La volveré a ver

La volveré a ver

Miguelacho_lp

01/02/2019

Nazhda probablemente se fue a Canadá para no regresar más, y si lo hace, será solo por paseo. Chatear con ella es una de mis actividades favoritas, siento que comparto mi tiempo con alguien que siempre tiene algo que contar, como el frío de Canadá, sus amigas de nacionalidades diferentes, entre otras cosas. Lamentablemente esto solo puede ser por medio de la pantalla de mi laptop o celular, pero de lo que sí estoy seguro es que algún día quiero volver a verla, no sé cómo, cuándo, ni dónde.

Yo sé que, para muchas personas, los amores de la niñez no tienen razón para volver a pensar en ello, pero menos mal que yo no pienso así. No puedo creer como alguien a través de una pantalla me haga sentir que el mundo a veces cabe en estos circuitos y que las palabras tienen un gran poder. Escuchar su voz – a través de las videollamadas – se ha vuelto uno de los sonidos más bellos para mí, aún sigue manteniendo esa voz un poco peculiar como cuando éramos compañeros de clase. También cumple el rol de ser mi profesora, gracias a ella puedo pasar con mejores calificaciones en el centro cultural peruano – británico.

Comenzó

Cuando tenía 8 años vi a una niña nueva en mi salón que no conversaba con casi nadie, no incomodaba, y hasta podría decir que no se notaba su presencia a diferencia de otros niños o niñas que siempre elevaban su tono de voz. Nazhda era esa niña tan tranquila, de mirada dulce, tenía sus mejillas rojas, cabello castaño ondulado (similar al de mi madre) y su voz suave que me llamaba tanto la atención porque yo tenía un megáfono como cuerdas bucales.

Recuerdo poco de ella, no hablábamos tanto, quizás era mi timidez de acercarme a alguien que me gustaba (no lo sé). Yo sentía que ella siempre me miraba, tanto que un día cometí el error de ser tan idiota y le pregunté «¿Por qué me miras tanto?», ella solo bajó su mirada y tenía una pequeña sonrisa.

Un día Nazhda escuchó un rumor, le habían contado que a mí me gustaba Nicole, una niña que se sentaba a su costado, sin dudarlo me dijo que iba a decirle cuando entremos al salón ya que siempre estaban juntas. Yo no pude contenerme ante semejante mentira pero no sé por qué no aclaré que no me gustaba esa niña, Nazhda corrió al salón de clases y yo al querer frenarla iba agarrar de su polo y decirle que no le diga nada a su compañera de carpeta porque de ahí todos me iban a fastidiar con esa niña, pero como ella corría y yo trataba de sujetar su prenda, calculé mal y la sujeté por 1 segundo su cuello – al parecer con mucha fuerza – y empezó a llorar.

Al día siguiente vino la mamá y el papá de Nazhda para hablar conmigo, fueron muy amables, yo me quedé sorprendido porque pensaba que me iban a gritar por haber dañado a su hija, a tal punto que lloró, pero lo único que recuerdo es que su mamá me dijo «Por favor, no lo vuelvas a hacer eso, ella es muy delicada». Su papá de me llamaba la atención, tenía toda la pinta de hippie al vestir y ahora que me pongo a recordarlo, se parecía mucho al jugador de fútbol, el egipicio Mohamed Salah. Su mamá, aunque yo era niño, podría decir que era una joven que se veía muy linda, su rostro me llamaba la atención, quizás porque Nazhda se parecía mucho a ella.

Y así pasó el tiempo, Nazhda me gustaba, pero yo no me acercaba lo suficiente a ella porque quizás en ese tiempo me robaban la atención aquellas niñas que eran elocuentes o el centro de atención y simplemente me iba a conversar con ellas.

Cuando entré a 5to grado de primaria (ya tenía 10 años), me enteré de que Nazhda había ido a Canadá para vivir, no me afectó, lo tomé como algo bueno para ella (lo único que recuerdo).

Años después

Cuando tenía 14 años había escuchado que Nazhda había estado en Perú, pero no le tomé importancia, creo que en ese tiempo “no tenía cabeza” para pensar en mi niñez. Solo me preocupaba en los amigos que tenía a mi alrededor, las fiestas y mis estudios. Natali, mi amiga de la infancia y vecina de los abuelos de Nazhda, me comentó que habían salido juntas y que la pasaron muy bien, yo seguía en lo mío, prácticamente no hice caso.

En realidad, hasta ahora no puedo creer que pensamiento mezquino tenía.

Fui un tonto, tonto, tonto

Cuando tenía 17 años ya tenía mi cuarta enamorada, se llamaba Antonella, una morena simpática con quién tengo muy lindos recuerdos y cada vez que me cruzo con ella por la calle, hablamos unos minutos, le deseo lo mejor. Yo estuve perdidamente enamorado de ella, a tal punto que había dejado mi círculo de amigos para estar con ella 24 horas al día (sé que no estuvo bien).

Era fines de julio del 2016, como ya mencioné, yo andaba estúpido por Antonella y me importaba poco o nada que pasaba en el exterior de su casa – a menos que se trate de mi madre. Vi una foto de Natali con Nazhda y me pregunté «¿Por qué Natali publicaría una foto con Nazhda de hace unos años?» (haciendo referencia a 2013).

