Érase una vez un pececito llamado Gabriel que buceaba feliz por las plácidas aguas del mar de Alborán. Desprendía mucho encanto y todo el reino le adoraba. Su curiosidad le llevaba a explorar cada rincón del espacio. Disfrutaba mucho mientras jugaba con sus primos y amigos. Con su ingenio ideaba un montón de juegos, acertijos y travesuras.

Además, sobresalía por su inteligencia en el colegio. Como líder nato tenía un montón de seguidores. Pero Gabriel tenía un sueño. Quería aprender a volar. Sin embargo, sus aletas le impedían remontar el vuelo. También le gustaba mucho nadar aunque no abandonaba su sueño.

Un día desapareció sin dejar rastro. El reino entero se revolucionó y todos sus habitantes colaboraron en su búsqueda. Supuso el comienzo de una era oscura. La penumbra lo inundó todo. Una hechicera que vivía en lo más recóndito del reino había lanzado, enloquecida por los celos ante el protagonismo del pequeño, un sortilegio por el que Gabriel dejó de pertenecer a este mundo. Todos los moradores indagaron acerca de su paradero en vano. Sus lágrimas se fundieron con el mar.

Fueron tiempos de cambios. De repente, un remolino arrastró a la bruja hacia un abismo que se convirtió en su prisión perenne.

A la vez, un rayo de luz traspasó la superficie. Todos se acercaron, atraídos por su belleza. Entonces, contemplaron algo insólito. Gabriel se había transformado en un ángel que les contemplaba con cierto brillo en la mirada. Campaba entre las nubes a sus anchas.

A pesar de hallarse en otra dimensión conectaba con sus seres queridos por medio de hilos de energía y amor. Y así fue como se cumplió su sueño. El pececito Gabriel se había convertido en un ángel de luz que velaba por la protección de su país.

En primavera Gabriel estimulaba con su soplo el crecimiento de semillas y flores. En verano acariciaba las crestas de las olas mientras revoloteaba entre su espuma. En otoño jugaba con las hojas de los árboles y danzaba con la lluvia. Y en invierno se mecía entre los copos de nieve. Desde entonces, el amor y la prosperidad acompañaron a todos.

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