La aventura de escribir

Que aventura más hermosa esta de escribir, ponerse en blanco frente a una página del mismo color, desahogar todos los deseos ocultos de la cabeza, todas las imaginaciones y sueños en un papapel o la versión del mismo del mundo digital. Ya sea con el avanzar de las letras en el teclado, o con la tinta dejando sus marcas en un papel o con el sonido nostálgico de una máquina de escribir, ponerse en esta tarea siempre es una aventura hermosa que nos deja radiantes o entristecidos con el solo transcurrir de las palabras y avanzar de las páginas.

Y así podemos desmoronarnos, novatos ambiciosos, viejos aburridos y derrotados tratando de encontrar la manera para que no quede solo en ante nuestros ojos ese deseo de poner el alma entre letras. Todas ellas merecen ser leídas, todas ellas tienen vida propia que se consume en las fosas del olvido si no son vistas, interpretadas y transformadas.

No es fácil emprender esta aventura sin quedarse en un simple momento de inspiración. Es fácil olvidar esa inspiración. Escribir sobre el amor más hermoso del mundo puede hacernos recordar la manera como ese amor durmió en los brazos de otra, se refugió en su perfume y se aferra a su recuerdo. Escribir sobre la gran aventura épica nos recuerda como nunca hemos vivido más allá de lo que se espera de nosotros, y no hay épica ni anécdota ni nada. Mucho menos misterio o acción, ellos pueden traer recuerdos de alguna película vista pero no de la vida vivida.

Esta aventura no puede ser aburrida, como quedarnos en casa respirando automáticamente, esta aventura ha de sobrepasar la puerta y llevarnos a imaginar y sobrevivir a lo que nos encierra en este mundo cada vez más solitario en el que, por lo menos yo, busco vivir sobrepasando la realidad de hambruna en la piel y construyendo recuerdos con amigos imaginarios.

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