Los besos que se le fueron repartidos de manera dulce, como un regalo para un niño en Navidad, se los habían arrebatado, las palabras que la hacían volar hacía las estrellas, descubrió que la envenenaban poco a poco.

Su mente se nublo un momento, entonces cerró los ojos como una persona que está dispuesta a aceptar su inevitable destino. Pero podía oir su respiración y lo rápido que iba su emocionado corazón. La música ya no era el motivo de su concentración; ya no tenía las gana de mirar al techo y pensar: «¿ Qué habrá después de los sentimientos que me consumen en estos momentos? ¿ Sigo mintiendo o hago daño con la verdad? ; pues la realidad era que ya no importaba y que los pensamientos habían roto con cada cosa relacionada con lo que consideraba realidad.

Tomó una bocada de aire, se recosto en la cama y dejó soltar el aire comprimido, y con el solto los pequeños sentimientos mezclados con las distorsiones que conocía como vida. Con una enorme sonrisa en su boca pensó: «Al fin y al cabo el cuarto siempre estuvo vacío»

Att: Chica de ojos cafés

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