Aún mantengo recuerdos, que encausados se transformaron en historia.
Cavilaba a altas horas de nuevo.
Habituado a vestir negro, a la cercanía una lámpara a lo alto de una farola a oscuras, sentado en una banca; fumando, pensando, disfrutando el perfil vacío que la noche ofrece a la ciudad:
Me disponía nuevamente a hundirme en elevada filosofía y pase mucho así, hasta que:
Te encontre tan elevada y muy vulnerable.
En plena calle fui acaecer del emisario de la humanidad, como el objeto de los pecados de todos ellos.
Lo notaba desde mi lugar; aquella noche, cuando nuestras miradas cruzaron la nada entre el escenario callado de un paso entre la metrópolis, se oyó.
– Sean malditos los seres humanos, egoístas y sucios.
Mientras me mirabas, lo gritabas y fui en ese momento recriminado por tu juicio.
– Seguro piensas que soy una perra ¡de seguro solo por que ahora me veo asi! ¿no?
Y de seguro solo esperabas que te ignorara, tal vez por el miedo a un extraño; Esperabas que me comportara como el común de ellos… y a cambio recibiste una verdad que no te gustaría deber aguardado.
– A nadie le importa lo que pienses.
…Lo dije tan calmado: No era necesario exaltarlo, ya que el silencio era profundo y de seguro hasta se oía los suspirantes exhalos del humo por mis labios.
Te lleno de impotencia, lo sé; una furia sin encausar, ningún lugar a donde tu voz pudiera llegar… si lo gritabas, no habría nadie quien tan solo le interesaría escuchar.
Se veían tus lágrimas, aún sin caer, aferrándose a tus ojos.
Te llevaste al placer y nadie o nada de amor de quienes te tocaron eh hicieron el amor que esperabas recibir; de aquellos que te cogían por las caderas mientras esperabas que tu cuerpo sea lo suficiente para que alguien por siempre te necesitara, te deseara: tal vez algún desgraciado y poco hombre… un hombre al fin y al cabo; que vociferara amor y tu lo adornaras de mas valor del que realmente significara.
Pero o más lo siguiente te haría sentir lejos de aquella soledad, de la cara tétrica y subvalorada soledad.
Alce mi cigarrillo nuevamente, luego de dejar caer sus cenizas; cavile si tomar una bocanada antes de hablar o si decirlo después de desistir el querer fumar.
El tiempo fue relativo; pasaron mil años mientras contemplaba cual decidir.
Pasó tanto tiempo que olvide mi deseo al humo de la colilla.
Baje la mirada muy apenado; fue irresponsable, no tanto por haberte herido… Lo hice por la verdad que era venidera para mi tambien… y así lo dije.
– A nadie le importa lo que yo también piense.
Me infundio la ansiedad, nuevamente el deseo por la nicotina; aspire tanto humo con un suspiro: entro tanto humo esperando morir: Y al contrario salió tan azul y claro… en un sincero exhalo.
Comenzaste a llorar; caían y caían tan cristalinas que ellas veía tiritar el reflejo de la atenuada luna.
Somos miserable por pensar así, lo sé; es parte de nosotros este masoquismo pero muy ideal sufrir.
Si hubiera sido mujer y me hubiera sido tan fácil venderme al placer; abrazarme a alguien, a quien sea, con ese hermoso cuerpo, suave, con un blanco y terso poseer:
Lo hubiera hecho y habría sido fácil… o tal vez… no lo sé.
No podría juzgarte ahora, no podría juzgar tu falta de caracter, tu falta suerte.
Te odiabas tanto, tanto realmente que no lo podía creer, porque realmente eras de aquellos milagros del diseño poco probable, pero real de la naturaleza.
…Y somos realmente miserables por pensar asi.
Me diste increíblemente tanto que pensar, ser mujer es mas difícil de lo que parece, ser hermosa es mas difícil de lo que parece.
Tuviste suerte aquel día, que presuntuoso de mi parte pero; ahora fui emisario de esperanza ¿fui un Dios por breve?
Fui un profeta en cualquiera de los casos; sino entonces así nadie me habria apretado tan fuerte las manos; tan fuerte que la uña de tu índice y sobre todo pulgar ahora dejan una definida cicatriz hoy ,en el dorso de mi mano.
De seguro tenias miedo, pero apostaste por ser la última persona en quien confiar.
Recuerdo aquel dia, se afianzó tanto que ahora se erigió como historia.
Recuerdo aquel día, recuerdo el saco largo de vestir, mis botas, mi polera y jean tintoreados de negro.
Recuerdo el frío, la oscuridad y el silencio; recuerdo aquella banca de carretera bajo la luz de una farola de pinta colonial en una noche de luz tenue; con el rimer dibujando la leve curvatura de tu hueso nasal.
En ellas, muy cristalinas, el reflejo de la tenue Luna… y en mis manos muy clavadas las uñas.
Con una gran fuerza y sobretodo mucha locura.
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Replicaste entonces… – Por que a mi… ¿que deberia hacer?.. ¡qué debería hacer!
