El día que me gradué

El día que me gradué

María Pliego

13/10/2018

Señor Rector Magnífico, Señores Vicerrectores, Señores Decanos, Señor Secretario General, Estimados/as Profesores y Profesoras, estimados compañeros y estimados familiares, muy buenas tardes a todos.

En primer lugar, quiero decir que es para mí todo un honor poder decir hoy a estas últimas palabras de despedida que me han costado un par de madrugadas en vela buscando la inspiración que pensaba que no iba a llegar.

En segundo lugar, y antes de comenzar, hoy quiero haceros dos preguntas a todos vosotros: la primera pregunta es: ¿qué haríais si no tuvierais miedo? Os pregunto esto porque quiero hablaros del miedo, de nuestros miedos, de la única fuerza capaz de impedir que alcancemos nuestros sueños. La otra pregunta que os planteo es: ¿qué es para vosotros el éxito? Y ahora, quiero que penséis las respuestas.

Hoy también quiero daros la enhorabuena a todos, porque todos hemos ganado, pero no os hablo de haber ganado que nos den un titulo acreditando que tenemos una carrera, os hablo de haber ganado lo que realmente importa: superar todos los obstáculos en este camino de cuatro y cinco años.

Hoy, todos somos ganadores, porque nuestro triunfo se ha basado en la preparación, y no solo en aprobar los exámenes; se ha basado en habernos levantado tantos y tantos días antes que el sol saliese, sólo porque sabíamos que valía la pena; nuestro triunfo también ha sido todo lo que nos hemos atrevido a hacer cada día para acercarnos más a aquello que tantas noches hemos estado soñando; en haber dicho que no a ese último día de feria, en haber renunciado a tomarnos otra porque sabíamos que nos íbamos arrepentir mañana; en haber venido a clase más de una vez con el corazón roto; en aprender a decir adiós a quienes fueron nuestra familia ese año, que cargados de valor, cogimos un avión y nos fuimos a vivir en un lugar desconocido que acabamos llamando hogar; en haber memorizado leyes que sabíamos que derogarían al año siguiente, pero que entraban en el programa y el profesor decía que el contenido de la Guía Docente había que cumplirlo; en habernos gastado más dinero en la máquina de café que en el viaje de fin de carrera; y en definitiva, en habernos atrevido incluso cuando ni siquiera confiábamos en que podríamos, porque no hemos tenido miedo de perder. Si hoy hemos ganado, ha sido porque hemos aprendido que el éxito no se basa en llegar a la cima, sino en aprender a escalar la montaña de la mejor forma posible para aprender a no caernos.

Hoy, cuatro años más tarde, aún recuerdo las palabras que el actual Decano de esta Facultad, Don Miguel Romero, nos dijo en clase de Derecho Civil I: “no paséis por la Universidad, dejar que la Universidad sea quien pase por vosotros”. Y hoy sé que pocas personas me han dado un mejor consejo a lo largo de mi vida, porque gracias a dejar que la Universidad pasase por mí, hoy puedo decir que soy una mejor persona. Estos cuatro años para mí simbolizan entrega, pasión, constancia y ganas, sobre todo muchas ganas de acabar los exámenes y dejar de ir a clase porque si no vamos, no cumplimos con el tan odiado 70% de asistencia; pero no ganas de que se acabe esta etapa que sabemos es única en la vida de cualquier persona. Hoy, muchos de vosotros dejaréis de ser universitarios y empezareis a ser asalariados; otros muchos, seguiréis cursando estudios de postgrado en esta u otra Universidad; otros valientes quizás nos decantemos por pasarnos unos cuantos años encerrados en un cuarto memorizando más de cuatrocientos temas por placer; y otros muchos, quizás colguéis el título en la pared y os vayáis a recorreros alguna parte del mundo porque la aventura va con vosotros. Pero si algo quiero deciros es que hagáis lo que hagáis, no os olvidéis ni un solo día de preguntaros lo siguiente: si este día fuera el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy? Y si la respuesta es no durante una serie de días consecutivos, es que algo falla.

Comenzaba este discurso haciéndoos un par de preguntas. La primera era sobre el miedo, y la segunda sobre el éxito. Os he preguntado esto porque muchos de los que estamos hoy aquí hemos soñado con ser personas de éxito, con triunfar, con tener un trabajo importante el día de mañana, con cambiar el mundo y cambiar las decisiones de quienes pueden ayudarnos a cambiarlo. Pero en esta preparación para el éxito a veces nos olvidamos lo más importante, preguntarnos a nosotros mismos qué es el éxito. Para mí el éxito no consiste en querer ganar mucho dinero, porque todos, en mayor o menor medida quieren dinero, pero no todos alcanzan el éxito; para mí el éxito es poder levantarte cada mañana sintiendo que tu trabajo es el mejor sitio en el que puedes estar porque te apasiona, y te apasiona tanto que ni siquiera te atreves a llamarlo trabajo; para mí el éxito es ser capaz de superar el fracaso y verlo como un aprendizaje, y no como un castigo; para mí, ser una persona de éxito no consiste en no equivocarte nunca y lograrlo todo a la primera, sino en haber fallado mas de cien veces y aún así no dejar nunca de intentarlo porque mientras lo intentas, sabes que exista una posibilidad. Para mí, el éxito es tener miedo y saber vencerlo; no esperar a dejar de sentir miedo para saber que yo puedo, que tú puedes y que todos nosotros podemos.

En definitiva, preguntarnos a nosotros mismos qué es lo que haríamos si no tuviésemos miedo, y cuando tengamos la respuesta, salir ahí y hacerlo, no sólo por nosotros, sino por todos aquellos que se dejaron llevar por el miedo y su sueldo les ha acabado costando gran parte de su vida. Porque permitir que el miedo te venza es darle poder a la única fuerza capaz de apagar la luz que reside en nosotros, la única fuerza suficientemente poderosa como para hacer que nos olvidemos de que si queremos, podemos.

A vosotros juristas, hoy os diré que nos queda un futuro muy largo por delante para poner en práctica toda la teoría que hemos aprendido, y nos os hablo aplicar las leyes y respetar los plazos procesales, sino de llevar la justicia allá donde vayamos, defendiendo los derechos y logrando hacer de este mundo un mejor lugar, porque si alguien está preparado para cambiar las reglas y luchar por hacer de este lugar un sitio más humano, somos nosotros.

Para finalizar, os pediré una última cosa, nunca os deis por vencidos, aún cuando creáis que es demasiado difícil y no encontréis fuerza para seguir luchando, porque afortunadamente siempre existirá otro día, otros sueños, otras risas, y otras personas que nos harán ver que siempre vale la pena continuar el viaje. Enamoraros de vuestros defectos y convertidlos en vuestra mayor fuerza, dejad de lado las inseguridades, y trabajad duro, muy duro, porque algún día mirareis hacia atrás y diréis “no ha sido fácil, pero lo he logrado”. Y sobre todo, no os olvidéis nunca de seguir soñando, porque de ser realista no se vive, se sobrevive. Soñadlo hasta que pase.

Muchas gracias a todos.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS