Amante lector

Amante lector

Su composición parecía muy compleja, su volumen superaba por mucho al promedio de los demás, sus hojas a pesar de ser claras tenían un aspecto delgado, no pesaba, no costaba cargarlo a todos lados, al contrarío pareciera que tenias que tenerlo de acompañante para sentirte cómodo. Venia el camión a vuelta de rueda y, solía tomarlo y abrirlo de vez en cuando para intentar leer un poco más. Lo podía llevar en el auto , junto a mi asiento, y no importaba si pasaba todo el día y no lo abría, simplemente me gustaba tenerlo ahí, esperando el momento de inspiración para empaparme de su historia.

Fueron pasando los días y ese complejo volumen del libro parecía que no importaba, las hojas delgadas correspondían a su fácil comprensión de lectura, como si fuera un complejo pero simétrico plan. Lo podía tomar en la plaza , o en el café, lo podía oler y volver a sentir como si fuera nuevo. Después lo acomodas en el estante, en el sofá, podrías tenerlo incluso como tu almohada, responsable de dejarlo solo porque sabes que te esta esperando y lo haces, lo dejas a propósito solo como planeando fuertemente una ruptura. Luego regresas y lo tomas inesperado, cuando más pensaba que lo habías dejado y por fin podía dormir en ese oscuro y frio rincón del sofá. Pero se alegraba cuando lo abrías y de nuevo impregnaba la grandiosa historia en tu memoria.

Un libro puede ser una fase de vida, tu reflejo actual y futuro. Algunos se ponen tristes si los abandonas, otros se ponen interesantes, algunos mas se burlan porque saben que su léxico fue mucho para ti. Podrías tomarlo de aquel rincón en unos años y volver a vivir la etapa sentado en el café, abriéndolo y viajando. Sus páginas te dejarán como cada instante, vivo, solo, sufriendo o viviendo. Pocas veces te podrán sacar una lagrima, pero en el fondo, sabes que lo mereces, mereces esas frustraciones.

Lo tomas de nuevo, lo hojeas y tratas de no matarlo. De no concluir la historia. Pasas lentamente sus hojas, lo vuelves a ver, como su volumen ahora es menor hacia un lado, hacia otro. Pero te decides, tomas valor como preparado para la guerra, porque podría decirse que la parte mas triste es dejarlo partir, saber que se acaba, que tu vida cambiara una vez más. Que lo vas a dejar en el rincón solo, esperando que le de un poco de luz durante el día para que no le salgan gusanos, que no se ponga amarillo y húmedo, que no le de mucho el sol porque las hojas se harán chicharrón y espagueti, como un mal platillo de comida recalentado y, esa es la peor parte , tomar el valor para matarlo y, lo haces, avanzas poco a poco, sufres en ese pequeño momento cuando de re ojo ves que esta terminando y, te haces el que no quiere ver la siguiente pagina tratando de ignorarla, como si te estuviera viendo, esperando a que lo acabes, a que lo mates. Vez a los lados esperando que alguien te diga que no , no es momento de acabarlo, de mandarlo al rincón. Aún no. Ese rincón no. Pero sabes que debes hacerlo, y pasas a la ultima página, lo haces y ríes, sabes que lo necesita también, descansar porque su vida ha concluido por ahora. Lo matas y haces bien, hasta que lo vuelvas a rescatar del rincón.

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