Introducción
Sheep Dreams es el primero de mis proyectos, solo publico las dos primeras partes divididas en horas porque es un proyecto que aún se encuentra en construcción, este escrito podría terminar en una larga novela como en un relato corto narrando los sucesos de Fernando Martínez, mi personaje principal; su pensamiento y las cosas que lo hicieron tomar tal decisión.
28 de Enero
20:00
Me he quedado solo y a mis 49 años de edad he decidido no terminar así, camino por las frías calles de la ciudad capital entre la 37 con 20, estoy en pleno centro donde la gente apresurada hace compras de año nuevo aprovechando las engañosas ofertas de los centros comerciales.
Mientras camino entre la gente pienso que mi caso no es diferente al de los demás, cuando uno quiere dar soluciones globales a problemas que necesitan una ayuda específica se cruza una línea tan fina que es muy fácil agraviar la situación, esto ha pasado mucho con la obesidad o el suicidio. Si describo mi situaciónpuedo decir que la guerra meha dejado marcas y las personas de las que pensaba iba a recibir ayuda fueron las primeras que me dieron la espalda, la guerra me ha quitado hasta la última persona que consideraba familia, me ha quitado tiempo de vida, me ha consumido, me ha vuelto intolerante, me dejado sin una mano y ciego al tomar decisiones, me ha dejado un odio que veré consumado el día de mañana a las 12 en punto del día, aun no puedo vislumbrar como irán sucediendo las cosas pero si puedo afirmar que mis últimas notas las dejare escritas faltando 20 minutos antes y estando fuera de las instalaciones de la FAP.
Escribo esto porque me parece una forma romántica, idealizada de terminar las cosas, de dejar constancia de lo que pensaba e hice antes de mis actos. También he decidido que sea la FAP mi objetivo porque he visto con mis propios ojos la crueldad a la que está acostumbrada, robando los hijos de nuestras mujeres, chicos que llegan con expectativas altas, con sueños que se manchan con sus actos usando el uniforme de la organización, siguiendo órdenes que nunca debieron haber obedecido. No puedo decir quien tiene la culpa de todo esto, si nosotros los adultos o nuestros padres, yo puedo decir que yo tengo parte de la culpa, durante estos 49 años no hice nada para detener la guerra que poco a poco fue acabando conmigo, que me consumía mientras la alimentaba, que me quito lo más cercano que tenía, que mino todas mis tierras, que reemplazara mi cama por el lugar donde la muerte durmiera plácidamente, que convirtiera la lluvia en ceniza, que me hiciera ver en mis sueños unos grandes ojos a los cuales apuñalaba por en medio y brotara tanta sangre de ellos que me despertaba en medio de la noche agarrándome de la garganta ahogándome a mí mismo.
20:30
Camine inmerso en mis propios pensamientos recordando que aquellos ojos en mis sueños eran los míos, hasta detenerme frente a un letrero de luces de neón, rosa y azul, que decía “Dos minutos de Odio” era un prostíbulo al que frecuentaba y esta sería mi última visita. Abrí la puerta que conducía a un pasillo iluminado con luces de color violeta, al fondo otra puerta pero esta tenía un gran espejo. Cerca mire mi expresión para percatarme que no había cambiado en nada, revise cada parte de mi cuerpo desde arriba hasta abajo, también revise mis manos y como siempre faltaba la izquierda, me iba a proponer abrir cuando salió un hombre de traje gris, su camisa estaba completamente rota y manchada por sangre, su corbata sobresalía por uno de los bolsillos y su expresión parecía de cansancio, pero por su camisa parecía que salía de una pelea, cuando alzó la cabeza mire que tenía la nariz torcida, el labio roto y el ojo izquierdo entrecerrado, con su mano derecha me empujo con gran fuerza a la pared golpeando mi hombro, al hombre siguió sosteniéndose de las paredes hasta que salió del local. Dentro todo parecía tan tranquilo como siempre, este es de forma circular, tiene dos niveles separados por tres gradas, en el nivel de arriba solo mesas semejantes a las de los restaurantes, en el siguiente nivel unos grandes sofás en forma de media luna con mesas en medio repletas de bebidas y vasos vacíos. A un costado estaba la barra, la música popular llena el lugar y al fondo un letrero parpadeante de color verde, este decía “Sheep Dreams” debajo una cortina que daba paso a las habitaciones donde las chicas con sus cortas faltas, escote pronunciado llevan a sus clientes. El humo de cigarrillo se expande por todo el lugar empeorando la poca iluminación de las lámparas colgadas de los techos, me dirigí a la barra y pedí lo de siempre un wiskirebajado y dos cubos de hielo, me lo iba bebiendo de a pocos cuando se acercó Carmencita, una mujer a la que no se le conocía el nombre, porque nunca lo dijo pero todos la llamaban así. Se sentó justo al lado mío, tomo un sorbo de mi wiski y me dijo:
- ¿Vienes por lo mismo? – sosteniendo el wiski en sus manos –
Me levante y le extendí mi mano. Ella se terminó el wiski, se levantó y me tomo de la mano, me llevo hasta le puerta debajo del letrero Sheep Dreams, al otro lado habían más puertas enumeradas del 1 al 5, fuimos recorriendo el pasillo hasta detenernos en la numero 4, sin dejar de sostener mi mano Carmencita abrió la puerta, paso ella primero y detrás la seguía yo, dentro todo tenía un aire diferente a todo el lugar, del lado izquierdo una repisa con un espejo mediano, maquillaje y el perfume de una marca y olor que nunca alcance a reconocer,del lado derecho un armario de madera y en frente mío la cama que en otras ocasiones como ahora me sirvió de consuelo, todo este decorado le daba un aire familiar a la habitación aunque no al lugar. Me quite la chaqueta y me senté al borde de la cama, Carmencita disponía a quitarse la poca ropa que tenía cuando la detuve.
- Vení acóstate conmigo así como estas, te quiero sentir de otra forma –
- ¿Y ahora qué tenez? – me recosté boca arriba y ella sin rechistar hizo lo mismo a mi lado izquierdo, no me importaba pagarle más por el servicio, igual sería la última vez que iba a estar por el lugar entes del día de mañana, antes de que reconocieran mi foto por la televisión, antes de que los artículos sobre mis acciones fueran escritas para periódicos y revistas digitales, antes de que todo el mundo me empezara a llamar asesino, antes de desaparecer.
- Estuvimos un rato así boca arriba cuando me dijo: – No me hagás perder mi tiempo, ¿Lo vas a querer o no? – – Solo hacé silencio y déjame así por un rato – – No sos el primero que me llega de esta manera, siempre dicen lo mismo pero no están dispuestos a pagar por el tiempo en la habitación – – Tranquila tengo dinero suficiente para pagarte, si queres te puedo pagar de una vez – – No es necesario, pero si no vas a utilizar el servicio solo decímelo, con vos serian suficientes problemas por hoy – – ¿Vos fuiste la que dejaste a ese man así? – – El hijueputa se quería aprovechar sin tener dinero para pagar el servicio. Bueno decime si vas a utilizar el servicio o no, porque yo no estoy para hacer de mamá de nadie – – Si voy a utilizar el servicio, solo que no logro relajarme – – Ah, tranquilo papi. Hubieras empezado por ahí. Vos sabes que estoy para eso –.
Acto seguido agarro mi brazo izquierdo y lo metió entre su entrepierna, lo empezó a mover de arriba abajo, recorriendo el largo de sus muslos, golpeando suavemente su sexo, al rato note como se humedecía, su ritmo se aceleraba, mojándose cada vez más, ella había adoptado una posición de feto y cerrados los ojos movía mi pedazo de brazo hasta que lo dejo en una posición donde solo movía sus caderas, luego puso su cabeza cerca de mi oído, solo tuve que voltiar para poder besarla, soltó mi brazo dejándolo en medio de sus piernas, puso su mano en mi pecho, la deslizo poco a poco, soltó mi cinturón de hebilla, desabotono y abrió el cierre de mi jean, suavemente fue despertándome, sentía pequeños impulsos, al rato metió su mano y agarro mi pene totalmente erecto y lo asió al ritmo del movimiento de su sexo con mi brazo. Después se levantó de la cama, se quitó la lencería y se puso encima de mí. Con los ojos cerrados tomo mi pene y lo introdujo despacio en su calidez, nunca la había sentido así, tan mía, tan personal, su calidez, mi pene erecto. Acerco su cabeza a la mía, me abrazo por la nuca, su ritmo se fue acelerando, su cuerpo comenzó a temblar, sentía su respiración en mi pecho, la abrace por la espalda y también hice mi trabajo, sentía sus débiles gemidos, casi imperceptibles, en un momento su cuerpo se detuvo, su espalda se encorvó con pequeños temblores, me abrazo muy fuerte, no me detuve hasta que no pude retenerlo más y desahogue todas mis preocupaciones dentro de aquella calidez.
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