Frente de mi ventana, veo una mujer extraña y sutil, mirando frondosamente hacia el cielo como esperando que de este algo bajara; me siento acongojado, hasta un poco sentimental al ver tal acontecimiento, pero en realidad lo que tengo es curiosidad.
Los días pasan incontables al tratar de verla de nuevo, pero me ha sido inútil tanto esfuerzo, no he logrado verla ni siquiera un minuto, parece como si la tierra se la hubiera comido o aun mas extraño, se hubiera mudado de mi lado; apaciblemente espero a que aparezca, se me ha vuelto una obsesión verla, pero tras van pasando los días mi desesperación incrementa y aun no logro verla.
Hoy ya de mañana me levanto pensado en ella, pensando en su figura bella, aunque no he podido verla exactamente, solo he visto su silueta dibujándose bajo la luz de la luna, eso hace que mas me de curiosidad; y aunque viva a lado de mi casa nunca la he visto, creo que nunca ha salido de su casa, ni la luz del día la ha bañado. Es infinita mi intriga, creo que a veces tengo la rara sensación de que hoy va hacer el día que la vea de nuevo y que inconfundiblemente va a ser mía.
Esperar, la tarde es perpetua; pasa lentamente castigándome, enseñándome que yo no manejo el tiempo y que por más que quisiera que llegara la noche esta llegara cuando tenga que llegar y no cuando yo le diga que tiene que llegar. Es mi curiosidad de lo que pueda pasar esta noche, es indescriptible la sensación que produce la espera, la eterna espera, ya hace cinco días la vi y desde ese momento no he dejado de pensarla e imaginarla, serán sus cabellos oscuros o claros; sus ojos serán color verde, miel o quizá azules; su piel será canela, trigueña, blanca o negra; alta o baja, como hablara, será su timbre de voz suave, fuerte, chillón, grueso; es tortuoso pensar tanto y no encontrar lo que quiero y como lo quiero.
Minuto tras minuto se acerca la hora, aquel día la vi como ha eso de las 11 Pm y ya casi lo son, hoy tengo la gran certeza de que la veré; pero será que podre reaccionar, podre verla directamente y no caer en el miedo, podre sostener la mirada sobre su cuerpo y decir alguna palabra, pero aun mas seré correspondido de igual manera o seré un ente mas para ella. El miedo que tengo en estos instantes no es mas que un pánico de ser rechazado; pero rechazado de que me pregunto, no la conozco, ni siquiera la he visto, ni siquiera se su nombre, como un hombre puede ser rechazado sin ni siquiera haber entablado un dialogo; como puedo sufrir de tal manera por alguien que no conozco, es inútil pensar en todo esto y es mas inútil sentirme así, pero es que no puedo eliminarlo de mi sistema; será que… no, no pude que me allá enamorado solo de una silueta en la noche, no puede, me niego rotundamente a eso, pero por si acaso, me queda esperar a que llegue la hora y así confirmar.
Contando segundo por segundo, espero la hora indicada, ya falta solo un minuto y se que ella aparecerá a través de mi ventana, caminando suavemente y levantando su mirada hacia el cielo como la vi hacerlo ese día y en ese mismo momento yo saldré y le dirigiré la palabra esperando su respuesta; solo espero que ella responda.
Las 11:15 y aun no aparece, creo que hoy no era el día, creo que nunca mas será el día; pero tengo una opción mas, algo que debí haber hecho desde el primer momento que me obsesioné en verla de nuevo y sin ningún motivo del por que.
El timbre de la alarma suena estrepitosamente, si este no sonara así yo nunca me levantaría de la cama, pero como este a sonado y esta a mas de un metro de distancia de la cama; tengo que levantarme a apagarlo.
No son mas de las 10 de la mañana y el sol ya brilla intensamente, los días de verano son hermosos en la mañana, porque en las tardes el calor es insoportable; hace que mi cuerpo pique, que escurra sudor por todos lados y que tenga que prender el aire acondicionado. Pero esta mañana es diferente, esta mañana tiene una convicción, un deber; el deber de conocer a mi vecina, ya no aguanto mas el no verla de nuevo, quiero saber quien es ella y por eso he tomado la decisión de ir a visitarla a su casa.
Ya casi listo, muy perfumado y con la mejor pinta de mi armario, solo faltaba el pretexto con el cual ir a golpear a su puerta a estas horas de la mañana; ¿Qué podría ser? Que podría usar para golpear en su puerta sin quedar como un idiota al no saber que hacer después de que ella me abriera. No sabía que hacer, ni que decir; entonces tome la decisión de ensayar frente al espejo.
