Fuimos felices en otra realidad

Fuimos felices en otra realidad

Carito Padilla

09/04/2021

Y se les veía tan felices, no era una pareja perfecta, eran un par de locos con la misma edad, en sus treinta y pocos; él muy organizado, todo calculado, programado, de acuerdo al plan. Ella, en cambio, espontánea, sin guion ni reglas; esto permitía que pudieran acoplarse y divertirse sin convencionalismos. A la vez muy responsables con sus obligaciones, entregados a su trabajo. Cada uno había decidido seguir a su corazón y cumplir con su propósito de vida, ella comprometida con su labor social, la empatía era su fuerte, tal vez no era la persona más dulce, pero cuando amaba, lo daba todo; el por su cuenta dedicado al servicio y asesoría, su carácter no era el más tierno, pero vaya que le gustaba que las personas se sintieran satisfechas y orgullosas de sus logros. 

Eran auténticos, nobles, leales pero no siempre llegaban a caer en gracia, a veces la sinceridad y falta de política en sus acciones podía ser ofensivo para el resto; pero ellos amaban vivir sin filtros.

Eran aficionados de la lectura, fervientes creyentes de los multiversos. La mitología griega, romana, celta, egipcia, nórdica, japonesa; eran todo un mundo por explorar.  También disfrutaban de las historias fantásticas, romance, poesía, novelas; en fin era como trasladarse y vivir cada uno de esos escenarios, una aventura en la que los dos se involucraban de una manera inimaginable.

Las noches de libros eran envidiables, ella interpretando sus voces raras, mientras él escuchaba fascinado, con sus profundos ojos extasiados, esos ojos que invitaban a perderse y descubrir un nuevo mundo en ellos, disfrutaba oír en voz de su musa aquella fascinante lectura. Cuando llegaba su turno de interpretar, ella, la más rebelde, impaciente e ingobernable hembra, se acomodaba en su pecho, tan mansa, tan indefensa, con aspecto angelical y una cálida sonrisa de paz, deleitada compartiendo la misma pasión con su amado. 

Una vez terminada la sesión de lectura se fundían en uno solo, combinando la ternura, el morbo, lo perverso y las más oscuras fantasías, que irónicamente los transportaban al cielo en ese momento. No cabía la menor duda, que este par, estaba hecho del mismo material.

Sus comidas, eran un suceso, probando de todo, que si dulce, o picante, tal vez ácido o salado, por qué no amargo,  y a resumidas  cuentas,  Dulcinea terminaba comiendo por los dos, Ozie en cambio tenía un estómago más dócil y un apetito controlado, se saciaba con verla complacida.

Tenían dos tipos de paseos: el primero muy premeditado, cuando Ozie estaba a cargo claro, esto era de otro mundo; se ocupaba de que cada detalle fuera perfecto, muy pendiente de lo que su amada gozaba, siempre la sorprendía, pues tenía la habilidad de organizarlo sin que ella lo sospechara.

En cambio, con Dulcinea, era todo un desastre. Se le podría ocurrir hacer un viaje improvisado a las tres de la mañana, o una caminata bajo la lluvia, dejando empaparse mientras se abrazaban y calentaban uno al otro, en realidad, era Ozie dándole calor a su friolenta, que terminaba vibrando los dientes, y con los labios morados pero, indudablemente, merecía la magia que de aquella locura resultaba.

A pesar de seguir patrones, sus días nunca eran iguales, podrían hacer el amor toda la noche sin dormir, hablar hasta las cinco de la mañana, dormir acurrucados, y lo que menos disfrutaba Ozie, cuando Dulcinea lo dejaba solo a media película, dormida en sus piernas y debía cargarla hasta su lecho nupcial; aunque esto raras veces sucedió, porque este rey era capaz de amenizar la situación y evitar que su dama cayera en manos de Morfeo. No era fácil cargar aquella fémina con hermosas piernas, su largo cabello negro y su rostro tan precioso aún estando dormida.

Indudablemente aquello era un encanto; pero, como mencioné al inicio, no era perfecto. El bebé anhelado, nunca llegaría, no podrían ver los profundos ojos de Ozie, su barbilla partida, fusionados con la respingada nariz de Dulcinea y su mágica sonrisa.

Esto provocó profunda tristeza en aquel par, cuyos largos abrazos consolaban sin decir una palabra.

Uno de tantos días decidieron probar la veracidad de uno de sus libros, se adentraron en una increíble búsqueda del universo paralelo que tanto anhelaban, donde podrían estar juntos y además tener hijos, abandonaron todo, hicieron viajes, siguieron pistas, descifraron acertijos hasta dar con un guardián de los Mundos Paralelos, un ser muy diferente, vestido de túnica resplandeciente, rostro de luz, casi imperceptible; tenía una voz que te infundía la más profunda de las calmas. 

