Genesis 3:19
Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.
-Es usted feliz, con su vida? Me preguntaron alguna vez.
Entonces súbitamente, recordé ciertos pasajes en antaño ya vívidos. Y respondí :
-No me puedo quejar, sabe.
han pasado ya 35 años, y mireme, aun sigo vivo!!!
Dije frenéticamente…
-Yo sabía, que esto no iba bien.
Cuando a los 6 años, me preocupaba mi entorno.
Mi padre, fue borracho. Mis hermanos estaban traumados por los hechos. Y eso los hacía girar,compulsivamente en sus propias órbitas.
Entonces me sentia solo, era pequeño, débil y ya desde entonces me cobijaba con la depresión.
Observaba a lo lejos, la gente alejarse, pensando cuánto me gustaría poder seguir sus pasos, y perderme,daba un paso, luego otro, comenzaba a sudar, y sentir ese leve hormigueo, que iba incrementándose.
El miedo, siempre el miedo. Una angustia, que me hacía sentir peor.
Al final, me quedaba parado, viendo hacia el horizonte.
La gente, se aleja. Hasta hacerse un pequeño punto, que luego se pierde, mientras sigue su rumbo.
Yo mientras tanto, seguía atrapado, entre anhelos muertos,haciendome promesas que se harían incumplidas.
Algún día, algún día, que no llegara nunca.
Yo tenía 20 años, no tenía nada claro, no veía a futuro, en realidad no pensaba vivir tanto.
Recorría a pie la ciudad, buscando trabajo, cargado de solicitudes, recorría de 10 a 15 kms. Camino hacia las fábricas, o cualquier negocio que solicitará empleados.
Parecía una maldita hormiga, caminando sin parar, pero yo no tenía, un motivo, ni ninguna función específica, era un autómata, que se dirigia algún lado, por el solo hecho de tener que hacerlo, las circunstancias así lo dictaban.
Nada me satisfacía, era un ser errante en busca de algún trabajo, solo por obligación, aún vivía con mis padres, y estos se cabreaban de verme todo el día tendido en cama.
Tenía miedo a las mujeres, no había tenido novia ni ningun romance ocasional.
La timidez extrema no me dejaba.
Asi que mejor;
Leía y releia libros, Mario Puzo y su mítica novela El padrino, Herman Hesse y su Lobo Estepario, y remataba con Francis Scott Fitzgerald y el Gran Gastby.
Eso era el único placer, que tenía.
Pero al terminar de leer por completo, el hastío volvía.
No tenía metas ni ningún objetivo, hablaba conmigo mismo, imaginaba mi muerte aquel mismo día, atropellado, caído por accidente en algún puente peatonal.
La voz, me decía tantas cosas, a veces era cruel y no dejaba de burlarse.
Al pasar de los carros, oía.
-tirate cabron, tirate no seas pendejo, hazlo! Hazlo…
Entonces me quedaba quieto, y buscaba las agallas en algún lugar, ahí escondidas.
Pero el imaginar el dolor, me paralizaba por completo.
Entonces seguía caminando.
-culo, culo de mierda!!
-marica, cobarde, no te salvaras, tu destino es el fracaso.
-me escuchas?
-el fracaso…
Entonces avanzaba vacilante, herido de orgullo, me lamentaba mi falta de arrojó.
Recorría kilómetros, y dejaba solo un par de solicitudes, del montón que traía.
Las demás las tiraba, al suelo, o me servían para limpiarme el trasero, cuando llegaba al wc de alguna estación de gasolina.
Mi estómago era y sigue siendo, lo único que me recuerda que estoy aquí , por alguna extraña razón.
-Quizás seas una máquina cagadora, y de mi mierda los insectos, se alimenten, entonces ellos trabajarán lo que yo no hago.
Y de su trabajo, la tierra estará rebosante y nacerán nuevos árboles, y el oxígeno que respiramos, es producto de mi mierda!
Al salir del estado de estupidez eufórica, la pesadumbre volvía.
Entonces, me tocaba observar, a la gente, comprender como hacían, para poder vivir.
Parejas caminando unidas de la mano, viejos en triciclo pedaleando presurosos, hombres y mujeres camino algun super, o a su vehículo, para enfilar algún rumbo,todo era cuestión de relacionarse, nadar como peces, pero yo tenía aversión al agua, era un lagarto del desierto.
Aún así, yo observaba atento a cada persona hasta que en algún punto, desaparecían.
Avanzaba cuadras enteras, observando la vida diaria.
Pero en realidad, nada servía.
Camine todo el parque industrial lagunero.
Veía letreros solicitando, ayudantes generales, soldadores, alumnieros.
No me sentía capaz de nada, así que no se como di de bruces, con esa extraña fábrica de muebles.
Me hubiese ido, y seguido sin rumbo.
Pero un guardia, observó mi actitud errante, y me dijo.
-Aquí es!
-aquí, están contratando.
Volvió a decirme.
Yo solo, resolví sacar una solicitud e ingresar al recinto, no creía ser contratado, no tenía ninguna experiencia, más que ser un campeón en pasar el tiempo muerto. Y dialogar con mi otro, yo.
Con temor, con angustia, envuelto de nuevo en ese maldito miedo.
Decidí ingresar.
Como el Cesar, 2000 años antes, la suerte, ya estaba echada…
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