Al golpear la puerta alguien tendría que abrirme, entonces como debía pararme, como debía ser mi posición, donde debía poner esta mano y la otra; solo sabia que tenia que estar bien erguido, con la frente muy en alto, claro así parecía un hombre muy elegante y sofisticado; aunque no lo fuera ni por un segundo. Bueno eso ya estaba bien, pero ahora que diría cuando me abrieran la puerta; que tal me abriera un niño, aunque no creo que tenga hijos pues si no los vería con frecuencia jugando o hiendo al colegio, mas bien de pronto me abriría “su esposo” aunque tampoco creo eso, nadie sale de esa casa, no se ve nada, solo unas cuantas luces encendidas en la noche, pero nadie pasa por esos cuartos no se ve ni un alma. Ella rotundamente tendría que abrirme la puerta y hay vendría lo que tendría que decir.
- He, bueno días vecina, ¿Cómo esta usted el día de hoy? He lo que pasa es que….-
- ¿tú eres mi vecina? –
- Eso creo –
- ¿Que haces ahí mirando al cielo?, te vi hace unas noches atrás y me dio curiosidad – esta vez fui mas fluido he inteligente.
- Nada – me contesto.
- Me gusta mirar el cielo, es muy bonito en las noches y me tranquiliza observarlo. Más bien dime ¿quien eres tú? – termino mirándome de nuevo, aunque su pregunta fue igualmente de idiota a la mía.
- Tu vecino supongo – conteste yo con vos irónica – pero pues también me llamo Augusto y soy columnista de la revista mordiscos – así se llamaba en la revista que trabajaba, era de música.
- Ha ya veo – dijo ella, no le dio ni una pizca de importancia a lo que yo le había dicho.
- ¿y tú como te llamas y que haces? –
- Azucena y soy instructora de piano – contesto sin mas, ni siquiera volteo a verme para responderme; fue como si fuera común que un extraño le preguntara estas cosas.
- La otra vez estuve golpeando a tu puerta por un buen tiempo, pero nadie respondió, supuse que nadie estaba en casa – dije ya muy normalmente, era una conversación mas de las que tenia comúnmente.
- Ah eras tu el que hizo todo ese escándalo el otro día – respondió, pero esta vez si giro para mirarme.
- Eh, pues si fui yo, perdón por golpear tan fuerte tu puerta, solo quería que alguien me abriera – me dio tanta pena, que baje mi cabeza mientras contestaba
- No importa, ya paso, solo que en estos días he estado un poco enferma y no he salido de mi casa ni nada; por eso no te abrí la puerta ese día, pero dime ¿que querías? –
- Estas loco Augusto, ¿como alguien puede volverse así por una persona? – yo me quede frío, pero repentinamente ella soltó una carcajada gigante, que yo creo la escucharon todas las demás personas que vivían por allí.
- ¿De qué te ríes Azucena, no entiendo? – estaba realmente sorprendido.
- De nada, solo que esto me parece realmente gracioso y pues que todo se volvió una historia loca – me dijo con una clara expresión de felicidad y ni idea del por que.
Nonono, así no se puede, hay no se que decir, es difícil pensar en una excusa para ir. Mejor voy de una vez y que tenga que pasar lo que tenga que pasar.
Dirigiéndome hacia su puerta veía mucha gente que hace mucho tiempo no veía, realmente lo que pasaba es que hace días no salía de mi casa; lo tenia todo allí, hace pocos días había abastecido el refrigerador con comida y bebida, tenia un buen televisor, un buen equipo de sonido y una computadora desde donde trabajaba; claro mi computadora era lo mas importante pues con ella hacia mi trabajo, yo era un columnista para una revista local, me pagan lo suficiente como para vivir decentemente, pero en los últimos días no he había escrito nada, solo pensaba en aquella mujer y hasta que no pudiera verla de nuevo, creo que no podría seguir escribiendo;entonces tendría que verla a toda costa o si muy pronto me quedaría sin que comer.
Frente a su puerta ya, temblaba como un niño en su primera cita, sudaba imperceptiblemente y ya no sabia que hacer con mis manos; pero sabia que tenia que hacer esto, de esta visita dependía mi vida, dependía todo y solo entonces decidí golpear la puerta.
Toc toc toc, lo hice tres veces muy suavemente, pero al no recibir respuesta después de un rato, volví a golpear mas enérgicamente y por supuesto esto resonó por toda la casa, pero aun no había respuesta; solo entonces volví a golpear la puerta mas fuertemente como si la quisiera tumbar, pero nada solo obtuve unas miradas extrañas de personas que caminaban frente a la casa; creo que habrán pensado que estaba loco o algo así. Espera unos minutos mas, golpeaba la puerta, claro decentemente muchas veces, pero nada no hubo respuesta; entonces decidí volver a mi casa como perro regañado y con la moral destrozada.