Sin perder más tiempo, ellos le expusieron su plan, a lo que aquél siervo les contestó : «No está en ustedes manipular poderes y situaciones que no conocen, en este preciso momento tienen una vida maravillosa, no todo debe ser perfecto para ser grandioso, aprendan a gozarse de lo que han recibido; pueden perder más en el camino, por obtener algo con lo que han podido hasta hoy, vivir sin ello.»

Desafortunadamente, los dos eran tan tercos, obstinados y determinados. Con la pasión que los caracterizaba, recitaron su elaborada estrategia, lo que pretendían, cómo lo lograría y lo felices que serían, no hubo poder de este mundo o de cualquier otro que los hiciera entrar en razón.

Aquel ser místico con una profunda expresión de tristeza los llevó a un bello riachuelo, el que servía de desemboque a una cristalina cascada, la que abrió como si fuese una cortina; para entrar a un acantilado.

Abajo había una especie de aros uno dentro de otro, no podía distinguirse si eran líquidos o gaseosos, pero daban la impresión de ser aguas turbulentas evaporándose.

Mistic, les indicó que cada aro era un mundo alterno, muy parecido al nuestro, pero con otras circunstancias y situaciones. Habían tal vez las mismas personas, aquí serían hermanos, familiares o cercanos, y en otra realidad, perfectos desconocidos.

Les explicó cómo funcionaba el asunto, primero habrían de concentrarse hasta ver su reflejo en él, y este debían calcular muy bien y saltar donde se vieran, no sólo juntos, sino como ellos deseaban estar, en este caso con hijos. Luego calcular muy bien el salto y caer de forma sincronizada, para que toda la realidad se traspasase de aquí para allá y solo cambiara en ese único aspecto.

Se tomaron de las manos, ansiosos de ver el dichoso reflejo perfecto. Cuando este apareció, Dulcinea se emocionó tanto, sin darse cuenta llevó sus manos al rostro, soltándose de su amado, para limpiar sus lágrimas de conmoción,  traicionada por su impaciencia, micro segundos antes que Ozie terminara el tres que anunciaba la salida, ha saltado sin él, en ese momento aquél hombre experimentó una desesperación nunca antes sentida, por primera vez, algo se salía por completo de su control y no sabía qué hacer , ni cómo remediarlo, un amargo nudo le asfixiaba en su garganta, y las lágrimas empañaban aquellos hermosos ojos, con tantas emociones queriendo atravesar su ser, evoca una mirada de auxilio a Mistic, quien conmovido trama una pronta solución para los enamorados.

– Ella se adelantó, va a ser difícil que coincidan en la época del nacimiento, te importaría que fuese mayor que tú? – le consultó.

– Al diablo con eso – respondió Ozie- solo la quiero conmigo.

Mistic le aclara que debe sincronizarse muy bien, poner especial atención, dentro de cada círculo, hay infinidad de aros, divididos, estos son días, meses, años, deberás ser preciso y caer en línea recta adónde cayó ella, no esperes mucho, porque entonces la diferencia en edades puede ser abismal y en caso extremo, nacer cuando Dulcinea esté muriendo y entonces no coincidirán.

Todavía nervioso y con las piernas tambaleantes, observa detenidamente aquél bendito anillo, lo tiene, ya la encontró ahora debe planear ese descenso perfecto pasó el primer año, segundo …

– Varón, no puedes esperar mucho, aunque digas que no te importe, la diferencia de edad no puede ser abismal, decídete de una vez.

Ante aquella presión Ozie salta al año siete, en ese momento una leve brisa apenas lo mece y baja unos pocos milímetros descuadrados, esto quiere decir un mes y siete días antes de lo que se debía.

Y tal cual Mistic les advirtió, la posibilidad de perder todo lo que tienen hoy, por un incierto. El aviso se ha cumplido. Por unos escasos milímetros nunca estarán juntos, el ser divino trató de interceder a toda costa, pero no pudo hacer mucho – Al menos se conocerán – Susurró, y prefirió no ver más aquello que se había convertido en una trágica historia.

Tiempo después llegó una joven señora, ya pasada de los treinta, tres más y llegaba a sus cuarenta. Se le notaba cansada, un poco triste, pero llena de expectativas, buscando una respuesta a su romance imposible. Mistic, con su impecable aspecto que nunca cambia a pesar de los años le observa y lee su mirada que emite dolor de ausencia.

