UNA CULTURA DE PAZ EN EL POSCONFLICTO
Por: Kevin Javier Meza Botonero*.
* Estudiante de 5to Grado del Instituto Pedagógico del Golfo
Silenciar los fusiles de los alzados en armas y construir una cultura de paz no debe limitarse a un logro de un gobierno como el de Juan Manuel Santos, el fin de conflicto armado con las FARC-EP debe ser asimilado como un logro de una sociedad que parece estar cambiando su manera de pensar, el hecho que ganara el NO en el plebiscito fue un llamado de atención para ambos bandos (SI y NO) para que se sentaran hablar de un tema trascendental para nuestro país. El hecho de que todas las fuerzas políticas reconocieran el conflicto armado como un obstáculo para crecer como país destaca que la diversidad en opinión enriquece cualquier pacto y que a partir de consensos se elaboran políticas mas acordes para la población.
El reto de hoy que debe estar sobre la mesa no es si se sigue o no un acuerdo de paz con todas sus problemáticas, como por ejemplo el incumplimiento por parte del Estado de no girar a tiempo dineros necesarios para los proyectos productivos, según datos solo se ha girado el 5% de los recursos; y por la Exguerrilla el no poder aglutinar a esos combatientes que siguieron la vida armada. Hoy debemos centrarnos en que a partir de este acuerdo construir una sociedad que interiorice el respeto hacia la diferencia y la tolerancia política. Este acuerdo debe ser asimilado como un pacto de la sociedad para la no repetición de conflictos por respeto a muchas personas que quedaron marcadas por la violencia y con resentimiento.
Lo que si es cierto es que construir paz es una tarea que necesariamente requiere de la predisposición de las personas porque la educación es orientada a una formación integral y continúa en donde el ámbito humano tiene gran relevancia, por eso es necesario definir que es Cultura de Paz: “proceso en el que se promueven conocimientos, habilidades, actitudes y valores orientados a inducir cambios de comportamientos, lo cual hace posible que niños, jóvenes y adultos puedan prevenir la violencia, resuelvan conflictos de manera pacífica y creen las condiciones conducentes a la paz”(Gorrecio.2008).
Según lo anterior el hecho que debemos promover es enseñar a ser personas que comprendan las posiciónes políticas de los demás y saber que es un buen negocio que la FARC (Hoy movimiento político) luche por el poder ya no con los fusiles al hombro, sino mediante votos que de por si les quedara muy difícil porque la sociedad les cobrara mediante el ejercicio democrático su mal proceder y el daño que le causaron a la sociedad colombiana. Podemos rescatar los avances hechos de excombatientes en La Guajira en donde a pesar de dificultades presupuestales ya tienen varios proyectos a buen ritmo.
Ahora bien, en un país donde todavía hoy se ven muchos casos de violencia, el acuerdo de paz representa un hito en los 200 años de nuestra historia republicana, los gobiernos venideros deben asumir este hecho como política estatal no porque la Corte Constitucional así lo ordene, sino porque gracias a él nos hemos ahorrado muchas vidas de integrantes del ejército nacional, cosa que no podíamos decir a comienzos del año 2000. El artículo 22 de la Constitución Política nos dice que la paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento por eso la importancia de trazar una cultura de paz que tenga como aspiración suprema la no utilización de las armas y el ejercicio de la violencia en cualquiera de las manifestaciones en la escuela, en el hogar y demás ámbitos.
En definitiva, el gobierno instauró la catedra de la paz para proporcionar las competencias básicas a los estudiantes basados en la formación cívica, ética y ciudadana, no obstante, creo que la mejor catedra de paz es aquella en la que la transversalidad es la hoja de ruta porque llenar las clases de cátedras no solucionaria el problema de que a los estudiantes les guste esta nueva asignatura, la transversalidad permite que cualquier docente enseñe a sus estudiantes a tomar decisiones consientes y autónomas que le permitan emplear la pluralidad, el respeto y la tolerancia no solo en el salón sino fuera de ella así como lo dice Raimundo Caviedes: “las experiencias positivas puedan que se repliquen en escenarios cada vez mayores hasta lograr con el conjunto de otras vivencias una política de Estado en materia educativa a largo plazo”(2017).
BIBLIOGRAFIA
Caviedes, Raimundo y Arteta, Cristóbal. Una cultura de paz para el posconflicto. Revista AMAUTA. Universidad del Atlántico. Pág. 207. 2017.
Gorrecio, Laura. La paz ¿Cómo se hace?. Pág. 19.UNESCO.2018
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