Me desvanezco. Cuando ingreso a la habitación y percibo en el aire tu perfume, me desvanezco. Aún permanecen tus prendas de vestir en mi armario y al verlas me desvanezco. Voy hasta el sillón para recostarme, nuestro lugar preferido para sentarnos y charlar sobre la vida, y no lo aguanto, me desvanezco. Quiero dormir en la cama desde el día en que te has ido, pero no puedo, regreso al sillón y me desvanezco. Observo hacia la cocina, donde muchas veces preparaste tus platos preferidos con tanta alegría, y viene a mi mente tu figura, creerme que no me hago a la idea de que ya no estés y me desvanezco. Salgo de mi hogar con el anhelo de dar respiro a mi mente, pero todo me recuerda a ti, hasta el ómnibus, se me agotan las pocas energías y me desvanezco. Enciendo la televisión o la radio, pero suena tu canción preferida, me mareo, !oh Dios! me desvanezco. Ya es tarde y mi alma sabe que no regresarás, intento olvidarte porque en el fondo sé que es mejor para ti que te alejes para siempre y ya no sufras. No puedo, insisto en que el amor no pereció, pero no das señales de ningún tipo, por más de que me haya quedado sin voz de tanto gritarte que regreses… otra vez mi visión se nubla, si, nuevamente me desvanezco. Fui a ese sitió donde nos sentábamos y bebíamos el café con medialunas, las duces son tus favoritas, !no podía creerlo!, me atendió la misma persona que nos preguntaba «¿Lo mismo de siempre chicos?», no aguante y desvanecí. Por favor, llévate tus fotografías, tu perfume, tu esencia, tus libros, tus escritos, tu silencio, tus gritos, tu risa, tu tristeza; llevatelos porque estoy enloqueciendo y ya no quiero desvanecerme. Hoy, estoy sin fuerzas, pero percibo que no es la falta de energía como en otras ocasiones, esto es diferente, ya no desvaneceré; ahora dormiré porque ese es mi deseo, recostado en esta camilla, rodeado de estas cuatro paredes, eh enfermado, no quiero seguir; me ganó mi orgullo por no haberte dicho que me perdones y que te amo, que todos los problemas tienen una solución y que juntos podríamos haber avivado las llamas de nuestro amor. Es tarde querida mía y no tuve el valor de buscarte y decirte que eres y serás el amor de mi vida. Me ganó el orgullo, brotan de mí las lágrimas al recordar mi perdida; me tiemblan las manos, ya ni siquiera tengo fuerzas para parpadear, se me borra la visión lentamente; llegó la hora, adiós querida mía. Se feliz.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS