Bruja, palabras, destino

Bruja, palabras, destino

Fabiana Eckers

20/11/2018

Aurora Sant, aunque todos en el pueblo la conocían como la bruja blanca, era una mujer alta, de rasgos huesudos, que en su juventud tiraba las cartas y leía el futuro en las manos de aquellos interesados. Se vestía siempre con faldas largas y negras, lo que le daba un aspecto fantasmagórico, debido a que resaltaba su palidez extrema característica del albinismo heredado de sus padres. Había tenido gran popularidad entre las mujeres del pueblo, atinando en sucesos precisos pero poco importantes en la vida de sus consultantes. Después del trágico accidente, que la dejó postrada en una silla de ruedas y sin habla, la bruja blanca se vio obligada a dejar su consultorio para internarse en un asilo. Es allí donde pasa sus días, con la única compañía de las enfermeras que atienden sus necesidades básicas. Todos se emocionaron la mañana que al despertar gritó “Cedro, auto, clarita”. “Habló, la bruja blanca, habló”, la noticia recorrió el pueblo entero y esa misma tarde la fila para consultarla daba la vuelta completa a la cuadra del asilo. Pero poco a poco todos volvieron a sus hogares decepcionados, ya que la bruja solo repetía esas tres palabras sin cesar, “cedro, auto, clarita”. Pasó una semana exacta, cuando el cedro más antiguo de la plaza cayó sobre el auto de los Nuñez, atrapando en su interior a la pequeña Clara. Diez horas tardaron los bomberos en rescatarla, por suerte, sana y salva. Una de las enfermeras que cuidaba a la señora Sant, al enterarse del hecho, trajo a la memoria de todos las palabras de la bruja. Pero la mayoría se convenció de que era solo una coincidencia.

Aurora no volvió a hablar, hasta después de tres meses, y sus palabras volvieron a desconcertar a todos “bar, Arturo, 38”. Muchos empezaron a decirle a Arturo, el dueño del bar alemán que quizás se refería a él y a su cumpleaños número 38. Él se cansó de repetir a todos sus clientes curiosos que ya tenía 50. Pasó un poco más de una semana, la gente ya no jugaba más al 38 en la quiniela, cuando la noticia fue el intento de asalto a mano armada al bar de Arturo. En el pueblo no dejaban de murmurar sobre la bruja blanca y su predicción, al saberse que la policía arrestó al malviviente portando un revolver calibre 38. A partir de ese momento todos estaban atentos al asilo por si la bruja volvía a hablar.

Pasaron casi 6 meses, entre los residentes del pueblo se había esfumado el furor por la bruja albina. Ahora la excitación la generaba la pronta llegada de un circo. Hacía diez años que ningún circo, ni feria, los visitaba, por lo que se veía mucha emoción entre los más jóvenes. Era un día tormentoso, cuando, mientras le daban el almuerzo, Aurora Sant gritó “bar y escoba, aguja, reloj”. Rápidamente esas palabras llegaron a los oídos de todo el pueblo. Arturo, ésta vez, decidió no desestimar las palabras de la bruja e inmediatamente se deshizo de todos los relojes en su bar, prohibió a todos los empleados barrer el local o las veredas y le impidió la entrada a Rosa, quien tenía la costumbre de tejer mientras tomaba una tacita de café. Esa semana Arturo llegó a pelearse con las vecinas que salían a barrer sus veredas, con tal de alejar las escobas de su bar. La noche de la gran apertura del circo, decidió quedarse en su local, no estaba de ánimos de ver mucha gente, además las palabras de la bruja Sant no lo dejaban en paz “bar y escoba, aguja, reloj”. ¿Qué querían decir? Esas cuatro palabras en repetición constante lo acunaron hasta quedarse dormido sobre una de las mesas. Lo despertó sobresaltado una pesadilla de albinos y relojes, ya había amanecido. Al levantar la persiana del bar, vislumbró un ejemplar del diario Independiente. Quedó boquiabierto al leer el titular en la página principal “Trágica apertura del Circo Reloj de Arena”. Rápidamente fue a la página de la noticia, debajo del titular se leía “En el medio del espectáculo, al finalizar su acrobacia más impresionante, la acróbata rusa Varyeshcoba habría intentado suicidarse, clavando en su cuello una aguja de un viejo reloj, parte de la utilería del show.”

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