LA CAJA BLANCA

LA CAJA BLANCA

Eli Gomez

07/11/2018

Un día, una misteriosa caja blanca cayó del cielo, la cual le pertenecía a una diosa que habitaba en una de las estrellas más cercanas a la Tierra. Ella se hacía llamar Dirania y era una hija más de Zeus, sin embargo, a diferencia del resto de los hijos, ningún habitante de la Tierra sabía absolutamente nada de su existencia. Antes de que ella naciera, su madre fue desterrada de la Tierra por revelarse ante el gran dios Zeus. Únicamente las estrellas más pequeñas del universo supieron sobre esta pequeña diosa. Debido a esto, ella jamás conoció a su padre.

Al pasar los años, Dinasia creció averiguando día y noche más sobre su padre, buscando el valor suficiente para que él finalmente supiera de su existencia. Después de tanto pensar y pensar, finalmente, se le ocurrió la gran idea de fabricar una pequeña caja de un aspecto llamativo, para que de ésta forma, los habitantes de la Tierra tuvieran la curiosidad suficiente para destaparla. Dentro de aquella caja, la diosa agrego´unos diminutos fragmentos de la estrella en la que ella habitaba, los cuales, a simple vista humana no se lograban detectar con facilidad, ya que titilaban; y les dio vida para que pudieran buscar a su padre.

Una vez finalizada la caja, la envió por un pequeño túnel que se conectaba a una pequeña isla de la Tierra. Lentamente, la caja descendió hasta alcanzar el suelo, en donde un habitante la recibe y la lleva a su hogar junto a su familia. Los niños de aquella familia, al ver aquella caja tan curiosa, no pudieron hacer más que destaparla con tantas ansias por saber lo que contenía dentro. Al ver en su interior, se decepcionaron mucho al ver que se encontraba vacía, sin embargo, lo que realmente había ocurrido era que aquellos fragmentos tan diminutos habían salido disparados en busca de los dioses con la esperanza de que ellos les dijeran en dónde se encontraba Zeus.

Después de buscar y buscar, finalmente dieron con el dios que los pudo guiar a Zeus. Sin embargo, Zeus no quiso escucharlas, pero fue tan grande la terquedad de aquellos fragmentos, que alcanzaron la gran ira de Zeus y éste decidió castigarlas. Con su gran poder las obligó a permanecer por siempre en la Tierra, quitándoles la voz para que lograran verse como pequeños insectos luminosos, lo cuales con el tiempo recibieron el nombre de luciérnagas.

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