Nocturna Soledad

Velada la noche donde anhelo tu llegada junto a mi, para recordar aquel momento donde te conocí, que mi mente no ha podido nublar.

Dichoso en el momento en que tu sonrisa encontró mi caminar, ya que fuera de este mundo en tu belleza me pude desvelar.

Esmeraldas de la perdición, que ahogaron mi tristeza en tu foráneo amar, izaron velas en contra de esta corriente matutina, y al fin pude encontrar aquella paz que en cualquier momento me pudiese arrebatar.

¿Qué es un simple mortal detrás de un amorío divino?

Observando con recelo el andar de su perdición, desde aquel momento en que aquella bella mujer, en su delirio de poeta, rescató al náufrago que hoy destella el más puro estado de ebriedad de una insaciable enfermedad de amar.

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