Conocí en mi camino
a un viejo peregrino,
que entre broma y desatino
me hizo dudar de lo divino.
¿Y si el alma es mortal?
¿y si el camino es el total?
ni que decir de la moral,
del temazcal y del copal.
Me sabe a sucia mentira
pensar que la luna me mira,
o que para mi la tierra gira,
me sabe amarga su sátira.
No odio al mundo entero,
solo al sacerdote y al temazcalero,
a todos los santos que fueron
y a los animales del clero.
De pronto mi ego se asoma
y la religión le parece broma,
viva la compasión de goma
y las mentiras que el humano se toma.
Odio al que te roba sueños,
al que no vive sin dueños,
al que se siente muy pequeño
y al que se niega a fruncir el ceño.
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