Última llamada. Bienvenidos

Soy un espectador, uno morboso, sátiro, amargo, de los que se llevan apresurados las palomitas a la boca para medio masticarlas, unas pasan y otras caen mientras mis ojos impacientes le dan la entrada al esperado acto, me divierte la escena:

-Un hombre pierde la cabeza y se lanza al vacío.

No lo puedo evitar, aprieto los labios sin fuerza y mi carcajada estruendosa envuelve el lugar, me tapo la boca con la mano como si al resto del público le importara.

Soy un espectador, uno sereno, reservado, llego puntual pero no tomo el mejor lugar, he bebido, comido y hecho lo necesario para no abandonar mi asiento, espero el momento.

Comienza la obra, encuentro siempre algún detalle en mi atuendo o en lo que me sea útil para desviar la mirada de lo que está por venir. El momento ha llegado:

-Un hombre pierde la cabeza y se lanza al vacío.

Me pongo de pie no lo puedo evitar, salgo asfixiado por la impresión, me seco el sudor de la frente, no lo puedo creer. Soy el espectador de lo que fue mi vida.

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