En un lugar recóndito del universo, una bestia duerme. Su rugido rompe barreas, su mirada penetra corazones, y su mente destruye dimensiones. El gigante de las estrellas caerá; nuestras mentes se quebrarán, nuestros ojos sangrarán. El cielo se oscurecerá, y de el bajarán sus hijos, qué con sus garras nuestra piel desgarrarán. Y cuando todo este perdido, y nos cansemos de llorar, la gran madre estrella hablará. Su canto resonará, su voz nos purificará, y de nuestros llantos guardianes florecerán.
Guardianes estrellados, ustedes que salieron de las lagrimas de los indefensos, y que con sus grandes escudos protegen el corazón de los débiles. Benditos sean grandes guerreros, sus armaduras brillarán en la oscuridad y cuando un profundo silencio se propague por el imperio; sus gritos se escucharán, y con su grandes cantos nos salvarán. La bestia caerá, pues ese es su destino.
Oh grandes guardianes, bienvenidos sean. Pues ustedes, son y serán hijos de la gran estrella.
-Extracto de un libro, encontrado en el templo de los sabios de Crux-
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