Ella inicia a contar su historia, segura de hallar respuesta y consuelo. Está divorciada, producto de esa separación hay tres bellos niños, a cargo de ella únicamente. Explica su difícil carácter, nunca le ha gustado depender de nadie, no guarda duelo en las relaciones, si alguien se fue, es porque este no era su lugar y punto, le llorará un par de días y luego seguirá adelante, no pasa nada, o al menos eso pensaba; hasta que le conoció, era increíble la conexión encontrada, nunca se había sentido así antes, podían hablar el mismo idioma, compartir los mismos ideales, estar en desacuerdo y aún así encontrar un punto de equilibrio, donde nadie perdía ni se doblegaba. Y entonces, viene el pero; él aún continúa casado, hay niños de por medio y amor de años de convivencis por una esposa; sin embargo, cuando esta relación prohibida tiene la oportunidad de juntarse, es como si nada más existiera, casi como teletransportarse a otro plano, otro espacio, otra vida. Mientras Catrina explica esto, sus ojos se llenan de lágrimas, ante tanta impotencia, no quiere ser egoísta, cada uno ama a sus hijos, y él no puede dejar desamparada a su esposa. Tal vez si se encontrara la manera de conocerse antes de, y hacer una vida juntos y sean todos estos pequeños, los suyos y los míos, sean nuestros hijos?

Mistic da un largo suspiro y le explica, simplemente, las cosas son como son. Debemos aceptar con amor lo que no se puede cambiar, caso contrario luchar para hacer un cambio; pero esta situación en particular, no debe ser tocada, podría terminar más enredada. Le toma de la mano y le lleva tras la cortina de cascada y le muestra la historia de aquellos enamorados de otra dimensión.

Catrina llora desconsoladamente, no puede creerlo, era su Mario, sus mismos ojos, la misma barbilla, sus manos y ella con su hermosa cabellera negra, su precioso rostro. Ahora todo tiene sentido, esa era la maldita conexión que ambos sentían.

En este universo paralelo Dulcinea, ahora Catrina, era  capaz de ver a través de cualquiera con su tercer ojo, sin embargo con Ozie, en este caso Mario, no funcionaba de la misma manera, las demás personas eran tan simples, pero él era distinto, no podía leerlo, pero podía sentirlo a punta de energía, la misma esencia que emergía de ambos, producto de aquella relación de otro mundo. El no mintió, si era ella la mujer hecha a la medida de sus deseos.

No obstante, sus distintas personalidades que en otro tiempo fueron la conjugación perfecta para estar juntos, hoy los separaba.

El como fue testigo vivo y desesperado de todo lo que pasó, adquirió un temple más centrado, dándole prioridad a la familia, incluso antes que a sus impulsos. La estabilidad y paciencia se convirtieron en sus aliados, y aunque no lo recordara, el evento  marcó su alma y espíritu para siempre; de tal manera que nunca más estaría dispuesto a arriesgar lo que tenía por algún incierto.

Ella, en cambio, lo buscaba desesperadamente sin saberlo, su alma sentía que alguien le faltaba y andaba por ahí, sólo que aún, no lo topaba. Tanto era aquel magnetismo, que al conocerlo sintió como aquella chispa era activada, y cuando se dio la oportunidad de que intimasen, no tuvo ojos para nadie más, al fin lo había encontrado, pero no para ella.

Ahora que le fue revelado aquel misterio, le servía de consuelo lo feliz que le veía a Ozie (Mario) con su familia actual, prefirió no averiguar más, a todas luces se notaba que la familia en general era feliz, él un abnegado padre y responsable esposo, no era su costumbre ser infiel, sólo había tenido un desliz. Lo que Dulcinea (Catrina) ignoraba era, que muy en el fondo él la extrañaba cada segundo de su vida.

Esto se lo develó Mistic a Catrina en un sueño, al verla tan confundida, frustrada y triste; sintió compasión de su desventura, y quiso darle paz a su lastimado espíritu. 

Ella por fin comprendió que no podían estar juntos y decidió alejarse, pero nunca estuvo para nadie más, sus hijos fueron su prioridad y nuevamente siguió a su corazón, retomando su antigua misión y usando su mágico poder empático. Se dedicó a escuchar a personas con crisis existenciales que nadie más podía entender; pero claro, ella era de otro mundo, así que, esto de comprenderles se le daba muy bien.

Fue capaz de dar ánimos, restaurar alas rotas, sanar corazones y  devolver esperanzas pérdidas a muchos. La gratitud y admiración la rodearon hasta el fin de sus días.

Sus hijos fueron los más tenaces del siglo. Les enseñó a caer de pie, el concepto de resiliencia y cómo ponerlo en práctica; les mostró cómo amar de manera vectorial, a partir de un origen, con un sentido y sin un retorno, porque todos pueden amar como un boomerang, esperando se les devuelva  lo que dan; pero sólo aquel que ha sufrido la desesperanza de saber que nunca estará con su ser amado, sabe amar sin esperar nada a cambio.

Aquí termina esta historia, al final cada uno fue feliz y realizado a su manera, luchando por lo que amaban, pero aceptando con madurez lo que no se puede cambiar. Vivieron sus días eternamente marcados y deseándose lo mejor, pero evitando reencontrarse, por miedo a provocar un incendio que nadie sería capaz de controlar.

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