El libertarismo es un conjunto de principios. Estos principios nos permiten descubrir cuál es la forma correcta para vivir y relacionarnos con otros seres humanos.
Este conjunto de principios se tienen como proposiciones muy evidentes. Enunciados, que en lo ordinario no necesitan una demostración, porque negarlos sería rechazar la naturaleza misma del hombre. Intentar invalidar estos principios crea contradicciones y problemas muy graves.
A partir de estos fundamentos y mediante el uso de la razón, se pueden desarrollar un conjunto de proposiciones éticas que nos ayudan a sustentar y mejorar la vida del hombre.
I. El Principio de Autopropiedad
Este principio establece que cada persona es dueña de si misma. Negar esto significaría obviamente afirmar que las personas no son dueñas de si mismas; pero de esta afirmación surgirían problemas muy graves.
Si usted no es dueño de su persona, entonces ¿quién sería su dueño? ¿Y con qué derecho una persona podría afirmar que es dueña de otro hombre? Negar este principio nos llevaría a pensar que el hombre carece de libertad por completo. Y esto sería aceptar la esclavitud o la servidumbre, que desde luego en el libertarismo se rechazan.
A. La Ley Natural
Todas las cosas tienen diferentes atributos. Afirmar lo contrario nos llevaría a pensar que todas las cosas son iguales, pero sabemos que esto es una proposición falsa. Si todas las cosas tienen diferentes atributos, todas las cosas tienen diferente naturaleza.
El hombre no escapa a esta condición, por lo que es correcto afirmar que el hombre tiene una naturaleza única. Y mediante el uso de la razón podemos descubrir esa naturaleza propia del hombre, a esto se le llama la Ley Natural.
El hombre es dueño de si mismo por Ley Natural, por el solo hecho de ser un hombre. Porque está en la naturaleza del hombre ser libre. De la misma forma que está en la naturaleza de un pájaro volar o en la naturaleza de un pez vivir en el agua. Está en la naturaleza del hombre – valga decir en la Ley Natural -, que el hombre sea dueño de su cuerpo y de su mente.
B. La autopropiedad
Este derecho de poseerse a uno mismo es la piedra fundamental sobre la cual se edifica la facultad de elegir y pensar cuáles serán los fines y los medios para sustentar la vida y mejorar su condición de ser humano.
A medida que las relaciones entre las personas se vuelven más complejas y debido a la intromisión del Estado en la vida del hombre, el Principio de Autopropiedad es un valioso fundamento que siempre nos ilumina la mejor vía hacia la Libertad.
C. Los derechos de propiedad
De este principio se deriva un colorario muy importante, como lo es la libertad de poseer y a disfrutar de los recursos que el hombre ha encontrado y transformado por si mismo en la naturaleza. Esto significa que el hombre tiene el derecho de propiedad sobre lo que su cuerpo y su mente han creado mediante la apropiación y la transformación de los recursos naturales.
El hombre es libre para conservar la totalidad del producto de su trabajo. Nadie más puede alegar un derecho sobre lo que su esfuerzo y capacidad han creado. También el hombre tiene la libertad a decidir como dispondrá de lo que él ha creado con sus manos y su mente. Por lo tanto, el hombre puede enajenar, intercambiar o heredar la propiedad de lo que él produzca con otro hombre de manera voluntaria.
Negar esta verdad nos llevaría a pensar que otros tienen la libertad para apropiarse y disfrutar del producto de nuestro trabajo. Y esto sería aceptar que otra persona puede vivir del esfuerzo ajeno.
II. El Principio de No Agresión
El Principio de No Agresión nos dice que ningún hombre puede agredir a otra persona o su propiedad. Este principio hace referencia a que nadie puede iniciar una agresión contra otra persona, ni contra su propiedad.
La agresión contra los demás incluye desde luego las acciones que atenten contra la vida y la integridad física de los demás; como, por ejemplo, el asesinato, el secuestro o la violación sexual. También se incluyen las acciones que atenten contra la libertad de otras personas; como ejemplo, la coacción y la amenaza. La agresión puede consistir en la destrucción de la propiedad, así como en su confiscación o en el robo.
No debe pensarse que ante una agresión el hombre no tenga la libertad para defenderse a si mismo. Ya que ante una agresión injustificada el hombre posee la libertad para defenderse y proteger su patrimonio.
Como nadie tiene el derecho a agredir a otros, ni a su propiedad, todos los hombres tienen el derecho a vivir sin sufrir una agresión. Lo que significa que todos tenemos el derecho a vivir en libertad.
Nadie nos puede impedir que dispongamos de nuestras vidas de la mejor manera en que nos parezca. Ni tampoco que dispongamos de nuestra propiedad. Siempre podremos hacer esto, salvo que nosotros mismos cometamos un acto de agresión contra otros o su propiedad.
El Principio de No Agresión nos dice que la fuerza no puede ser usada contra otros, a menos que los demás agredan la vida, la propiedad o la libertad de los demás. En esencia nos dice que somos libres y que los demás también lo son. Mientras esa libertad no se transforme en una agresión hacia las otras personas y su propiedad.
