Estrella fugaz

Estrella fugaz

Ángela BR

17/11/2018

Una señal — susurro, técnicamente a la nada — Solo pido una señal, para saber qué hacer.

Una vez más, me encuentro sentada en el borde de la fuente de la vieja plaza. Es de noche, y estoy mirando a las estrellas. Son miles, millones, unas brillan más que otras… al igual que las personas.

Somos tantas, otras inevitablemente más apagadas que otras, ya sea por cicatrices del pasado o simplemente porque apenas le restan fuerzas. Hay tanta gente por conocer…¿por qué fijarse en una estrella fugaz? Quizás sea por cuanto brilla en un efímero momento, en un segundo. Puede que las estrellas fugaces te den ese brillo que necesitas para volver a retomar fuerzas, un poco más de luz. O quizás porque mantienen la esperanza del deseo, que se cumpla todo aquello que tanto anhelas. Pero, al fin y al cabo son eso; fugaces. No durará eternamente por mucho que deseemos que permanezcan a nuestro lado.

Bueno, pues tú eras una estrella fugaz. Y ahora me encuentro ensimismada entre tanta oscuridad que ni siquiera sé donde estoy. Llevo muchos meses tratando de ubicarme, de brillar por mí sola, supongo que de eso se trata todo. Pero, hay veces que extraño ese calor que me diste, ese apoyo. A veces me replanteo si realmente fue real lo que sentimos o, tristemente, lo que sentí.

Cuando alguien se va de tu vida, es por una razón. No está para mí, y es algo que aún estoy tratando de comprender. Fue algo tan repentino, pero tan fuerte…que me has dejado vacía al marcharte. Pero, tranquilo, sé que volveré a completarme. Y no precisamente por alguien, sino por mí. No nos hace falta alguien para sentirnos completos, y si es así, quizás el problema seamos nosotros y por ello se marchen tantas personas. Este no es ese caso, ya que me he quedado vacía al entregártelo todo a ti. Por ello me refugio en palabras sueltas y en noches estrelladas, cerrando los ojos cada vez que pasa una estrella fugaz, sin pedir ningún deseo, para no perderme de nuevo en ella.

Miro mis manos, cubiertas por los guantes. De mis labios sale un suspiro cansado.

— Hola — elevo mi cabeza, para toparme con un chico de ojos verdes, aunque de mirada perdida — Te vi los otros días en la universidad, compartimos clase de matemáticas. Soy Leo.

Me sonríe. Le devuelvo el mismo gesto. Pero esto me hace temblar.

Leo se sienta a mi lado y mira hacia arriba, para decir alegre.

Vaya, acaba de pasar una estrella fugaz.


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