Entre imágenes producto de la desrealización
Me observé transitando entre lápidas
Convencido de que todo era una sublime ilusión
Intenté recomponerme entre pálidas láminas
Y terminé colgado de un árbol seco en tierras áridas
Comprendí que no hay modo de acabar
Que pertenezco a los mártires de las ánimas
Un fin tan ruin para las mentes flácidas
Para un reloj helado de distorsionado margen temporal
El cual convierte sus agujas en plumas con tinta de cristal
Por más que lo intenté me han atado
Con cadenas de alfileres que en mi carne se incrustan
Derritiéndolas en mi sangre de forma infausta
Obligándome a crear en divergentes estados insanos
Sin importar mis súplicas progresivas
Mis lúcidas ideas fueron empapadas de resina
Permitiendo a las tinieblas borbotar nitroglicerina
Que en conjunto con mi ira equilibran mi propia vida
Desde entonces no percibo más que efímera claridad
Cada idea me atormenta aún siendo pasajera
Es mi subconsciente tomando represalia por esconderla
Ingrata inteligencia omnipresente atentando contra mi realidad
Siempre me encuentro expectante desde otra perspectiva
Refugiado en lo más recóndito de una mitigada existencia
Admirando al tiempo apoderarse del espacio con lascivia
Distante y acobardado, temo incumplir la impuesta sentencia
Aunque recapacitando he de admitir que no está mal
Consigo momentáneamente ignorar tanta banalidad
Alimentar a mi ego mejorando constantemente sin igual
Soy el resultado de una evolutiva damnificación
De una celosa injuria; génesis de mi autodestrucción
Nahuel A. Pascuzzo
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