En tanto que las flores esmeradas
encendían su color por consuelo,
en tanto que las ramas elevadas
de los pinos como brazos al cielo,
mientras las dríades congregadas
le peinaban su delicado pelo
deseosas la sonrisa devolver
a la doncella de triste padecer.
Los ecos que en las ramas dormían
volaban como agiles gaviotas
al soplo que los vientos recorrían
despertaban sus vibrantes notas
de tristes melodías que traían
de tristes melodías ya remotas
mas el sol brillaba en gran porfía
y la doncella triste no reía.
Se acercaba el sol a los alcores
despertando de sus nidos los dueños
cantando estaban dos ruiseñores
despidiéndose de sus pequeños
solucionar los males pretensores
bucarán al príncipe de sus sueños
de la doncella que quedó dormida
quedando en secreto su partida.
Por tanto que las flores de los prados
con fallido humor reverdecidas
hacían los intentos más forzados
que al intento casi ya rendidas
tenían los pétalos marchitados
y las hojas casi descoloridas
deseosas la sonrisa devolver
a la doncella de triste padecer.
Son vanos los afectos y cuidados
las muestras de esfuerzos y destrezas
la doncella de cabellos dorados
sigue dormida entre sus tristezas…
Los ruiseñores llegan agitados
a contar que en sus secretas proezas
vieron a un príncipe que venía
buscando a la doncella que dormía.
«Viene galopando , viene ligero
viene montado en un blanco corcel
presuroso viene un caballero
luciendo una corona de laurel».
Día siguiente , al albor primero
silencioso y llevando un clavel
se acercó a la doncella dormida
la besó y despertó encendida.
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