Luego un sollozo, tan tierno, tan frágil; tan claro por que el silencio lo permitía.
De seguro sentías miedo.
Yo no soy cabalmente la imagen futil de la bondad ¿al fin y al cabo quién necesita piedad? pura basura y mierda de consuelo, cuando lo que realmente necesitas son una bofetadas o mejor tal vez, un buen golpe de dedos cerrados de vez en cuando.
El humo se empezaba a colar por las narices, por que solo lo sostenía con la boca.
Apretabas tan fuerte mis manos y mi nariz quería arder.
Mientras tanto, con la cabeza gacha, casi de rodillas; pero aun sosteniendo tu dignidad; tomando mis manos.
Pensé defectuosamente: – ¿Busca mi respuesta sincera?
De cerca te sentía detalladamente; quería poder sutilmente notarla mejor: era una belleza sin duda.
Escupi el cigarrillo, inspire y sentí tanta excitación por el aire fresco y frío que el ahogante humo no me consentía recibir.
Luego de recobrar conciencia de aquel lapsus: Pude notarla y su propio cuerpo era capaz de contarme una apropiada historia.
Su abdomen, su piel, eran estimulantes; lo sentía realmente en todo mi cuerpo el «ello» del que hablaba Freud.
Más me vi en ella; ella era yo; ambos con la desdicha, o tal vez fortuna, de que la vida sea tan desconsiderada de no mesurarse con lo limitado que es uno capaz de poder resistir y vivir.
Entonces una tristeza me abordó; lo hizo aquella historia que me contaba del porque al olor a whisky, una blusa levemente empapada la cual le helaba su cuerpo, tanto para hacerla temblar.
Un poco acendrado jean azul claro, algo arrugado y, desajustado en sus caderas que exponían sus bragas oscuras; Y las pantorrillas mojadas… por mas alcohol tal vez.
– Me siento tan mal… ¿por que aun no he muerto? Todos me engañan, odio esto… ¡¿por qué?!… ¡lo odio!
De alguna manera aún era consciente, si temblaba era solo por el frío y no por el alcohol.
Se tocó el corazón, como evitando que huyera; pero yo sabía lo que era: Habría llorado tanto que le apretaba; su pecho no era tan grande porque le apretaban; su garganta, sus agitados pulmones y sus senos.
Temblaba ella tanto; se abrazó a sí misma con sus manos cubriendo, junto a su mentón, el escote descubierto.
Repetía con un fraseo tan largo, las cosas que odiaba mientras se le acababa la voz… perdía fuerzas, sus rodillas no aguantaría estar mas de cuclillas… se desolaria de rodillas.
Antes de caer, le tomé las manos y descubriendo su cuello; Me puse de pie junto a ella.
Desmangue mi saco, me descubrí y la arrulle al fin, mientras todo acababa, en él.
– ¿Así se siente mejor?
– (entre gimoteos) … sí, mejor.
Un tímido sí… mejor:
Mientras la abotonaba por completo sentí el olor que despedía lateralmente sus pechos y brazos. Un chanel desconocido y a partir de aquel imposible de no ser memorable, se impregno tanto en aquel prenda que fue el único precepto de que aquella noche existio, cada que volvía acercarlo contra mis mejillas.
Recuerdo tanto… la noche, una apagada noche; tu piel tan fría, erizada, vibrante, firme y de blanda textura; lo recuerdo muy bien porque te sostuve de los brazos aquella vez… aquella noche.
Por fin recuperaste tu linea, un poco de tu personalidad; solo que al parecer te disponias a ser sincera contigo misma… (una pequeña sonrisa mía) soy bueno para eso:
Ya te había cubierto y me mantenía frotando tus hombros de tal manera que no lo sintieras; mientras tanto te reponias y levantabas, en postura, ya el rostro; levantaste la mirada y los afianzaste en mí, estoy seguro que sabrías que no te apartaría; y ¿quien podría, a tí, negarte eso? lo pensé, por la confianza en tus ojos.
De pronto sonreíste, después de un descarado análisis… y claro que sabía porque fue eso; entendí de que trataba: querias ver si me ponias nervioso… tú querías saber si yo tenia otras intenciones; si me comportaría como un puberto o… no era lo suficientemente humano para entender que no querías flirtear en aquel momento… aquel lugar: Y por supuesto, también sonreí.
Y si, sonreí mostrando el mentón, lo que en tu idioma sería «ya lo sé, no tienes porque aclararlo».
Entonces le invite a andar, con mis movimientos naturales; por fín nos retirábamos y ella empezó a caminar a mi lado; después de tres pasos me volví la mirada atrás, ella también se detuvo y me observo, y luego tambien miro hacia aquel lugar ¿habrá pensado lo que yo?¿habría entendido lo que pensé?¿realmente lo habría hecho? Yo solo sabía que ella convirtió un dia cualquiera en uno que gozaría de conciencia, que sería especial para mí en altas horas de la noche: No tarde en volver la mirada al frente y ella lo hizo a la par conmigo… fue breve, pero cruzamos la vista de nuevo, esta vez sin expresión; mientras mire en pos del camino dije sonriendo.