No eran más de las 1 pm y ya estaba arto del calor que hacia, era insoportable; decidí empelotarme, quedar totalmente desnudo y así soportar mejor el calor, no me gustaba mucho el aire acondicionado por eso no lo encendí.
La tarde había llegado de un soplo, no me di cuenta a que hora se paso todo ese tiempo, solo estuve viendo televisión en el sillón totalmente desnudo intentando distraerme; creo que el cometido fue acertado, se paso el tiempo y no me di cuenta, pero cuando vi el reloj y note que ya eran las 6 pm mi cabeza empezó a maquinar, comenzó a pensar en ella de nuevo y mi tranquilidad se fue al basurero.
Cada vez que pensaba en ella el tiempo se desquitaba con migo, se hacia mas lento o algo así, porque el tiempo no pasaba nada rápido, creo que cada vez iba mas lento; yo trataba de entretenerme hacia mil cosas, limpiaba, organizaba, lavaba los platos sucios, tendía la cama, ya que rara vez lo hacia; pero el reloj apenas marcaban las 7:30 pm, era totalmente tortuoso, el tiempo se detuvo o yo estaba moviéndome a una velocidad superior.
Ya estaba cansado, miraba el reloj a cada instante a ver si este se movía y en efecto este se movía, no sabia que hacer o como hacer; estaba entrando en trance, la noche estaba demorada y lo único que encontré por hacer fue recostarme sobre la cama a ver si podía quedarme dormido.
Cuando desperté, haciendo un gran bostezo y estirando mis brazos fuertemente, logre sacarme la pereza del sueño y en un simple giro que había dado para hacer traquear mi cuello, una vieja maña, la vi; ella estaba allí con la mirada hacia el cielo, estaba de nuevo esperando algo del cielo, mi sorpresa fue grande, mis ojos se abrieron tanto que la vi de pies a cabeza sin mover mi cabeza; quede anonadado, no puede mover un solo musculo y cuando me di cuenta esta era la oportunidad que estaba buscando, entonces salí rápidamente de mi cuarto dirigiéndome a una ventana mas cercana para verla bien, para poderle hablar; pero no sabia por cual, cual estaba mas cerca, si la del estudio, la de la cocina o la de la sala; estaba confundido, no sabia que hacer, corría por toda la casa desesperado por encontrar una venta, me tropezaba con todo a mi paso, tumbe como tres materas, las cuales me había regalado mi mamá para mejorar el ambiente; pero no me importaron solo corría como un loco y lo único que determine que podía hacer era salir de la casa y hacerme a ella.
Corría desesperadamente, como si el mundo se fuera a acabar, lo tenaz era que nuestras casas no estaban a más de diez metros y yo creo que me demore una eternidad en llegar allí; cuando por fin logre llegar, me quede embobado, ella realmente no era nada de cómo lo había imaginado y eso que había imaginado como un millón de posibilidades de combinaciones como podría ser ella, ninguna fue; era linda a su manera, era alta, con un cuerpo muy delgado, tenia unos senos pequeños y un trasero igual, su cuerpo era muy curvilíneo; me marearía si tratara de recorrerlo aunque fuera solo con la vista, su cabello era realmente largo, muy largo, no miento le daba mas debajo de sus nalgas y era tan oscuro que se confundía con la noche; sus ojos eran en efecto color ¿gris? Me sorprendí al ver tal cosa, nunca antes había visto algo así, pero yo no era nadie para criticar, pero grises; su boca era pequeña, tenia forma de corazón, rosaditos, rosaditos, su nariz era lo mas grande de su cara, aunque no tan grande como para asustarme, pero de verdad era grande.
Cuando ella se percato de que yo estaba allí, me miro como diciendo que haces tu acá, lárgate; pero como yo estaba entontado no me di cuenta si no hasta la mañana siguiente.
Yo la miraba fijamente, realmente después de todo no me dio tanto miedo como pensé, pero lo que si no puede fue lograr pronuncia palabra alguna; no era que no pudiera, solo que no sabia que decir, pero entonces decidí a preguntar algo.
Que pregunta mas idiota hice, cuando pregunte ella me miro aun mas raro, creo que por su cabeza paso algo así.
“¿Quién es este, que querrá, será que esta drogado?” o algo así porque yo también hubiera pensado lo mismo, pero después ella devolvió su cabeza de nuevo hacia el cielo y desde allí me contesto.
