Hicimos noche de ese día, y yo solo iba a la deriva de sus labios cuando chocan, yo esculpía el veneno que salía por su boca, ella bailaba con alas de luna junto a las olas.
Ella era el mar y yo la roca, como un pirata en su velero, tu mi tesoro, quien nos prohíbe surcar los cielos, bajo el manto de estrellas que cubre tu cuerpo.
Tu, la jardinera de las flores mas hermosas, que guardas primaveras bajo el pecho y el resto es poesía, amiga mía, yo que trato de entender tu soledad junto a la mía.
Hasta las lagrimas de amor saben a ceniza, y por si dirían, que debes al martirio de tus ojos cuando mienten, y como siempre, tirándome del puente de esa sonrisa que finge.
Si sabe el universo de deseo, podría quemar un trozo de cielo con el mío, y se que este paseo no termina sin una luz que ilumine en la capilla de tu vientre.
Pobre de este sol naciente, en busca de cobijo que le salve de su noche, mas que le voy a hacer si mi idioma es el Bergen, tu mi joven rubí, entonces deja que te escriba así como eres tu mi ninfa.
Si nada es para siempre, si el tiempo es insolente y el amor un accidente, pero, tu eres como el viento que no se puede tocar, el eco de tu voz cuando me nombra.
Tan elegante y tan particular, no tienes miedo ni tampoco nada que ocultar, tu belleza pura y natural, llena de luz, llena de realidad, y hoy quiero decirte, decirte.
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