Arde el amor
como ave desprendida al filo del invierno
como cría ciega que olfatea la sangre de su sangre
Arde porque es necesidad
porque es certeza de estar vivo.
Te escuché arder en el ocaso de mis pensamientos
Danzar en la llama que reposó en mis mejillas
la que hizo estallar el tuétano
en chispas de amapolas.
Hasta las cenizas
Me viste arder
Con el anhelo de un fénix
Con la sed del faro
Que llega a vos
Que llega a todo.
Me vi arder en el templo
Con los caudales secos
Los peces muertos
Ciego
Con los pies descalzos
Navegué en tus sueños
Ardíamos y ardíamos
Con la fuerza de la vida
Fuimos el cielo
la tierra
Nos revolcamos en el viento
Ardimos en el beso de una llama nueva
Con el humo blanco que perece en la oscuridad
Hicimos hervir el caldo del deseo
Hasta el más puro aroma.
Un viento silbó con dirección al oeste
Donde toda llama se baña tímida en las sombras
Donde las hadas duermen entre cenizas
Despertando lo que quiso ser
Soplando historias al océano
Concluyendo en el negro lo innombrable.
Herida incurable que arde a placer
Costra desprendida por mano ajena
Alegría de carnaval en llamas
Sanatorio para los enamorados
Donde la esperanza no existe
Donde no hay ventanas al cielo.
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