, esa -Indicando con el dedo hacía mi, mientras yo trataba de esconderme entre las otras muchachas.
-¿Cuanto por esa? -Preguntó él hombre.
-30 monedas -Dijo el tipo de aliento apestoso, miré de reojo a mi comprador, era un hombre bastante mayor, de unos sesenta, me causo un rechazo y mucho asco, no quería ser vendida a él.
-Mucho -Dijo retirándose del lugar, me sentí aliviada, de no ser vendida a ese hombre asqueroso y viejo.
-Yo la compro -Dijo de inmediatamente otro, lo miré asustada, era un hombre de unos cuarenta años, llevaba un cigarro en la boca y parecía no haberse aseado en un buen tiempo, inmediatamente mi alivio se convirtió en un martirio.
-Ahí esta el dinero, quiero mi chica -Dijo aquel, hombre con una sonrisa.
Asustada me fui al fondo de la jaula, no quería irme con él, no con él.
-¡No! ¡No! -Grité.
Me sacaron de la jaula rápidamente, el hombre que me compro se acercó a mi, su mirada reflejaba pura maldad, atemorizada, baje la mirada.
-Nos vamos a divertir mucho -Dijo él, sonriendo y sentí como mi vida acababa justo ahí, miré desesperada hacía ambos lados, buscando una salida, solo tenía una oportunidad, el tipo desató mis pies y apenas me vi libre, comencé a correr, tan rápido como pude.
-¡Atrapen la! -Escuché mientras trataba de correr, pasando por en medio de las personas, sabía que si me detenía iba a estar muerta, así que, con las pocas fuerzas que me quedaban seguí corriendo.
Mi cuerpo impactó con algo muy duro, haciendo que cayera al piso, cuando alcé la mirada, un hombre de aspecto aterrador me miraba, sentí de inmediato como sus ojos, atravesaban mi alma, él no parecía ser normal.
-¿Por qué huyes «ratita» ? -Dijo él, con un tono de burla, pero, a la vez su rostro estaba muy serio, lo miré con los ojos bien abiertos, estaba asombrada, era el, hombre mas hermoso que había visto en mi vida, el definitivamente no era, normal.
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