El poco criterio que me quedaba debido a mi descerebrado romance me hizo comparar las fotos que se habían tomado hace 3 años, me di cuenta que Nazhda se veía diferente, pero ni siquiera le pregunté a Natali para saber qué sucedía.

Luego de unos días vi otras fotos de Nazhda aquí en Lima e incluso en una pollería cerca de su casa, el diseño de ese restaurant era nuevo, justo como fue reinaugurado hace unos meses atrás. Yo solo veía, pero no traté de averiguar nada, de nuevo.

Días después vi muchas fotos más de Nazhda y Natali, recién me pude dar cuenta que las fotos eran actuales, se tomaron fotos en tiras que te entregan 3 capturas, las subieron a facebook. Estar con Antonella era lo único que me importaba y yo me impedía ir con Nazhda, mi ex compañera de clase ya tenía 8 años viviendo en Canadá, y lo peor es que si escuché una voz que me decía «Anda a su casa, visítala», pero no, lo único que hice en esos días fue agregarle al facebook con el plan de hablarle unos días, chatear con ella y acordar para verla, pero ese momento no llegó.

Al pasar unos meses, en noviembre, supe que Antonella me había sido infiel, no me lo dijo, pero lo supuse y además cuatro personas cercanas al chico con quien pasó la noche me lo confirmaron. De todos modos, siempre quise que ella me lo diga, pero no lo hizo, no pudo y, bueno, al final todo tuvo que terminar porque me decía “No me siento bien para seguir en una relación” y fue lo mejor que me pudo pasar, ya que así pude dejar de ser emocionalmente dependiente de aquel romance tóxico que tenía.

Una larga espera

Los primeros días de diciembre, por primera vez, después de 8 años volví a comunicarme con Nazhda vía facebook messenger. Todo fue muy emotivo, después de años que ella escuchaba mi voz por medio de unos audios y yo que quería saber acerca de ella, fue lindo ese momento.

Nazhda en verdad no estaba pasando muy buenos momentos, la pareja de su mamá es alguien que las trata mal e insulta a las dos. Su madre lamentablemente, a mi punto de vista, es una mujer que aún no ha madurado lo suficiente a pesar de tener 40 años, aparentemente prefiere solo trabajar 4 horas y que lo demás gastos de la casa lo solvente su pareja – a pesar de que no vive con ellas.

En estos primeros días de plática tocamos muchos temas e hice recordar ciertas anécdotas de la primaria y justo mencionó cuando ‘casi la ahorco’ (como ella lo recordaba). Ella hizo una confesión y me dijo que en esos dos años que estudió en la primaria donde estábamos, yo le había gustado mucho y que sentía celos por su compañera de al lado. Después, detalló exactamente mis gestos, mis bromas, mis calificaciones académicas, mencionó mis actitudes con los demás y recuerda la mirada seria de mi mamá.

Nazhda me dijo que cada vez que recuerda Perú, yo aparecía en sus recuerdos y que le pareció muy triste que no la haya contactado en esas dos ocasiones que vino a este país. Ella siempre pensó que yo no quería saber nada de ella y no se atrevía a hablarme porque se sentía muy nerviosa de hacerlo, pero Natali es testigo de sus ganas por verme y cuando estaban por llamarme, terminaba diciendo «no por favor, mejor no, déjalo tranquilo».

Simplemente en ese instante al terminar de leer esos mensajes que me parecían tan lindos y a la vez tan tristes, el mundo se me venía abajo y lloré. Mi llanto en silencio y mis lágrimas fueron el resultado de la impotencia por saber que pude tener la oportunidad de verla y aunque no pase alguna relación o nada, con solo el hecho de poder tenerla en frente mío y saber que está bien, yo iba a ser feliz.

Ahora pienso que hubiera sido mucho mejor haberme acercado más a Nazhda cuando éramos pequeños, pero no, la historia no es así.

Nazhda es un libro abierto, todas las noches me comenta un poco de las páginas de sus libros que lee con tanta pasión ya que su “amor por la lectura no tiene límites” según ella. Para mí es un placer que al menos por skype me cuente las historias que ha aprendido, aunque también me habla acerca de sus actividades, sus sentimientos, entre otros.

No importa como haya sido mi día, hablar con ella me llena de alegría, en fin, aún no soy buen escritor para poder detallar a profundidad, pero realizo mi mejor esfuerzo contando algo que en verdad tenía guardado conmigo desde hace 2 años. Lamentarse no conduce a una solución, las consecuencias hay que asumirlas y buscar la salida a ese sentimiento tan negativo.

Solo le pido a Dios, la eternidad, la estrellas, al mundo, al destino o lo que sea, que al menos algún día me dé la oportunidad de volver a ver a Nazhda, no importa si son cinco minutos, una hora o unos días. Ella siempre estará en mis pensamientos y aunque por ahora un pasaje a Canadá me sale muy caro, no pierdo la fe en poder verla, y darle un abrazo cálido y pensar que la vida se trata de hacer realidad los sueños.

No trato de pagar una deuda conmigo mismo, ella y yo tuvimos una conexión muy rara, quizás estemos destinados a nunca volvernos a ver, si es así, quiero retar al destino.

Solo quiero que se encuentre bien, y que haré realidad el día en que la vuelva a ver.

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