Dani se vestía para ir al colegio, hoy no era un día normal, hoy irían de excursión a un parque temático, llevaba meses pensando en ese viaje, llevaba años sin poder ir a ninguna excursión y por fin su tutor legal, Dani no tenía padres, había accedido a darle permiso para asistir.
Llego el primero al punto de encuentro, dónde solo estaba el conductor del autobús. Saludo amablemente al conductor que respondió con cordialidad, dejo su mochila en el portaequipajes y espero fuera la llegada de sus compañeros. Era una mañana fría, pero llevaba manga corta porque sabía que más adentrada la mañana haría calor.
Poco a poco fueron llegando sus compañeros, apenas tenía relación con ellos, ya que Dani era repetidor, solo se llevaba bien con su amiga Alba que también era repetidora. Alba era una niña callada, había sufrido acoso por parte de su padre en la infancia, por lo que era una niña introvertida, los demás alumnos/as la veían como una chica rara, sin lograr entender lo que sufría ella y el pensamiento errático que muchos días embargaba su cabeza.
Dani al fin se reencontró con Alba, ambos subieron al autobús, apenas hablaban, él sabía lo que le había pasado y sentía pena por ella, sin saber que lo ella quería no era pena, si no alguien que le diera motivos para poder sobrevivir a los días.
El autobús arrancó entre las risas de la clase y el olor a gusanitos, poco a poco el sol aparecía y empezaba a picar a través de las ventanas del bus, no era un viaje largo, apenas duraba hora y media. Dani miraba por la ventana aquellos paisajes que se dejaban ver con los primero rayos de sol, mientras Alba leía un pequeño libro llamado: “El Guardián Entre el Centeno”.
De repente atravesaron un pequeño túnel, al salir de aquel túnel, el paisaje había cambiado, ya no había sol, si no un cielo oscuro, tormentoso donde reinaba una penumbra alarmante. – ¿Te has dado cuenta que ha cambiado el tiempo?- preguntó a su acompañante. Alba no levanto la vista de su libro, no estaba preocupada, sino más bien acostumbra a aquel ambiente.
Al cabo de un rato llegaron al parque de atracciones, no había nadie, ni gente haciendo cola, ni empleados en la entrada, solo el sonido mecánico de las atracciones. Todo resultaba muy extraño, pero aun así todos sus compañeros iban entrando uno a uno en aquel parque y Dani hizo lo mismo que ellos, podía ver como sus compañeros movían la boca pero no articulaban palabras, todo era silencio.
Alba entro detrás de él, -ven, sígueme- dijo la muchacha con paso rápido. Dani la siguió y entraron a una atracción don el título rezaba: “Pasaje del Terror”. –Dime que no estoy loco y que estás viendo lo mismo que yo- decía Dani mientras agarraba por los hombros a Alba. –Hemos cruzado un mundo paralelo- dijo la chica con normalidad. –Así es- dijo una voz a espaldas de Dani. El hombre que había hablado, salió de entres las sombras, era un señor mayor de unos noventa años, tenía los ojos blancos y un pequeño bastón que le ayudaba a mantenerse de pie.
-¿Alguien puede explicarme que es un mundo paralelo?- rogó Dani exasperado. –Es otro mundo- contestó el viejo. –En este mundo, solo existe gente rota por el dolor y con graves trastornos depresivos- prosiguió el. De repente las piezas empezaban a encajar, el estaba hundido tras la muerte de sus padres y Alba, bueno ya sabemos lo que había sufrido.
-¿Y cómo salimos de aquí?- pregunto Dani. –Bueno hay que hacer un sacrificio, es decir, alguno de vosotros dos, debe suicidarse- contestó el viejo de manera tétrica. Dani no quería morir, había sufrido mucho para poder levantarse cada día y pensaba en todo lo que perdería si él fuera el sacrificado, así que miro a Alba. –Está bien, yo lo haré- dijo la chica sacando un pequeño cuchillo de su mochila. Dani se había quedado petrificado, ¿sería capaz de hacerlo?, se pregunto el chico mirando a Alba. Por un lado quería evitarlo, pero por otro tenía ganas de salir de aquel mundo a sí que no se opuso a la decisión de la chica.
Alba se colocó el cuchillo en el cuello, mientras miraba a Dani muy sería, el chico cerró los ojos, no quería ver aquella escena horrible y de repente una punzada de dolor recorrió su cuerpo, la boca le sabía a sangre y estaba de rodillas, volvió abrir los ojos, Alba también se había arrodillado y miraba a escasos centímetros la cara de Dani, podías haberlo evitado, decía la chica una y otra vez, su rostro había cambiado, sus ojos se había vuelto negros y su cara estaba desfigurada. -¡No!- logró decir Dani mientras notaba como su cuerpo flaqueaba y cerraba los ojos. Todo se volvió oscuro, Dani se veía a sí mismo corriendo sin sentido, tenía la sensación de que algo le perseguía, al fin vio una pequeña luz al final, ahí estaba su escapatoria, así que cerro los puños y corrió todo lo que pudo, cuando estaba a punto de alcanzar la luz, una sombra se colocó delante de él y se paró en seco, “podías haberlo evitado” oía en su cabeza una y otra vez, aquella sombra le empujó hacia atrás y Dani empezó a caer por un precipicio oscuro, cerró los ojos esperando el golpe y todo dejo de moverse.
Al abrir los ojos Dani vio que estaba en el suelo del autobús, no se oía un ruido, se incorporó y vio como todos sus compañeros habían sido asesinados, miró sus manos que estaban llenas de sangre y blandía un cuchillo, temblaba, pero no estaba asustado, sino más bien aliviado, recorrió el pasillo del autobús, pensando en que había pasado, de repente las sirenas rompieron aquel trance, miro por la ventana y vio un pequeño furgón blanco, no era la policía, eran los del centro psiquiátrico. Todos sus recuerdos empezaron a aglutinarse en su cabeza, salió de autobús, lo arrestaron y lo metieron en el furgón.
La policía llego a la escena del crimen y hablaron con los psicólogos de lo ocurrido: “Dani no es un alumno, se escapo del centro y entró en aquel autobús donde mato a todos sus ocupantes, la muerte de su madre, y los abusos continuados de su padre, habían hecho mella en él y la depresión que tenía había ganado el pulso en su cabeza”.
Dani volvió al centro psiquiátrico, deseando poder volver de excursión.
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