Quede totalmente idiotizado, tenia una voz melodiosa, muy hermosa; pero yo no quería que la conversación se acabara allí y solo haber preguntado si ella era mi vecina, yo quería conocerla; además tenia que resolver algo, ¿realmente me había enamorado de ella?, no era de mi gusto particularmente, pero me gustaba o algo así; pero lo importante ahora era saber que hacia.
Quede boquiabierto con esa respuesta tan simple, pensé que todo era parte de algo o que había algo mas allá, pero nada; no era una respuesta muy buena, era una respuesta tonta o será que yo lleve mi imaginación mas allá del limite pensando que ocurriría algo realmente extraordinario; no podía ser, tenia que haber algo mas y cuando estaba a punto de volver a preguntar ella volvió a hablar.
Me quede inmutado, no sabia que responder, me tocaba la cabeza, me sobaba las manos entre si; me puse mas nervioso que cuando le pedí el cuadre a Wendy, la chica mas linda de toda la escuela, por supuesto fui rechazado; pero la sensación era la misma, todo dentro de mi se movía de un lado a otro, a fin y al cabo no sabia que responder, entonces decidí ser sincero y contarle la verdad.
Ella me escucho con suma atención, fue gracioso hasta dejo de mirar hacia el cielo y puso en todo su interés mí. Fui contándole poco a poco la historia, como el primer día sembró todas esas sensaciones en mí, como me desesperaba de no volverla a ver, de cómo el tiempo fue malo conmigo torturándome; que pasaba contando el tiempo para verla, que ya estaba dándome por vencido, que pensaba que no iba volver a comer por que no iba volver a trabajar porque no iba a volverla a ver; que el día de ayer había sido el acabose, que ya estaba dándome por vencido y que por ultimo la había visto y resuelto ser valiente y hablarle.
Ella se quedo mirándome, pensativa y movía su cabeza de arriba a bajo como afirmando algo, solo se acabo ese silencio después de la historia hasta que ella dijo.
Nos sentamos en el suelo como dos pequeños amigos de infancia, bañados por la noche iluminada y por casi dos horas largas; casi eternas me contó sobre ella. Que se había divorciado hace ya un año y medio, que tenía dos hijos pero ninguno vivía con ella; vivían con el padre. Que llevaba toda su vida enseñando a tocar el piano a quien le gustara, que había encontrado prodigios y otros no muy buenos; y por ultimo y muy difícil de escuchar me contó que estaba muy enferma y que lo mas probable era que muriera, que por eso miraba tanto el cielo, que le gustaba enormemente y que de allí esperaba una brizna de esperanza para no morir.
Cuando regrese a casa iba con la garganta seca, imaginando una vida como la de Azucena; una persona que quiere vivir no debe morir, pero la vida es injusta cuando quiere y a ella le toco la mas injusta, me daba un poco de pena, de miedo; la verdad no sabia si esto también podría estarme pasando a mi, que me fuera a morir y ni siquiera lo supiera, pero hasta mejor; morirme sin saberlo y cuando despierte ya estar volando hacia el cielo o tal vez cayendo al infierno, da igual; estaría muerto.
La mañana siguiente fui a visitarla de nuevo, quería seguir hablando con ella, me agradaba mucho, pero realmente no estaba enamorado ni nada de eso; las cosas que uno puede pensar en el transcurso de unos pocos días, estas cosas me hacían reír mucho, pero la verdad es que había encontrado alguien con quien hablar, una amiga.
Después de unos pocos días de lo sucedido, por fin escribí mi columna; lo hice sobre Azucena, sobre sus sueños como pianista y de todo lo que había logrado hasta entonces como música. Fue extensa pero muy clara y divertida, a mi jefe le gusto mucho lo que había escrito, dijo que había hecho de la columna un sentimiento puro y entonces me pidió que entrevistara a Azucena. Que la hiciera famosa.
Un mes después Azucena salió en la portada de la revista, con un gran artículo escrito por mí, hablábamos de todo, de su vida personal, profesional y las expectativas siguientes; nunca nombre lo de su condición, se veía en sus ojos lo que quería y eso era vivir eternamente.
Ya ha pasado un año desde que la vi por primera vez y aun la recuerdo como ese día, aunque ella no este aquí, siempre la recuerdo, siempre esta presente y por lo menos yo la ayude a ser eterna en esta pequeña ciudad. Azucena se fue a los tres meses de conocernos, por mi artículo la contrataron en una ciudad extranjera para enseñar en el conservatorio de allá, me manda una carta cada mes contándome todo y yo la respondo siempre.
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