El abuelo

Así siempre lo recordaron sus familiares, llorando al despedirse.

No faltaba nadie, aldea pequeña, todos se conocían y estaban emparentados.

El tomó su maleta, con un poco de alegría y mucha tristeza.

Al día siguiente tomaba el barco que lo traía hacia la Argentina, era diciembre de 1930.

El viaje fue largo y bastante agotador.

Él ansiaba llegar a esta nueva tierra, con expectativas de «Hacerse la América», ésto hizo que soportase los inconvenientes con bastante buen humor, casi un mes duró la travesía.

Arribó a la casa de sus tíos maternos en enero de 1931.

Nunca se cansó de repetirlo, ni bien llegué me quería volver.

Jamás pudo hacerlo.

Allá dejó a su madre y sus hermanos, la gran casa familiar.

Cada vez que los recordaba sus ojos lagrimeaban.

Trabajó y trabajó incansablemente, formó una familia.

Con la tenacidad de un león soportó los embates de la vida.

Llegó casi a los noventa años con salud y fortaleza admirables.

De los proyectos que traía en su maleta pocos se cumplieron.

Hoy descansa en paz cubierto por esta tierra que le abrió sus puertas sin exigirle nada.

Pero que tampoco le regaló nada.

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