Y tú ¿Qué sentiste cuando te enteraste que habías vivido una mentira por años? Muchos dicen que en ese instante eres un torbellino de emociones, en mi caso, fue un ataque de risa. Sí, suena a que “lo tomaste a bien” y que “se nota que no te afectó”, pero no, fue todo lo contrario. Siéntense y prepárense, aquí va mi historia, la cual iniciaré con el final de todo.
Era mayo de este año, una noche en la cual yo había decidido regresar después de mucho tiempo al lugar que marcó bastante parte de mi adolescencia y adultez, lugar donde maduré en muchos aspectos de mi vida, la universidad. Sí, sé que suena loco, pero poco a poco entenderán las razones por las cuales digo esto.
Esa noche llegué con dos bolsas grandes de panes con pollo, había un mini concierto y fui a apoyar a la agrupación política universitaria a la cual yo pertenecí por más de cinco años. Acomodé los panes en el espacio donde iban a ser vendidos y me quedé ahí, esperando que los compradores vengan a mí y terminar de una vez esa labor para poder divertirme con mis amigos, los mismos que son amigos de “Él”. Sí, de mi ex, del hombre a quien quiero y detesto al mismo tiempo. ¿Sentimientos encontrados? ¿Dónde?. Sí, después de tanto tiempo. Suele pasar ¿no?.
Claro que no espere tanto como para empezar a tomar “algunos tragos”, y sí, estaba ya un poco “picada”, momento en el que llamé a mi mejor amigo “AP” para preguntarle a qué hora iba a llegar, que lo estaba esperando y que me llegaba altamente estar sola vendiendo. Ante esto, él se río y aseguró que llegaba en menos de 10 minutos, lo cual fue cierto. En nuestro encuentro lo abracé, acto bastante simbólico para mí (solo abrazo a quienes aprecio bastante).
La conversación entre nosotros no se hizo esperar, como siempre nos contamos nuestras penas, temores, algún que otro logro, en fin… sí, nos contamos absolutamente todo. Secretos entre nosotros, hay pocos. Pasaron dos horas, entre conversaciones y tragos, este último era parte de la excusa de que hacía frío, y claro necesitábamos entrar en calor y que mejor que un poco de ron. De pronto tocamos ese tema. Un tema un tanto delicado entre nosotros, puesto que “AP” es muy amigo de los dos, pero obviamente es más leal conmigo.
Yo sabía y era consciente de que “AP” sabía algo que yo no, y claro, mientras él estaba sano no iba a decírmelo, por temor a que esa noticia me haga sentir “miserable”, y sí, su preocupación era tan sincera porque me conoce y sabe cómo reacciono. Sin embargo, el alcohol mezclado con la presión y una Lumiere supuestamente fuerte, a la que nada le afecta, hizo que por fin diga su verdad.
L: Ya habla, no la hagas larga, huevón
AP: Te diré pero ahora no, chola. Mejor cuando estemos sanos
L: En serio, eso dices siempre, suéltalo y ya
AP: Pero así no…
L: Nunca más te hablaré
AP: Tmr Lumiere, ya. ¿En serio crees que el X y Y (su nueva flaca) recién están en algo? Ya pues, eso tiene tiempo… ya lo sabías.
Y sí que lo sabía. Sospechas más que todo, sospechas que en su momento las creí infundadas ya que siempre tuve la creencia de que “Él” era incapaz de hacer eso. Siempre pensé que podía ser coqueto pero no llegaría a ser infiel. Sin embargo, esto no pasó por mi cabeza en ese preciso momento.
Tal vez fue la mezcla del alcohol y la adrenalina que sentía por la música a todo volumen que se escuchaba alrededor, que comencé a reírme. “Entonces fui la “cachuda” del año desde el 2015”, le dije a “AP”. Mi amigo al ver mi reacción tan “natural” también comenzó a reírse y me chocó las manos (gesto habitual entre nosotros). La realidad era otra, NO PROCESÉ LA INFORMACIÓN.
Fue hasta el día siguiente, en que desperté, un poco mareada aún. Me senté en mi cama y me sentí pequeña, me vi sentada en un rincón de mi cuarto. Quise pensar y no pude, recordaba aquella pregunta y la respuesta retumbaba en mi cabeza cada vez más y más.
Hasta que tomó una forma, la forma horrenda de la infidelidad. Me pregunté el por qué dije “2015”, y la respuesta fue clara. “Él” y ella empezaron a “trabajar políticamente” en aquellas fechas, aunque ya tenían una amistad de años, pero ese “trabajo” los unió más.
En ese momento, llegaron a mí miles de respuestas a ciertas actitudes que empezó a tener “Él” por aquellas fechas, y más porque a partir de ese año algo ya no andaba bien entre nosotros. También llegaron más dudas, y eso te carcome el cerebro, te va consumiendo poco a poco. Y los sentimientos de cariño y admiración que le tenía, se iban tornando oscuros. Y a pesar de que ya llevábamos casi un año “separados”, y sí, entre comillas porque, como siempre pasa, una relación no termina solo porque se diga “terminamos”. Y en nuestro caso, aún estábamos unidos por algo, ya sea el sentimiento, porque no estábamos preparados para dejarnos ir después de 4 años de relación o por costumbre.
Lo que es claro, es que a pesar de que “Él” ya estaba en otra relación, aún había algo entre nosotros. y “ese algo” se rompió en mí aquella mañana. “Ese algo”, se llenó de amargura. Sentí la traición y el dolor recorrer por mi cuerpo. Las ganas de reclamarle no se hicieron esperar, y lo hice, fue el reclamo más amargo que le hice en todo el tiempo que lo conocí, y si, no lo niego, esperaba que me diga que era mentira, y que “como siempre” “Él” debía tener una explicación convincente.
Pero eso no se dio, esta vez no hubo explicación, no hubo nada. Solo hubo un ser que respondía incoherencias y que me echaba la culpa de que la relación terminase. Solo hubo un ser que me juzgaba y me sacaba en cara cosas que no venían al caso. Solo hubo un ser que me decepcionó porque no logró darme una explicación, ni hacerme sentir culpable para pedirle disculpas. Ya no era más aquel de quien me enamoré, la admiración había muerto.
Y esa fue nuestra última conversación, y me fui con la amargura de no tener las cosas claras. Amargura que aún se sujeta a mí.
OPINIONES Y COMENTARIOS