Me encontré con alguien que dejó en blanco los espacios del silencio, susurró entre el viento aquellos gritos de desvelo: El insomnio a muerto.
Sutilmente se desprende de la vida, sin dolores ni remordimiento, sus que haceres los ha donado al tiempo: Entre versos todo es lento.
Las descripciones se igualan al no entendimiento, las razones son falta de atención y explicar es de tercos: He venido sin regreso.
Poco a poco va más lejos, es la persona, es el desierto, desencuentro inminente, olvido y castigo: Eternamente muerto.
Su desdén es mi amuleto, poco a poco ligeramente impuesto: Un adiós no es hasta luego dijo el músico no el llanto expreso.
Se extermina el verbo se descompone el cuerpo, se olvida un gesto: Que es eterno es cierto.
El último manifiesto: No vine del cuerpo, no regreso a él, ahora debo ser.
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