Aquel río de la esquina
donde enamorados mil veces pasamos,
la gente nos miraba con mala inquina
si saberlo nos veíamos idiotizados.
A sus orillas recibíamos los atardeceres
y a la vez descubríamos infinidad de placeres,
el sol fue testigo de las promesas que me hiciste
sin saber claramente en como temprano las rompiste.
Aquel río de la esquina
al cual a escondidas me llamabas
con tus palabras me embriagabas
para no percatarme en como con otros te besabas.
-Diego Carrasco
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