Ese lugar frío y desolado
que ya no es,
que ya no será más…
donde habitaban colores,
luz y alegría…
donde tu corazón
se expandía contento,
ahora,
ese lugar… inerte.
Te creíste tu propia fantasía,
adornaste la realidad a tu gusto
de forma precipitada,
sin reparar en las consecuencias.
Pusiste tus esperanzas,
tus anhelos,
en este juego de espejismo.
Proyectaste tus ensoñaciones en el otro,
sin verlo a él siquiera.
No fue culpa suya,
pues él era como era,
y combatía con sus propios demonios.
Tú, te empeñabas en ver
lo mágico, lo sublime…
no de su persona,
sino de tu propio cuento…
Y así un día cualquiera,
como un puñal bien afilado,
y sin previo aviso,
un corte profundo en la boca de tu estómago,
dejan escapar mil mariposas
que antes te hacían cosquillas.
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