III. El Principio de Autonomía
Este principio se resume así: “vive y deja vivir”. Este axioma establece que cada persona es dueña de su destino y que las personas tienen la libertad para elegir como vivirán. Se sabe que siempre existirán comportamientos que resultarán desagradables.
Comportamientos que incluso puedan ser considerados como perjudiciales para el hombre; pero las personas tienen la libertad de elegir cómo vivirán sus vidas. Cada persona tiene la libertad para elegir los deseos y las aspiraciones que guiarán sus acciones, sin sufrir la imposición, ni la coacción de otros.
Por lo que nadie puede ser forzado a aceptar la visión o los valores morales de otras personas. Nadie puede ser forzado a vivir de una manera que no desea vivir. Nadie puede ser forzado a creer o actuar de formas que no desea hacerlo.
Muchas personas vivirán sus vidas de manera autodestructiva, puede que sus acciones sean muy perjudiciales para éllas mismas. Incluso puede que sean acciones del todo estúpidas, imprudentes y hasta lleguen a ser acciones con consecuencias mortales; pero se acepta que son el producto de su voluntad y no existe derecho en imponer otros fines o medios.
Desde luego esto no significa que se deba renunciar o se les impida a las personas intentar persuadir a otros, para que se abstengan de vivir en formas que les cause un daño. Sin embargo, se debe hacer siempre la diferencia entre intentar convencer y obligar por la fuerza a otro.
El libertario puede intentar persuadir para que otros cambien sus vidas, pero nunca puede obligar a otros a vivir de manera diferente. Cuando el hombre vive en sociedad existirán muchas cosas desagradables, pero no todo lo que sea desagradable debe ser prohibido o penado.
Murray Rothbard – el gran pensador libertario del siglo XX -, nos explica:
«Debe quedar claro que para el libertario, la defensa de la libertad de ejercer la prostitución no implica en absoluto la defensa de la prostitución en sí misma.”
Esto significa que el libertario no debe renunciar a sus valores morales, sin embargo, no debe usar la fuerza o la amenaza de la fuerza para obligar a otros a que cambien sus creencias, sus valores o sus vidas.
IV. El Principio de Igualdad
Este principio nos dice que nadie tiene una autoridad o derecho especial sobre las otras personas. Ninguna persona tiene un derecho que los demás no tengan. Y no es posible que un grupo de personas tengan un derecho especial sobre los demás.
El Principio de Igualdad no prescribe una igualdad material o espiritual. No se trata de igualar lo que por naturaleza es diferente. Tampoco se trata de anular las diferencias que surjan voluntariamente entre las personas o los grupos de personas.
No significa que se pretenda hacer a todos los hombres iguales. Tampoco que se censure a las jerarquías que surjan voluntariamente o de forma natural cuando el hombre vive en sociedad. No se predica una igualdad de responsabilidades, ni tampoco una igualdad de obligaciones, menos una igualdad de resultados.
Lo que el Principio de Igualdad nos dice es que nadie puede arrogarse un derecho especial por mano propia y por sobre los demás. Las diferencias de prerrogativas y derechos solo se pueden establecer de manera voluntaria, no a través de la fuerza bruta, la amenaza o el engaño.
La igualdad se entiende en el sentido de que todos somos igualmente soberanos sobre nuestro cuerpo y sobre nuestra voluntad. Que todos somos soberanos sobre nuestra mente y sobre nuestra propiedad. Por lo que nadie puede arrogarse un derecho sobre nuestro cuerpo, nuestra mente o nuestra propiedad; sin nuestro consentimiento.
En atención a este principio el libertario aplica las mismas normas éticas que rigen la conducta del hombre al gobernante. Si los hombres carecen de la libertad para asesinar a otras personas, también el gobernante carece de ese derecho.
Si los hombres no son libres para robar la propiedad de sus vecinos, tampoco el gobernante la tiene, aunque exista una ley que así lo autorice; porque el robo siempre es robo, aunque se haga bajo el amparo de la ley.
V. Epílogo
El libertarismo es una hermosa forma de vivir en sociedad, porque les permite a los hombres interactuar mediante principios generales que aseguran y fortalecen la Libertad de todos. El libertarismo nos permite vivir en paz y con justicia. Y como una filosofía viviente que es, su espíritu se fortalece mediante las contribuciones del pensamiento científico.
Étienne De La Boétie dijo hace más de cinco siglos que:
“Los hombres, al nacer bajo el yugo y la ser luego criados y educados en la servidumbre, sin mirar ya hacia delante, se contentan con vivir como han nacido, no piensan tener otro bien ni otro derecho más que el que han encontrado, y consideran natural el estado de su nacimiento.”
El libertarismo penetra en la obscuridad en que muchos han nacido. Y para el que siempre ha vivido en las sombras, se sobrecogerá ante el primer rayo de luz.
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