– Un dia diferente.
y agache la mirada muy feliz: es algo que suelo hacer, no puedo ocultar mi dicha por tener un día distinto, un día que fue realmente vivido; talvez soy extraño pero sinceramente no me importa.
Es increíble lo que el cuerpo dice y los labios no.
Me agrada pensar que gustó de verme desde reojo, que también rió mientras no la veía, pero sin duda nos olvidamos del mundo que hiere a cada instante.
A pocos pasos, nos dirigimos a un puente icono de mi ciudad, proseguimos por aquel lugar y sin acopiar al merecido tiempo en silencio, dije:
– N: ¿Sábes?… siempre eh pensado, o tuve la idea que; cuando conversas, o un día conversarias con alguien que no conocieras, podrías contarle lo que quisieras; ya que, con tal, no tendría a quien contarlo… además, es posible que no se vean de nuevo.
…
Entonces con la mirada absorta a la lejanía, dijo.
– R: Me llamo Rose… no me gusta la idea de, ser…
(Entonces gire a verla, aquel silencio debía significar algo, sino entonces ¿por que bajaría un tanto la cabeza?)
– R: Creo que es, porque quisiera dejar de sentirme sola; siento que debo salir siempre: Lo estaba pensando mientras venia bajando.
Morir a veces parece bien, pero no sin que todavía halla hecho algo que me guste… sin que nadie me recuerde… (y con la voz vibrando, como si empezara a llorar en cualquier momento, dijo)
– R: Creo estoy volviendome loca.
Yo pensé en ese momento, «toda la vida viví solo, me sentía solo, más rodeado de gentes; no se por que no me importo tanto, es seguro que debí acostumbrarme muy pronto a ello».
No la podía entender; ella me dio en qué pensar; siempre logro que se abran tanto a mi y cuando las veo quebrarse, aunque sea solo un poco, me mantengo omiso; puede que baste con solo escucharlas, sin embargo como me agradaria decirles algo mágico y recomponerlas.
– N: Yo tambien, pase por una crisis; me duró tres años y, al final solo descubrí que, estar tranquilo es mejor que… estar… tener que estar con alguien.
A veces mi madre me dice en broma, ¡loco! o raro; las personas me lo dijeron también varias veces; pero… (con el ceño fruncido, sentencie) no me importa.
Ella se veía preocupada; recordarle la realidad no era grato, pero… si de esto trataba esta noche, no tenía por qué negarme a no evitarlo.
Tengo mucha confianza en las cosas que sé: No pretendo ser un iluminado, pero al menos creo que haber logrado el vivir sin miedo a las personas y al mundo, siempre saliendome con la mía y eso no es nada que no sugiera aprecio por mi parte.
Otra vez después de un merecido silencio: En un tono normal y recuperado me hizo saber.
– R: Oye… cuando te vi sentado, todo así, mirando al cielo y fumando… me diste miedo… (empezó a sonreír ¡y entonces! de manera maliciosa, terminó por decirme) también me pareciste raro ja ja ja ja.
…¡¿Entonces para eso terminó contándole estas cosas?!… la mire con atención, y entonces… empecé a reir tambien.
– N: ja ja ja ja… (pero de manera mas recatada, por supuesto)
Con aquello rompimos tensión, gracias a ello hablamos con mas ligereza, aunque debo aceptar que a mi me gustan los temas serios, y odiaría tener que hablar de música u otra trivialidad, cuando hay varias cosas mas interesantes que conversar aun. Pero debiera aclarar que no soy tan temperamental como odiar algo o por ejemplo, de repente, saliéramos con un tema fuera de contexto.
Sabía muy poco de ella; era hermosísima, no se cuanto le podría costar estar feliz y sonreir, o en defecto… que tan a menudo llorar o… no ser ella misma.
Apenas caminamos menos de la mitad del puente y verdaderamente estaba disfrutando aquella noche: No puedo decir que no la extraño, era una mujer despertando a la realidad; tenia una gran crisis existencial en cuestas; siento que la conocí mejor que nadie, mas que cualquiera y… no hago mas que preocuparme cada que pienso en ella:
Más no me tomen de idiota, sé lo que significa crecer, no debía entrometerme; no tenia que quedarme… quedarme y arruinar su meditación… todo aquello que le sugiriese cuestionar quien maldiciones era ella misma, y que tipo de realidad era esta: tenía que restablecer convicciones. Y ¡Y yo lo sé! que una verdad revelada por alguien no es tan aprensivo como la misma descubierta por tu propia alma, tu propio ser.
Era plausible el hecho que si me quedaba, intentaría consolarla y también… inequívocamente no vería tan tétrico el mundo y no se sumiría en sus pensamientos: Así que sentía tenia una misión esa noche, le daría una dirección y orden al barullo de sentencias construidas por sus ideas.
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A ú n n o e s e l f i n . . . (letargo)
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