Sé que en el fondo de mi alma he de acudir ciego a la búsqueda interminable de la piedra interior que tutela esta jaula de huesos…¿Por qué mi vida se reduce a tan diminuta guarida? Siempre tengo la misma sensación; caigo irremediablemente en una mezcla de ridículo y de pavor al desear el encuentro.
El viento desciende caliente y seco, cargado de sufrimiento; nadie es frío por libre, sino por pura desilusión. Deambulo entre los sueños y el sopor, entre los silencios y el ruido, entre las esperanzas y la más absoluta desesperación…¿A cuántos parajes he viajado con la espada de mi mente?
Y cuando la noche se ha tornado en día, ¿a cuántas páginas he oído susurrar el nombre de mi hombre representado de un mero personaje?
El tiempo me ha hecho deambular de un lugar a otro, discurriendo siempre por un seco lecho; la imagen de Babel me ha trastocado. A su lado, siento como que no soy nada.
En el fondo de mis ojos nacen lágrimas rojas por el mero escozor producidas por ríos de sal. ¿Cuántos brazos he acunado? Solo quiero sentarme en los bordes de la mar y sentir una buena siembra; esta debe ser siempre Entrada y Puerta hacia las Estepas del Cielo.
Más, el silencio se abre paso entre la tierra y la roca. Solo intento liberarme de esta jaula de huesos. Pero cuando salgo a renovar esta necesidad de confianza, algo se agita dentro de mi: es la duda de que el descanso en la soledad no solo es un gran error, sino que acabaremos llegando a un sitio donde nadie se nos espera.
Nunca se debe caer dos veces en el mismo abismo. Es el vuelo del tiempo.¡Me sumo al aspecto rosa!
Pues ahora, con la frescura del viento debo escribir historias para encontrar mi propia senda: es hermoso limpiar el espejo que da sentido a mi alma.Porque lo más triste de todo es reconocer, que ¡ahora puede ser demasiado tarde!.
Así, cuando despierto cada mañana con el aroma especial de la lluvia reconozco cada día, la mutación de mis heridas transformadas en dalias.
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