Estaba yo admirando a través de los sentidos la danza de aquella mujer que se asemejaba al movimiento de las rosas cuando el viento, caliente o frió, las toca.
Ella andaba de un lado a otra como una mujer cualquiera, sin pensar que algún día ella sería mi esposa. Yo anhelo que lo sea, si eso es cierto. Aún no sé lo que es cierto pues todo es incertidumbre. Hay cosas de las que estoy seguro y creo bien que ustedes lo saben… ¡no la muerte! esa a todo mundo le llega y no es agradable cuando este tocando la puerta; hablo de otras y ustedes las conocen bien.
Ella habla de cosas nimias, de juegos, de trabajo y sueños, de la amistad y de la música, de la horrible música de hoy día, pero ella habla con una sencillez que a todos nos caracteriza (algunos no son sencillos). Mira por todos lados y sonríe al primero que ve… no es cierto, ella no mira a nadie. Ella sonríe pues cree que sonreír le evitara hacer enemigos o verse fea. O quizás sonríe porque realmente es feliz pero no una felicidad pura sino de esa felicidad de las personas con tal de tener lo suficiente o son felices porque no tienen problemas, porque es una felicidad que parece innata, necesaria para sobrevivir.
Yo pienso en ella y no sé que hacer, pues pienso mucho en ella. Ojalá fuera ese un signo de nuestra unión porque sino será uno más de mis delirios de amor, del deseo de estar junto a alguien, de cantar una canción con un beso, de abrazarse y sentir el alivio de descansar sobre los floridos montes de su cabeza, su cuerpo, su cintura, sus piernas. Quiero saber si es parte de mi destino o si es una imagen más, una fantasía que he creado para luchar contra mi mismo, contra mi soledad y mi locura, contra mis penas, mis culpas, contra mi callada esencia.
Aun así quiero pensar que es parte de algo infinito y podré quizás al voltear a mirar, creyendo ver a través de la ventana húmeda y mugrosa, a través de lo que pensé que siempre vería, (unos arboles, pájaros volando, un cielo despejado y gris, o gente andando de un lado a otro, hablando entre ellos como hermanos pero siempre sonriendo falsamente, o quizás realmente) verla a ella sonriéndome, y todo lo anterior, toda aquella imagen monótona de todos los días, todo aquello que me aburre y me sorprende, se quede como detenido en el tiempo, pues con ella, con su mirada y su sonrisa me haría llegar al mundo celeste, donde el tiempo no existe y sólo existe el amor.
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